Vida

Frutos de encantamiento

Stefano Poda es escenógrafo, diseñador y coreógrafo

Stefano Poda vino a Guatemala para la presentación de la ópera Macbeth, en noviembre del año pasado. Hace unos días regresó Guatemala para seleccionar las telas para el vestuario de una nueva ópera proyectada para el próximo noviembre, en la Antigua Guatemala.

Poda nació en Trento, Italia. Inició su carrera en 1987 en Brasil. Ha trabajado en teatros de España, Uruguay, Brasil, Argentina, Costa Rica, Dinamarca, Italia y Portugal. Sus puestas en escena han sido grabadas y transmitidas por Televisión Española; en Portugal, Uruguay, Argentina, Brasil y Catalunya.

Ha sido director escénico, escenógrafo, figurinista y coreógrafo de producciones como ?La Traviata?, ?Don Giovanni?, ?Nabucco?, ?La flauta mágica? y ?Anna Bolena?, entre otras.

¿Cuáles son los límites para montar una ópera?

?Yo siempre cuento que empecé odiando la ópera. Desde chico me alimentó siempre un cierto rechazo hacia el espectáculo operístico entendido como separación egoísta de todos los géneros. La ópera es, hasta mediados del siglo reciente, un género en donde la gorda se muere de tísica y tarda tres horas para morirse, la orquesta toca en el foso, el coro canta su parte y todo sigue una fórmula muy convencional con código que sólo al público adicto acepta y exalta. Se va formando un círculo de gente que acepta un código apriorístico al cual tienen acceso personas que se dejen fascinar o que tengan una cultura en este sentido.

?Para mí, la ópera es un método de lenguaje y de compendio de todas las artes. Cualquier espectáculo para mí entra en este límite. No me interesa dirigirme a un público operístico. Tampoco me interesa dirigirme a un público solamente teatral, solamente plástico o solamente visual. Me interesa el público universal. Mi intento ha sido evitar el código anticuado que rechaza a un público nuevo?.

¿Cuáles son los frutos que persigue obtener?

?Frutos de encantamiento. No es la comprensión, es un paso ulterior. Yo lo que pido siempre es que la gente vaya al teatro y se fascine. Creo que lo importante en la vida y sobre todo en el arte es la capacidad de encantamiento. Perdimos una época, a mi juicio muy dura, muy difícil, que la comunicación a llevado, en cinco años, con los celulares, el Internet, pero la moral no ha tenido el tiempo de seguir este proceso, de metabolizarlo.

Yo veo a unas generaciones de jóvenes que tienen acceso a todo pero no saben cómo escoger. Esto es un problema universal. Es un hombre náufrago que necesita amparo y yo este amparo lo encuentro en la ópera?.

¿Es por eso que hay elemento recurrentes en su obra?

?Indudablemente. Cada uno, cada artista tiene una caligrafía, tiene un código, tiene una línea?.

¿Y el niño? (Hay un niño presente en sus producciones)

?En mis ópera siempre hay un niño, siempre la historia de un viaje de conocimiento, siempre un poco como fue, en el caso de la Flauta Mágica, no era flauta mágica, era la montaña encantada de Tomas Mann, un viaje de conocimiento.

Siempre trato de conducirlo a valores con los cuales el público se pueda sentir ensimismado, se pueda reconocer. Me interesa que el público pueda ser espectador de sí mismo. Vas al teatro para tener el tiempo de leer la historia de tu alma en una hora que dura la obra, de encontrarte. No me gusta decir ustedes van a entender lo que es Macbeth o Don Giovanni. Cada uno tiene que hacerlo solo y descubrirlo. Por eso me interesa la abstracción y no el naturalismo?.

¿Cómo concibe la obra que presentarán en La Antigua?

?La idea la tuve exactamente cuando estuve haciendo el Macbeth (en la Ermita de la Santa Cruz). A mí me sedujo tanto, con un poder tan absoluto, el ambiente, que una artista no se puede dejar de entusiasmarse con aquello. Concebí, no sé bien si una ópera, pero un ambiente, una magia, esa ciudad, ese misterio. Estoy fascinando con la variedad de posibilidades y composiciones. Mi intención es llevar esta producción a otros a países?.

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