Durante las últimas décadas, la oficialmente llamada Nueva Guatemala de la Asunción ha experimentado una notoria expansión de edificios verticales. Carlos Ayala, arquitecto e investigador de la Universidad de San Carlos de Guatemala y urbanista por la Universidad Nacional Autónoma de México, comenta que el crecimiento de la ciudad tiene sus antecedentes en cinco grandes fases históricas.
La primera parte del crecimiento urbano comprende desde 1776, cuando fue fundada la ciudad. Este período se vio marcado por una arquitectura colonial trabajada en edificaciones religiosas importantes como la Catedral Metropolitana. Mucha de la vida central tomó lugar en el espacio que hoy ocupa la zona 1.
La segunda fase de la expansión citadina coincidió con el crecimiento económico de la agroexportación cafetalera a finales del siglo XIX. Esto propició bancos, hoteles y almacenes en el área central. Ayala comenta que en ese tiempo se crearon bulevares y mansiones en grandes lotes; la casa se construía en el centro, rodeada de naturaleza.
El arquitecto señala que después de los terremotos de 1917 y 1918, la ciudad atravesó una fase de reconstrucción. Se ocuparon lotes alrededor del centro, que funcionaron para movilizar a personas de la clase media baja afectadas por los sismos.
En 1944 surgieron obras como la Ciudad Olímpica, el Hospital Roosevelt y la Ciudad Universitaria. Ayala cuenta que en ese tiempo surgieron los primeros edificios verticales de aproximadamente cinco pisos.
Los primeros edificios en la zona 1 —entre los cuales destacan El Prado o Elma— tenían negocios en la planta baja y apartamentos de vivienda en la parte superior.
Hacia principios de los años 1980 se registró una última fase, que coincide, según el arquitecto, con el arribo de la ideología neoliberal y la transición a la democracia. Este desarrollo económico permitió la expansión de lotificaciones y condominios en las periferias de la ciudad, lo cual terminó por formar un área metropolitana.
En este tiempo surgió un segundo ciclo de edificios altos, pero ahora en zonas como la 9 y la 10. El crecimiento vertical se reforzó 10 años después, con nuevos edificios para usos laborales, de turismo y de vivienda. Estos fueron edificados en zonas como 14 y 15. En la actualidad la ciudad se sigue expandiendo.
“La situación económica, el crecimiento poblacional y los desastres naturales pueden propiciar cambios significativos en el crecimiento espacial de la ciudad”, comenta Ayala, también urbanista.
Expansión actual
El crecimiento de la urbe se vincula con la producción inmobiliaria, lo cual permite que se construyan establecimientos de distinta índole que suelen encontrarse cerca de las principales zonas con servicios —hospitales, transporte, abastecimiento y demás—, explica el arquitecto y consultor de planificación urbana David Rosales, quien ha dirigido la Asociación de Planificadores Urbanoterritoriales de Guatemala (Creamos Guate).
Rosales parte de lo mencionado para explicar que zonas como 4, 9, 10 y 15 se caracterizan actualmente por albergar espacios intrínsecos al progreso económico del país, hecho que relaciona con el interés de las personas por asentarse cerca de sus fuentes de ingreso y desarrollo.
Aunque se trata de zonas con grandes avances urbanísticos, otras en la periferia, como Mixco o la zona 21, también muestran un crecimiento urbano en términos de edificios verticales. El urbanista hace hincapié en que los inmuebles verticales para vivienda son los que más se han multiplicado en la ciudad.
El año pasado, el Instituto de Fomento de Hipotecas Aseguradas (FHA), órgano estatal descentralizado que acciona en compra de viviendas, liberación de gravámenes hipotecarios, construcciones y cesión de derechos, estableció 20 proyectos como “elegibles” para la construcción de edificios de apartamentos en la ciudad. Los proyectos tomaron lugar en las zonas 2, 3, 4, 5, 7, 10, 11, 12, 14, 15, 16, 18, 21 y Mixco.
Para fines de la entidad, los proyectos elegibles son los autorizados para la construcción de inmuebles. En enero de este año, el FHA avaló un proyecto para edificación vertical de vivienda que contempla 40 espacios habitacionales. El registro para febrero y marzo aún no está disponible en el portal web del Instituto.
Rosales comenta que, a diferencia del panorama para los edificios verticales de vivienda, las oficinas enfrentarán una nueva dinámica después de haber iniciado, debido a la pandemia.
“El panorama con covid para las oficinas no es el más bonito, pero hay oportunidades. Hay proyectos que se están convirtiendo dentro de edificios que ya existían porque tenían capital invertido”, expresa Rosales, quien sostiene que muchos espacios tienen la facultad de convertirse en oficinas para alquiler por horas, ya que muchas empresas trabajarán a distancia y de manera presencial.
El arquitecto señala que el crecimiento urbanístico tiene que ver más con una tendencia que con el crecimiento poblacional, como podría creerse.
En general, agrega, es una opción orientada hacia la población milenial, que podría optar por alquilar un apartamento, ya que muchas personas, aunque sean solteras o en relación de pareja, no se plantean la idea de una familia que requiera un espacio como las habituales casas horizontales.
David sostiene que la importancia del crecimiento urbano en la ciudad yace también en la ubicación, pues las personas buscan estar cerca de sus necesidades laborales y recreacionales. En consecuencia, este interés propicia un incremento en las propuestas de desarrollo.