“El Charro de Huentitán” abandonó su natal Guadalajara en los años 60 con el fin de buscar una mejor vida en la Ciudad de México.
A los 20 años, Vicente Fernández comenzó a trabajar en un restaurante, aunque tiempo después tuvo que regresar a su pueblo natal ante la noticia de que su madre había fallecido de cáncer.
El fallecimiento de su progenitora marcó un año muy difícil en la vida de “El Charro de Huentitán”, ya que soñaba con triunfar en la capital mexicana, pero estar volviendo con su familia constantemente para apoyarlos en este duro momento complicaba todo.
En una de esas visitas a su familia en Huentitán, Vicente Fernández vio por primera vez a Doña Cuquita. El joven que en ese entonces aún soñaba con ser cantante se enamoró de inmediato y no pudo sacarla de su cabeza.
Vicente Fernández comenzó a investigar quién era esa hermosa mujer y poco tiempo después se enteró que se trataba de una de las hermanas de un gran amigo.
Un día, “El Charro de Huentitán” y Doña Cuquita coincidieron en una misma, momento en el que Vicente Fernández aprovechó para acercarse a ella y hablarle.
El intérprete caminó hacia la mujer que más tarde se convertiría en su esposa, le regaló una flor y en ese preciso instante le preguntó si quería ser su novia.
Sorprendida ante esta declaración, la joven aceptó la flor y le dijo que le respondería el próximo domingo cuando se volvieran a ver.
A los pocos días, Doña Cuquita aceptó ser novia de Vicente Fernández. Desde ese momento comenzó su relación, la cual día tras día fue fortaleciéndose.
No obstante, un hombre se interpuso en el camino de “El Charro de Huentitán” y le robó momentáneamente el amor de su novia.
Vicente Fernández continuaba con su sueño de triunfar en la gran ciudad y convertirse en un reconocido cantante y sabía que esto sería un obstáculo para su relación, ya que él no podía quedarse más tiempo en Huentitán.
En ese momento, decidió decirle a su amada que buscara otro novio porque él solo la haría sufrir y perder el tiempo.
Ambos terminaron su relación y eligieron distintos rumbos: Chente regresó a la Ciudad de México para perseguir su sueño y Doña Cuquita se quedó en Huentitán continuando con su vida.
A pesar de esto, tiempo después Vicente Fernández regresó a su pueblo natal y le pidió una cita nuevamente a la mujer que lo había enamorado desde el primer momento.
Luego de la velada, Vicente acompañó a Doña Cuquita a la puerta de su casa sin saber que se encontraría a un hombre desconocido esperándola.
“¿Quién es ése?”, preguntó. A lo que María del Refugio respondió apenada que se trataba de su novio.
“El Charro de Huentitán” supo en ese momento que no podía dejar ir nuevamente a su amada ya que la perdería para siempre.
“Te doy 10 minutos para que lo dejes porque tú y yo nos casamos el 27 de diciembre”, le dijo sin titubear.
Fue así como Vicente Fernández y María del Refugio Abarca se casaron el 27 de diciembre de 1963 en una ceremonia sencilla realizada en Huentitán.