Vargas Llosa dijo que la historia sucede en los Barrios Altos de Lima, donde existe una zona tradicional, aunque ahora ya decadente, conocida como Cinco esquinas, y que si bien recurre a los recuerdos de los meses que trabajó en el diario La Crónica, está situada en la época final del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000).
“Cuando Montesinos utilizó el periodismo amarillo, la prensa chicha como arma política, como instrumento que humillaba, denigraba y hundía en el descrédito a los adversarios y a los enemigos del régimen”, detalló antes de aclarar que, a pesar de este contexto, “no será una novela política”.
El autor recordó que tenía 16 años cuando vivió “tres o cuatro meses” de bohemia junto a periodistas como Carlos Ney Barrionuevo, Milton Von Hesse, Emilio Delboy, Fernando Palao o Becerrita “el médico director de la página roja” que convirtió en uno de los personajes de Conversación en La Catedral.
“Esos tres meses fueron la única época de farra de mi vida, bastante prematura, además. Nunca me gustó mucho el trago, así que las copas me las tomaba con cuenta gotas. Pero sí hice esas cosas que nunca he vuelto a hacer después; quedarme hasta muy tarde, beber entre guitarras y cajones, contando anécdotas, cantando valses…”, rememoró el escritor.
Vargas Llosa dijo que durante la escritura de su nueva novela se disfrazó “con unos anteojos oscuros y unos jeans bien bolsudos” para visitar hasta en tres ocasiones los Barrios Altos, una zona que siempre fue popular, pero ahora es “peligrosa y marginal”.
“Solo una de las tres veces fui reconocido, precisamente cuando me bajé del autor a observar el monumento a (Felipe) Pinglo. Y vi algo muy divertido, una aviso que decía: “Espiritista piurano, atiende sobre todo de noche”. Me pareció tan bonito que lo introduje en la novela a través de un personaje. Parece una cosa inventada”, contó entre risas.
El novelista también reveló que mantiene su rutina de escribir todos los días “desde muy temprano, de una manera muy disciplinada”, a pesar de que la obtención del Premio Nobel le ha traído “muchas más solicitudes para presentar libros, dar conferencias, eventos.”
El autor de El sueño del celta agregó que está “muy contento” de que se esté preparando una bienal que lo homenajeará el próximo año, aunque está “resignado a cumplir 80 años, qué remedio”.
Vargas Llosa manifestó, por otra parte, su respeto por la obra de su compatriota Julio Ramón Ribeyro, quien murió hace diez años y con quien en algún momento mantuvo discrepancias políticas.
“Discrepancias literarias no tuve con él ninguna, yo siempre leí con mucho entusiasmo las cosas de Ribeyro, lo considero un magnífico autor, sobre todo un magnífico cuentista, o sea que mis opiniones personales no han afectado para nada el buen juicio que he tenido sobre él como escritor”, indicó.
Confesó además que escribe poemas “a escondidas”, porque cree que “en la poesía solo se admite la excelencia”, como decía el argentino Jorge Luis Borges, por lo que aclaró que no piensa publicar un poemario porque podrá “hacer todas las locuras, pero esa no.”