El ensayo lo realizaron en una pequeña cafetería de la capital: maquillaje, colorete, eyeliner, rimel, lápiz labial, tacones y un buen vestido. Todo estaba cuidado al detalle para dar los primeros pasos del que fue su primer desfile.
“Uno, dos, tres, cuatro y abrimos (la pierna) hacia la izquierda con la mirada fija, muy importante”, gritó desde una tarima Gerardo Carranza, el coreógrafo que preparó a estas féminas para una final que tendrá lugar el próximo 26 de noviembre en la ciudad colonial de Antigua Guatemala.
Primera experiencia
Las chicas lo siguen. Es la primera vez que desfilan, pero están dispuestas a luchar por un cambio de estereotipos para desterrar la imagen pública de chicas casi desnutridas y ser el referente “curvi” de la moda nacional, esas que ya protagonizan portadas de revistas de moda y que tienen hasta su hueco en certámenes reconocidos de todo el mundo, pero no en Guatemala.
“Me di cuenta de que había señoritas para miss que decían que no eran merecedoras por su talla”, cuenta Jackeline Sánchez, la directora y organizadora de esta cita.
Esta veterana en el mundo de la moda, ganadora del título Miss Piel Dorada, empezó a germinar la idea de este certamen en su mente en el año 2005 -cuando en un concurso no eligieron como ganadora a una joven por no responder a los estándares tradicionales- y ahora, por fin, será una realidad.
El objetivo, arguye, es luchar contra esas personas que no “las toman en cuenta”, las que las “reprimen por su físico” y las rechazan en casa, en el colegio o en la calle, llamándolas “la gordita” y no por su nombre, entre otras expresiones “más pesadas”.
Una de las que ha vivido en carne propia estas situaciones es Karla García, una morena de 24 años que participa en este evento no sin dificultad –“los tacones son imposibles”-, pero casi de casualidad: “Una amiga me etiquetó en el anunció y no dudé en participar”.
Y es que el fin, dice emocionada, es enseñarles a las chicas que “son bellas tal cuál son”, porque todas “irradiamos belleza”, todas “nos tenemos que sentir bellas”.
Contraria a esa idea de que este tipo de eventos fomentan la obesidad, Karla, originaria de Jutiapa y luciendo un vestido con un estampado de leopardo, asegura que la única meta es que las mujeres se amen y se quieran: “No importa lo que piensen de ti mientras uno se ame tal cuál es”.
Porque estas mujeres son como todas, perfectamente “imperfectas”, y están convencidas de que la belleza no se mide y, mucho menos, se pesa.