Un niño curioso es un niño sano. Permitirle explorar (con cierta supervisión) es importante para su desarrollo cognitivo y para que vaya conociendo los límites que le ofrece la realidad.
Le encanta intentar descubrir lo que no se ve. Es decir, hurgar dentro de todas las cajas, cajones, esquinas y agujeros de la casa (tener cuidado con lugares como el inodoro).
Es el momento, si es que no lo hemos hecho ya, de proteger todos los enchufes y los cajones donde se almacena cubiertos o productos tóxicos y medicinas. Estos últimos es mejor ponerlos a una altura a la que nunca llegue el niño.
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Los animales
Para el pequeño que descubre el mundo y los seres vivos, los animales son un hallazgo fascinante. Aves, mamíferos, reptiles, insectos. todos ellos le llaman poderosamente la atención por lo diferentes que son de él y por sus llamativos colores, pelajes, tamaños y sonidos. Jugar a imitarlos y “ponerse en su piel” es una actividad que favorece su desarrollo psicoafectivo, su capacidad para comunicarse y el inicio del lenguaje hablado.
Disfruta aprendiendo sus nombres, señalando las diferentes partes e imitando sus sonidos y le resulta fácil y divertido. Además,
aunque el pequeño aún no sepa hablar, sí puede reproducir un maullido, decir “guau, guau” o piar como un pollo. Jugar a ser un gato, un pajarito o una serpiente favorece su desarrollo psicomotor y contribuye al nacimiento del “yo”, es decir, a la conciencia de uno mismo.
Trepar
Desde que cumple un año y con el comienzo del gateo y de la marcha, el niño necesita fortalecer y utilizar los músculos, las piernas, los brazos. Cuanto más practique, mejor será su desarrollo motor. Con el cambio de posturas se abren ante él nuevas posibilidades, movimientos y aventuras hasta ahora impensables. Tiene todo el mundo por recorrer.
Aunque se tenga que ir detrás suyo todo el día, lo ideal es no limitar su afán por desplazarse por sí mismo. Es importante bajarle del carrito para que pueda moverse a sus anchas.
En el parque comienza a mostrar mayor interés por los columpios, sobre todo por aquellos juegos que, adaptados a su edad, tienen asas, cuerdas, barras o agarraderas por las que desplazarse en lateral o de arriba abajo.
Los cuentos
Ahora que comienzan a emitir sus primeros sonidos con sentido, escuchar un cuento estimula el desarrollo del lenguaje. A esta edad le llama todo la atención: desde los cuentos con sonidos hasta aquellos que tienen miles de colores brillantes o pestañas para manipular. Y todavía le gustan aquellos que pueden morder y chupar.
Los mejores son los pequeños, con páginas gordas para que pueda pasarlas él mismo, o los blanditos y los plastificados. Le gustan los que muestran una serie de escenas sencillas separadas pero relacionadas entre sí, para poder contar la historia poco a poco y darle un nombre a cada cosa.
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