El estudio del que se obtuvieron estas polémicas conclusiones fue realizado a 71 mujeres heterosexuales con edades comprendidas entre los 18 y 48 años, y sexualmente activas, a quienes se les formularon una serie de preguntas relacionadas con el tipo de expresiones y sonidos emitidos durante el acto sexual.
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Los doctores Gayle Brewer y Colin Hendrie quisieron saber por qué las mujeres recurrían a estas vocalizaciones y en qué momento del acto sexual decidían emplearlas. Los resultados no resultaron muy halagadores para los hombres, ya que se evidenció que cuatro de cada cinco mujeres apelaban a fingir estos gemidos, por lo menos la mitad de las veces en que no podían llegar al orgasmo.
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Pero esto no fue lo único que mostraron los resultados del estudio. Estos falsos gemidos y ciertas palabras de ánimo tienen como objetivo acelerar el proceso sexual, sobre todo, debido a la fatiga, el aburrimiento, o diversas molestias, pero no una expresión directa de la excitación sexual.
Quizá lo más sorprendente de esta investigación, está en el hecho de que –a diferencia de lo que creen muchos hombres–, la preparación sexual es la que tiene la última palabra en muchos orgasmos femeninos, dejando en segundo plano la relación sexual.