Este desconocimiento ha puntualizado la errónea visión de que las serigrafías y litografías que conforman gran parte del acervo cedido son réplicas no creaciones especializadas seriadas, como de hecho lo son.
Hablando siempre en términos profesionales, entre las técnicas de grabado destaca en el siglo XX la disciplina de la serigrafía. La misma es un procedimiento de estampación a color de origen chino que, al igual que la litografía, no requiere del hendido tradicional. En este caso, los colores se filtran a través de una trama de seda mediante la presión de una paleta o rodillo; las partes que no deben filtrar se impermeabilizan con cola, barniz, o algún otro material. Este, al igual que las otras variantes del grabado y como efectivamente sucede con la obra de Carlos Mérida, es un proceso ligado directamente a la capacidad del autor y el equipo especializado que trabaje con él. El método se popularizó a partir de 1930, entendido como técnica de artista.
La primera serie producida por Mérida que recoge las Imágenes de Guatemala (1928) utilizó un procedimiento tan refinado de ejecución que en varias ocasiones han sido confundidas con auténticas acuarelas. El prefacio que acompaña las 10 láminas fue escrito por el importante crítico francés Andre Salmon.
Así, a partir del año citado, Mérida fue creando los álbumes Tres Motivos (1936), Danzas de México (1937), Carnaval en México (1940), Trajes Mexicanos (1941), Estampas del Popol Vuh (1943), Trajes Regionales Mexicanos (1945), Trajes Indígenas de Guatemala, que fue impreso en las litografías Zadik (1951); Un Canto al Libro Sagrado (1978), Cielos Lumínicos (1979), amén de por lo menos 31 obras individuales que también se localizan entre lo donado al MUNAM.
En la Guatemala del siglo XX y aún en esta nueva centuria -hubo excelentes grabadores que se expresaron a través de las variantes que la disciplina ofrece. Entre estos nombres hay que señalar artistas como José Gregorio Chávez, Agustín Iriarte, Alfredo Gálvez Suárez, Enrique de León Cabrera, Dagoberto Vásquez, Wilfreda López, Ramón Banús, Zipacná de León, Anamaría de Maldonado y Aníbal López, sólo para mencionar una sucesión de cada generación artística.
Un caso excepcional es el de las obras creadas en la litografía Zadik (en la primera mitad de ese siglo) y las producidas por la Tornada, bajo la supervisión del artista Ramón Avila (en las últimas décadas y el principio del XXI).
Por lo anteriormente anotado es indispensable que los trabajos de Carlos Mérida se aprecien desde otros puntos de vista más apropiados. La colección que ahora esta bajo la custodia de los guatemaltecos, y que se suma a los valiosos óleos que ya se localizaban en su pinacoteca principal, viene a ser una referencia muy valiosa que coloca al Museo Nacional de Arte Moderno dentro de la lista de museos más importantes de Latinoamérica.