El autor del descubrimiento es el ingeniero agrónomo Mario Esteban Véliz Pérez, coordinador-curador del Herbario BIGUA, de la Universidad de San Carlos, USAC.
Según explica Véliz, el árbol es pequeño, con tronco hasta de 30 centímetros de diámetro, ramas jóvenes, flores solitarias o en racimos y es pariente de uno empleado por los Mayas para aromatizar el chocolate, y usado todavía con el mismo fin en Oaxaca, México.
A criterio de este agrónomo, encontrar dentro de la diversidad vegetal conocida algo que aún no se ha descrito, constituye un gran aporte científico no sólo para un país, sino para todo el mundo. Y la divulgación del descubrimiento es la mayor recompensa que puede otorgarse al esfuerzo de los investigadores.
En la búsqueda
Con la coordinación de Defensores de la Naturaleza, en 1998 se llevaron a cabo expediciones multidisciplinarias de colecta en la Sierra Santa Cruz, en el departamento de Izabal.
Allí fueron encontradas más de 300 especies vegetales que según se estableció, son diferentes a la ya descrita para Guatemala y conocida localmente como Molinillo (Quararibea funebris).
Gracias al apoyo del instituto mexicano de biología se procedió a la descripción de la nueva planta (Quarabiea yunckeri subsp izabalenzis), la cual es afín a Quararibea yunckeri Standley subespecies sessiliflora y yunckeri todas descritas por el doctor William Alverson, curador del Field Museum de Chicago en Estados Unidos.
¿Cómo se confirma el descubrimiento?
Para determinar que en realidad se trata de una nueva planta, se consulta en primera instancia el documento La Flora de Guatemala, que tiene descritas cerca de ocho mil especies; se revisa a nivel de género y especie y si los datos no coinciden, se busca en otra literatura sobre el tema, así como en herbarios de otros países.
Cuando las descripciones tampoco concuerdan se solicita información a herbarios más grandes y se describe la planta según el formato de alguna revista taxonómica reconocida a nivel mundial.
Tres copias del documento que se desea publicar, así como muestras de la planta, se envían a una revista especializada. Posteriormente, ambos elementos llegan a manos de expertos botánicos que se especializan en la flora de un continente o de una región determinada, ellos hacen las respectivas correcciones y dan el veredicto.
Si se trata de una especie no registrada para Guatemala pero sí para El Salvador u Honduras, por ejemplo, entonces se establece un nuevo dato, se amplía la distribución de la planta nivel global.
Sin embargo, desde la revisión inicial hasta la confirmación de que verdaderamente es algo nuevo, pueden transcurrir cinco años.
Por eso, el árbol en mención, fue reconocido hasta hace dos años en los Anales del Instituto de Biología de la UNAM, se patentó, ya existe en los índex nomenclaturales de plantas, dice Véliz.