Vida

Las fotos de Claudio Vásquez

Vásquez presenta su segunda propuesta fotográfica en la sala de exposiciones del Instituto Guatemalteco Americano (IGA).

Esta colección, compuesta por 16 piezas, incluye trabajos cuya clara intención es atrapar patrones lineales comprendidos en la naturaleza y otros juegos visuales implícitos en las modificaciones que el humano ha generado con su constante intervención en el medio ambiente.

Lo que este fotógrafo capta en sus impresiones luce cercano al dibujo, debido al interés que mantiene por las perspectivas lineales. Entre los trabajos se distinguen fotografías con imágenes llenas de trazos que se distancian paulatinamente creando formas contorneadas por sombras que a su vez se convierten en nuevos perfiles.

Soluciones abstractas que toman su sentido en el panorama multicolor que emerge bajo el escrutinio de la observación. Se alejan del mero referente documental para dar paso a la fusión de elementos que conforman el todo.

   

El color es una fuente fundamental de comunicación en esta serie. La brillantez de la luz, reflejada en las texturas elegidas le consienten fundamentar propuestas concretas de elementos plásticos para recrear sujetos que adquieren dimensiones diferentes según las intenciones de su encuadre.

Hay una tendencia hacia la ilusión de movimiento pausado, sereno, que proviene de su experiencia en la filmación de escenas. No hay nada que indique una precipitación hacia el oportunismo casual en lo que al resultado se refiere.

La naturaleza como tal no es manipulada para que aporte información adicional; su producto, por lo tanto, brota de un proceso de observación que le permite elegir tomas certeras en las que no pasan inadvertidos ciertos detalles. Lo importante, pareciera traslucir su fotografía, parte de la necesidad de visualizar el entorno de manera objetivamente ordenada.

   

Los cacharros, los desechos elegidos por él como foco de atención fotografiable, resaltan por las variaciones que el tiempo les ha impreso. La corrosión, fundamento del proceso con el que la tierra reabsorbe la materia, sobresale en los casos correspondientes con todos los valores visuales posibles. Dejan de ser sus fotografías el objeto encontrado para convertirse en la moción material dignificada desde su personal punto de vista.

Una visión poética se puede intuir en los trabajos que incluyen columnas que parecieran surgir de las aguas que las reclaman y que demuestran su armonía en el contraste logrado. Ruinas, si se quiere pensar de este modo, que absorbidas por el océano remarcan la fragilidad con la que el hombre explota los medios a su alcance. Contrapuestas a éstas y remarcando la tendencia humana para agrupar elementos, destacan las fotografías de dulces envueltos en celofán y las sombras de las cornisas. 

El conjunto en general, salvo dos obras intervenidas con filtros, mantiene su coherencia lógica ya sea por la temática, los patrones de secuencia o las texturas. Las dos excepciones se complementan al conjunto por su carácter visual. Con ellas pareciera demostrar que si su intención fuera modificar, el trabajo luciría de otra manera. El resultado es igualmente atractivo.

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