Según este pensador sólo una clase de fealdad no puede ser representada conforme a la naturaleza sin echar por tierra toda satisfacción estética: la que despierta asco, debido a la disposición humana que se opone. Premisa que, en el estado en que se encuentran las cosas del arte, perdió la validez hace muchos años.
En efecto, lo formal expresado en el objeto cedió parte de su lugar a la emoción motivada por la acción y el contacto con percepciones muy distintas a las del goce estético como se comprendía décadas atrás. A pesar de ello y para sorpresa de algunos sectores, las respuestas del público son parecidas en todos los casos que se pudieran citar, sean estos experimentales como los más convencionales.
Los nuevos escenarios del arte dejan claro que sus protagonistas exploran áreas que, en otro momento, hubieran sido abordadas para espectadores muy diferentes a los que se conocían como entendidos en la materia. De tal manera hoy ya no sería de extrañar que una exposición tratara de la manera en la que alguien se come las moscas (por no decir los mocos), o la carne engusanada de un perro muerto de varios días o comete un acto de necrofilia. Todo es válido, en el pensar de sus seguidores, siempre y cuando produzca una reacción ya que ésta es la única respuesta esperada.
Si hay oposición, cuánto mejor. Sólo así se llega a poner en evidencia la ignorancia testaruda y pasada de moda de la voz que se atreva a no comprender su no disfrute del asco. En esta nueva forma de vida artística ya no importa el género y sus derechos. Tampoco es importante si al desarrollar una idea se daña la naturaleza o se discrimina abiertamente a las culturas que, en su discurso, pretenden proteger.
Lo importante, al menos eso aparenta la corriente, es la reacción, que si es virulenta, puede canonizar al criticado.
Aun así, y para alivio de los hoy considerados convencionalistas, no han desaparecido y según parece nunca lo harán – los pintores de caballete, los escultores del mármol, forjadores del bronce o los grabadores, entre muchos otros profesionales. Este grupo, que era considerado en vías de extinción, llegó con los albores de la civilización humana y parece que se quedara con ella hasta el fin.
La presente contrición tiene un origen que no discutiré ya que no busco réplica, no vale la pena. Primero, porque la actividad que la motivó fue realizada por una persona que ha dado luces valiosas al arte contemporáneo; segundo, porque la presencia de tantas personas importantes le brindó una complicidad tan insana como su ejecución, y tercero, porque al final sólo es un ejercicio necesario para tratar de comprender lo incomprensible.
Silvia Herrera (2002) anota que el arte de hoy proviene de ideas que no se lamentan de la fragmentación, provisionalidad o incoherencia propuestas por el artista emergente. ¿En dónde va a quedar la línea que permita acceder a la acción artística y diferenciarlo del acto publicitario? ¿Cuál será la definición que los diccionarios artísticos le den en el futuro al término asco?