No obstante, tras un año en el que hemos asimilado las precauciones de salud pública en cuanto el distanciamiento social y el uso de cubrebocas, la idea de readaptarse a los compromisos sociales en persona puede ser abrumadora. Para muchos, provoca una sensación de profunda incomodidad, aprensión o incertidumbre.
“Es una nueva versión de la ansiedad”, afirmó Lucy McBride, internista de Washington que escribe un boletín acerca de la gestión de la crisis del coronavirus. Podrías darte cuenta de que tus preocupaciones continuas respecto al virus chocan con un nuevo conjunto de inquietudes acerca de ver a otras personas con más regularidad: ¿Con qué me siento cómodo? ¿Cómo actúo? ¿Qué digo?
“Hay dos sentimientos que siguen vigentes para mí”, señaló Allison Harris-Turk, de 46 años, consultora de eventos y comunicaciones y madre de tres hijos en San Diego. Harris-Turk creó el grupo de Facebook Learning in the Time of Corona (El aprendizaje en tiempos del coronavirus), donde muchos de los cerca de 16.700 miembros hablan de las ventajas y desventajas del reingreso. “Hay emoción, optimismo y esperanza, y luego también hay dolor y trauma de pensar: ‘Ay, Dios mío, ¿cómo vamos a recuperarnos de esto?’”.
A continuación, presentamos cómo algunas personas y expertos están comenzando a pensar en dejar de mantener la distancia social.
Empieza poco a poco.
Aunque estés fastidiado de los límites del confinamiento, recuerda que retomar las actividades sociales como antes todavía no es del todo seguro. En la mayor parte de Estados Unidos, el riesgo de transmisión del coronavirus sigue siendo alto.
Si desconfías de la reincorporación, comienza con una salida de menor riesgo. “Es como si dieras pasitos de bebé para volver a la actividad”, aseguró David Hilden, internista de Minneapolis, quien es anfitrión de un programa de radio semanal en el que responde a las preguntas del público acerca de la pandemia. Hilden ha observado esto de primera mano: a principios de este mes, se reunió con un amigo para tomar juntos una cerveza por primera vez desde el inicio de la pandemia. “Ahora que ya probamos salir, muchas reuniones por Zoom terminan con: ‘Oye, creo que ya podemos reunirnos’”, dijo.
Piensa que quedar de verse puede requerir mayor esfuerzo.
Tras recibir su primera dosis de la vacuna contra el coronavirus, Aditi Juneja, una abogada de Nueva York, esperaba sentir el mismo torrente de alivio que algunos de sus compañeros habían descrito tras recibir la suya. Mientras hablaba por teléfono con una de sus amistades, empezó a pensar en futuras desveladas y viajes a destinos lejanos. “Pensé: ‘Quiero bailar en los bares’”, dijo Juneja, de 30 años. “Sentía cierta euforia al imaginar las posibilidades”.
Al cabo de diez minutos, incluso las versiones fantásticas de estos escenarios le parecieron agotadoras. La realidad también puede serlo. Describió la sobrecarga sensorial y la desorientación que sintió mientras cenaba al aire libre con un amigo por primera vez en meses. “Creo que nuestra capacidad para recibir información ha disminuido”, aseveró Juneja.
Esto sucede en especial en el caso de las personas que padecen ansiedad social, a las que los cierres han ofrecido cierto alivio y para las que la reapertura presenta nuevos factores de estrés, pero incluso las personas extrovertidas pueden experimentar un periodo de ajuste, mientras nuestros cerebros se adaptan a la planificación y el monitoreo de las respuestas a situaciones desconocidas. Al principio de la pandemia, la gente tuvo que cambiar su comportamiento para cumplir con el distanciamiento social, el uso de cubrebocas y el resguardo en casa, pero el aprendizaje de esos nuevos comportamientos (y ahora, el reaprendizaje de los antiguos) puede tener consecuencias cognitivas.
“Los entornos sociales son especialmente exigentes”, comentó David Badre, autor del libro “On Task: How Our Brain Gets Things Done” (Enfocado: Cómo hace el cerebro para cumplir con las tareas) y profesor de ciencias cognitivas, lingüísticas y psicológicas en la Universidad de Brown. “Cuando tenemos que concentrarnos de verdad y planificar lo que estamos haciendo, eso conlleva un esfuerzo intelectual”, continuó. “Se siente como fatiga mental”.
