El escritor Yaron Avitov, ahora, mantiene un profundo interés por la región latinoamerica, en la que ha vivido y viaja constantemente a diferentes puntos, con una vocación viajera y literaria.
Avitov (Haifa, 1957) se dedica a documentar, tanto con la escritura como con el cine. Al publicar en español, busca fortalecer los vínculos entre Israel y Latinoamérica, que finalmente, descubrió, no son tan diferentes.
El literato visitó Guatemala para asistir a la Filgua 2019, en donde participó en un conversatorio sobre la historia de la literatura hebrea. También conversó con Prensa Libre sobre su pasión por escribir y su voluntad por viajar constantemente a la región.
¿Cómo se inició ese acercamiento al español?
Escribo mejor en hebreo, sin duda. Pero desde joven soy viajero y visité muchos países en Sudamérica. Antes de visitar ese lugar, en el fútbol me enamoré de la selección de Brasil. Era un fútbol mágico, de la época de Pelé, más en el mundial de 1970. Fue una maravilla. Después, como joven, me enamoré de la literatura sudamericana. Las grandes obras de Borges, de Vargas Llosa, de García Márquez y más. Antes de la primera viista física, ya tenía conocimiento de Sudamérica pero en mi imaginación. Luego también leí de la historia y los problemas sociales que hay aquí.
La primera visita fue en Brasil. Allá se mezcló la realidad con la magia que conocí de la literatura y del fútbol. Debo recalcar que el fútbol brasileño ya perdió su magia. En el transcurso de mis visitas en Sudamérica puedo decir que me sentí en casa, cómodo y bien. Un viajero tiene siempre su intuición en saber dónde un lugar es adecuado para él. Hay países que uno visita y a los dos días quiere regresar a casa o seguir. Aquí en Sudamérica me convertí en otro latino.
Una anécdota que en un país en Sudamérica, al que retorné varias veces, siempre me gusta visitar los lugares más alejados del mundo, conocer la vida real. En este pueblo, al que fui varias veces, recuerdo que un señor me preguntó qué hacía ahí, que si ya era latino o “gringo”, le contesté, de broma, soy mitad israelí y mitad latino. Me preguntó qué mitad era israelí y cuál latina, le dije que mi cabeza es de Israel y mi corazón es latino. Siento que la gente latina es sociable conmigo e intento ser igual con ellos. Conozco la magia y la realidad. Sé que es difícil, que es compleja, pero eso no quita mi cariño por Latinoamérica.
También tenemos que recordar que, en mi caso, estos viajes se convirtieron en literatura. Escribí mucho sobre Sudamérica. Tengo obras en hebreo, mi idioma materno, y obras en español sobre esa región. Hice también cine documental sobre esa zona. Son frutos de mis experiencias en Centro y Sudamérica.
¿Es la primera vez en Guatemala?
No, he estado aquí varias veces. He ido a varias ferias de lectura, pero es la primera vez que asisto a esta en la Ciudad de Guatemala?
¿Cómo se siente de asistir a una feria del libro?
Pienso que es importante incentivar a los jóvenes a la lectura. Estamos en una época preocupante en la que el Facebook remplazó el book (libro). Me parece mal. El libro es una muestra de sabiduría, conocimiento y profundidad. Facebook es una muestra de lo superficial que hay en el mundo. Estas ferias son una ventaja y una herramienta internacional para que siga el amor a la lectura. Los libros dan una ventaja a cualquier ser humano, no solo libros de poesía o prosa sino cualquier libro. Abren caminos para el lector.
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A través de los libros es posible conocer muchas culturas ajenas. Conocí Latinoamérica a través de los libros. Eso me ayudó mucho y expandió mis horizontes. La entrevista es ahora en español y no lo habría hecho si no me enamoro de esta cultura. Encontré muchos vínculos entre Sudamérica e Israel.
Otro detalle importante es que recuerdo mis primeras visitas a unos países en la región. Siempre fui a la biblioteca y buscaba libros de este país. Quería ampliar mi conocimiento. Ahora buscan mucho la información en Google, buscan detalles y adiós. No, los libros permiten conocer de una manera profunda. Ojalá más gente tome esta tarea. Si hablamos sobre literatura, en Israel conocen mejor la literatura sudamericana que en Sudamérica la literatura israelí. Ese es el reto de publicar los libros de literatura hebrea en esa zona.
