En las primeras décadas del siglo XVIII se hace referencia al Señor de Esquipulas como la imagen de mayor aclamación y su romería la más famosa. En cualquier época del año llegaban al santuario, como en la actualidad, fieles que también provenían de México y Centroamérica. “La romería en esa época era un verdadero sacrificio. Y la hacían miles de personas”, dice Luis García, en su obra Esquipulas.
La primera se efectuó de octubre a marzo de 1595 y el primer peregrino fue el Cristo Negro, cuando salió del taller del escultor Quirio Cataño, en Santiago de Guatemala, hacia Esquipulas, al hacer paradas por los pueblos, explica el cronista de la Ciudad, Miguel Álvarez. “Se dice que venía haciendo milagros en su recorrido”, dice el artista Mario “El grande” Salazar, presidente de la Hermandad del Señor de Esquipulas.
En muchos lugares les pedían que, al menos, por una noche la bella imagen se quedara con ellos para bendecirlos, explica Hugo David López Hernández en su obra La historia del señor de Esquipulas.
El abad de la Basílica, Héctor Sosa, calcula que un millón 300 mil fieles llegan al año a venerar al Señor de Esquipulas, pero la época de mayor afluencia es de noviembre a enero
Las romerías en el pasado, que se hacían a pie desde el lugar de origen de los fieles, podían prolongarse de 15 días hasta un mes. “Aquellos caminos no era tan fácil recorrerlos, especialmente para niños y ancianos”, dice Sosa. En la actualidad, quienes hacen la peregrinación a pie desde la ciudad capital hasta Esquipulas —220 km— recorren un promedio de 40 km diarios, añade. Hay un punto de reunión en Palencia, donde sale un grupo muy grande de personas. Otros, por ejemplo, vienen de Jalpatagua, Jutiapa, a caballo.
Una poesía hecha canción que describe el significado místico de la romería pertenece al cantautor guatemalteco José Ernesto Monzón, llamada Milagroso Señor de Esquipulas.
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