LA COLUMNA DE CALA
Vagancia no es felicidad
El estudio Global Home Index, auspiciado por instituciones británicas, argentinas y colombianas, asegura que las actividades domésticas, las cenas y almuerzos en familia y cuidar de los hijos, contribuye a la estabilidad emocional. Es decir, asumir responsabilidades familiares y sociales resulta beneficioso para los seres humanos, sin distinción de género.
Los responsables de la encuesta han querido conocer cómo se aprecia el trabajo requerido en la formación de un hogar, además de sensibilizar a los participantes sobre el valor de su propio esfuerzo en casa, como una contribución al desarrollo humano.
Por países, los argentinos son los que más horas invierten en las labores hogareñas. Mujeres y hombres lideran la lista con 23 y 16 horas semanales, respectivamente. Luego le siguen Brasil, Colombia y Bolivia. El 60% de los encuestados considera que las actividades domésticas ayudan a desarrollar la responsabilidad, la solidaridad y el orden.
Normalizar la cuota de trabajo hogareño entre hombres y mujeres es una labor inaplazable. No se trata de crear leyes ni ordenanzas, sino de generar conciencia de igualdad a través de la educación en todos los ámbitos. En el proceso de construir un hogar emocionalmente equilibrado, resulta importante la perseverancia y la formación de hábitos.
¿Seremos eternamente holgazanes o existe alguna posibilidad de cambiar el panorama? Podemos establecer nuevos hábitos fijando metas realistas, intentando convertir las tareas en algo divertido y celebrando cada nuevo éxito.
Durante mucho tiempo creímos que un hábito podía ser adoptado en 21 días. Hoy se sabe que necesitamos un promedio de 66 días, según las investigaciones de un equipo de University College London. Está claro que el cerebro necesita algún tiempo para afianzar un hábito, pero lo más importante es desearlo. El modelaje de hábitos exitosos es un tema que abordaré en profundidad del 8 al 12 de noviembre, en el quinto aniversario del encuentro “En cuerpo y alma“, en la Riviera Maya.
En el caso que nos ocupa, la igualdad en las tareas hogareñas es una cuestión básica de justicia. Y además, como ha demostrado la encuesta de Global Home Index, el beneficio emocional resulta evidente.