Usted también busca promover ese intercambio cultural
Tengo varias facetas: soy escritor, poeta, documentalista, compilador y otras cosas. El trabajo del escritor es diferente, es meterse en sus textos, es personal. Escribo sobre mis raíces, mi tierra y sobre Sudamérica. La tarea de compilador es diferente. Tomé ese reto porque aquí no se conoce lo suficiente a Israel. A través de la literatura es posible conocer mucho mejor el alma de un pueblo. Pero los libros no pintan todo en color de rosa, sino que describen la realidad.
Tengo ocho libros en español. Pronto publicaré otro, una novela pequeña sobre relatos. El libro que publiqué recién, Escrito en la ceniza, pero también Luces de Madrid y para mí es importante El libro de la paz.
La literatura derriba fronteras, permite conocer lugares distantes…
…Y también enriquece. Ahora veo un como un fenómeno mundial, con tristeza, como todos andan en las calles con celulares. Cuando yo fui niño escuchaba a los pájaros y vi los paisajes. Ahora la gente en las calles no mira nada. Llegamos a un extremo en el que dos jóvenes, tomando café, que se dijeron “te amo”, pero se sientan, dicen ser enamorados, pero, ¿en qué? ¿Del celular? Llegamos a un extremo. Los libros son como una máquina del tiempo. Así nos enriquecemos intelectual y espiritualmente.
¿Qué se puede encontrar en sus libros?
En español tengo dos tipos de libros: antologías y novelas. En las novelas se encuentra a un extranjero que puede sorprender al lector en el sentido que se siente que conoce la cultura latina, la magia y las costumbres. De una novela me dijeron que no pensaron que un extranjero lo escribió.
Los libros de Israel dan una mirada diferente sobre el pueblo de Israel. Es una mirada más real. Es un paquete que incluye toda la verdad. Si hablamos de Jerusalén, entonces el libro es una muestra de mil años en la ciudad, las épocas y los estilos, además de la realidad de hoy en día. Es una realidad que puede ser, sin dar títulos, una ciudad santa como una ciudad bomba. Hay relatos míos que narran sobre el terror, que es en doble sentido, que hay ataques de terror y el temor de la gente en esta situación. Es difícil, pero muestra también la gran belleza de Jerusalén. Es un paquete especial que incluye literatura, cultura, historia, religión, política… Para un lector para quien quiere conocer el alma y pueblo de la ciudad, es una buena herramienta.
En Latinoamérica hay bastante desconocimiento sobre la Segunda Guerra Mundial. Puedo entenderlo, porque a alguien que no tiene comida tampoco se preocupa por problemas ajenos, pero, yo pregunto, por qué en los colegios y universidades no enseñan la historia mundial. No digo solo la historia del pueblo hebreo. Hay quienes no conocen nada sobre la Segunda Guerra Mundial, una tragedia horrorosa, que murieron millones de personas, además del Holocausto que llevó a cabo el régimen nazi. Si me preguntan por qué a nosotros nos interesa la Segunda Guerra Mundial, contesto que a través de estas obras tenemos los escritores un rol. No podemos quedarnos en casa y quejarnos de la situación. Tenemos que hacer algo para evitar más tragedias. La gente tiene que abrir sus ojos sobre el horror de la guerra y las circunstancias para arreglarlo. Tengo dos libros en esa línea, el libro de la paz, que es un mensaje para la paz, y Escrito en la ceniza es sobre los horrores de la guerra.
También se ha dedicado al cine documental
Pienso que hay un diálogo entre el texto y la imagen, entre la literatura y el cine documental. El cine documental mío está basado en narraciones y testimonios. En la literatura, en parte, es igual. Al escribir uso mi imaginación y llego lejos con ella. En el cine documental estoy pegado a la realidad, dándole un toque poético a través de la narración.
En mis viajes a Sudamérica encontré varios temas que llamaron mucho mi atención para documentar. Son temas llamativos, que tocan el presente y el pasado. Que tienen mucho que ver con la historia y el reflejo que tienen en la actualidad. En Latinoamérica es un caso clave de la llegada en el Siglo XVI y XVII de un porcentaje significativo de migrantes españoles y portugueses a Centro y Sudamérica. Algunos fueron inmigrantes de origen judío. De ahí, por temor a la inquisición, se convirtieron a la fuerza al catolicismo. Hay testimonios de 12 países. Investigué mucho sobre el tema. Viajé y leí mucho. Fue un trabajo difícil pero abrí horizontes. Puse ese tema en debate en una época que había rechazo a ese asunto. Ahora ya se habla más, con más debate. Siento que contribuí al pueblo latino para que conozcan ese capítulo algo desconocido.
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