No obstante, hay buenas noticias. Lo más probable es que te resulte más fácil reaprender viejos comportamientos que aprender otros completamente nuevos. “La clave es no evitar ese esfuerzo”, dijo Badre. “Al volver a la actividad, te acostumbrarás de nuevo”.
Establece límites para ti mismo.
Aunque en el último mes se ha producido una avalancha de reaperturas en todo el país, algunos escenarios podrían seguir encendiendo una alerta en tu cabeza. El hecho de que estos lugares estén abiertos no significa que tengas que ir.
¿Y si un amigo o familiar quiere ver una película o cenar fuera? Si expresas tu desacuerdo respecto a lo que es seguro, tal vez sientas que das a entender que tus acompañantes son menos responsables o poco éticos.
Sunita Sah, profesora de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Cornell, ha estudiado este fenómeno, que denomina “ansiedad ante la insinuación”. En sus estudios, Sah ha descubierto que los pacientes suelen seguir los consejos de su médico, aunque crean que este tiene un conflicto de intereses, y que los candidatos a un puesto de trabajo suelen responder a preguntas de la entrevista que saben que son ilegales que les hagan. Estas reacciones se deben, en parte, a la preocupación de que no estar de acuerdo sugiera que la otra persona (el médico o el entrevistador) no es digna de confianza.
Se puede presentar una situación similar si te enfrentas a alguien cuya actitud hacia los protocolos de salud pública difiere de la tuya. Las investigaciones de Sah han demostrado que cuando las personas tienen la oportunidad de sopesar sus decisiones en privado, es menos probable que experimenten esta ansiedad y hagan algo que les incomode. Sah recomienda escribir los límites a los que te quieres adherir y tomarte un tiempo antes de aceptar el plan de otra persona.
“Evalúa tu propio nivel de riesgo y comodidad”, señaló Sah, “para que tengas muy claro lo que te gustaría hacer y lo que no”. Esto también te proporcionará un instrumento claro de cómo tus niveles de comodidad cambian con el tiempo a medida que te reajustas.
Prepárate para las conversaciones complicadas.
Durante el año pasado, los lineamientos sobre salud pública variaron a menudo de manera extrema a nivel federal, estatal e incluso municipal, pues algunas zonas abrieron sus puertas de par en par, aunque los expertos seguían aconsejando tener precaución. Esto también se ha reflejado en las relaciones interpersonales. Ha creado roces entre parejas, familiares y amigos, y ha llevado a los individuos a formular preguntas desafiantes, en ocasiones aparentemente intrusivas. Ahora, es posible que a esa lista se añada la pregunta: “¿Estás vacunado?”. (En Twitter, una mujer propuso recientemente “doulas de reincorporación” para ayudar a las familias a sortear conversaciones sobre el establecimiento de límites).
Aun así, seguirá siendo importante mantener estas conversaciones en los próximos meses. “No es algo abstracto”, dijo Marci Gleason, profesora adjunta del Departamento de Desarrollo Humano y Ciencias de la Familia de la Universidad de Texas en Austin, cuyo laboratorio ha estado analizando las relaciones en la cuarentena. “Se reduce a la pregunta de si podemos socializar con los demás o no, de la manera que ellos quieran”. A veces, puede parecer una lucha de poder sobre cuánto se valora la amistad del otro. Mantente abierto respecto a tus propios miedos y vulnerabilidades, y deja en claro que cuando no estás de acuerdo, estás expresando tu propia preferencia y no rechazando a la otra persona. Sé sencillo, sobre todo con amigos o familiares con quienes no sueles tener conversaciones emocionales y sinceras.
Tómate tu tiempo.
No pasa nada si no te sientes preparado para volver a socializar con las personas. A través de los desafíos del periodo de encierro, quizá hayas descubierto que “tu salud mental se encuentra mejor cuando tienes tiempo para la calma, el descanso y la introspección”, afirmó McBride.
Así que tómate tu tiempo al considerar los beneficios de volver a salir a la calle.