Así como se apunta en la presentación del libro —publicado por la Editorial SET—, Sabino y Castellanos pretenden mostrar una mirada novedosa a los hechos que moldearon a Guatemala durante el centenario de la independencia. Esto se logró mediante el enfrentamiento de publicaciones que han abordado antes el tema, así como de recortes históricos plasmados en revistas y periódicos de hace más de cien años.
La publicación, que puede adquirirse en Sophos, el Fondo de Cultura Económica o la Universidad Francisco Marroquín, se plantea desde una “visión objetiva y desapasionada” de los autores, quienes lanzan preguntas como: ¿Nos independizamos realmente en 1821? o ¿somos hoy realmente independientes? Así, Carlos Sabino y María Lorena Castellanos abordan las premisas en esta conversación, registrada un mes antes de conmemorarse el bicentenario de la independencia en Guatemala.
¿Qué valor encuentran en las fuentes que utilizaron para desarrollar la investigación que dio vida al libro?
Carlos Sabino: De mi parte fue hacer una reconstrucción a partir de armar y ensamblar información de fuentes transcritas. Hay un punto a destacar en lo que refiere a la independencia, ya que el libro tiene un enfoque distinto a muchos otros. Es uno más constructivista y optimista, con el que se tratan de visualizar las situaciones sin una especie de juicio. Hay autores que han cargado sus relatos de este tema de un modo tanto deprimente, pesimista y crítico, como si hubieran podido definir los hechos.
María Lorena Castellanos: En mi caso, fueron importantísimas, porque no ha habido un proceso de investigación respecto de este tema que alguien haya hecho de manera exhaustiva. Las fuentes primarias, entre ellas periódicos, revistas, información del Archivo General de Centro América y otras publicaciones fueron importantes, porque eran crónicas de lo que sucedía día a día en esa época. Me tocó enlazar hechos desde fuentes que estaban desperdigadas, para construir así una narrativa histórica.
¿Cuánto tiempo llevó la elaboración de la investigación para ambos?
MLC: En mi caso fue un proceso de recopilar información durante un año y medio. Esto requirió de la búsqueda de fuentes no solo en el Archivo General de Centroamérica, sino también en el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (Cirma).
CS: Yo había publicado hace ocho años El amanecer de la libertad: la independencia de América Latina, donde vi una imagen no nacionalista del proceso. Pero hace aproximadamente dos años pensé ampliar la parte de Centroamérica relacionada al bicentenario. Conversando con Lorena decidimos ampliar esa parte de manera independiente. Tomé el libro anterior, sus fragmentos del contexto internacional y me puse a escribir durante unos 6 meses. Al final consulté 56 libros.
La Independencia y el Centenario. Una mirada desde el siglo XXI hace un énfasis en los cien años de independencia. ¿Cuál consideran es la importancia de ver este evento desde el contexto del bicentenario?
MLC: Haciendo la investigación encontré un epígrafe escrito por Hernández de León que me marcó. Decía: “Una penumbra me envuelve y a mí se me antoja que el año de 2021 al reconstruirse los hechos de la independencia de su primer bicentenario, tomarán credencial de próceres los autores de la nueva constitución federal”.
Creo que es una proyección al futuro y al presente. Me parece valioso recobrar la información de cómo antes las personas se enfrentaron al centenario, y reconstruir los hechos. Desde nuestro actual contexto vemos las cosas con fatalidad, pero antes era igual. A todas las generaciones les ha tocado una cuota de dificultad. Con el libro no se trata solo de recordar el centenario, sino hacer una parada allí. Comprender los puntos de vista, reconocer las posibilidades que había y saber qué hicieron las personas al respecto.
CS: Con el libro hacemos una especie de apelación a la autoestima del guatemalteco. Antes hubo tiempos difíciles. Así ha sido, es ahora y será siempre. En el centenario se hicieron grandes festejos a pesar de que el país vivía cataclismos, terremotos, luchas civiles y la denominada Semana Trágica en la que Estrada Cabreara realizó bombardeos a la ciudad. El ambiente era festivo, aunque la ciudad estuviera caída y bombardeada.
En el libro preguntan de manera retórica si hoy somos realmente independientes. A título personal, ¿cómo responden esa interrogativa?
CS: Desde el sentido absoluto que plantean algunos, no lo somos. Pero nadie es independiente. Estados Unidos vive en tensión con China, pero necesita de su mercancía. Todos somos interdependientes. Desde hace dos siglos ya estaba eso. No somos independientes de forma absoluta. Hay países que intervienen en nuestra vida porque nos dejamos. Pero sí, también somos independientes: somos una nación aparte y podemos apelar a una Constitución y una soberanía en los casos necesarios.
MLC: Creo que sí. Desde el momento que podemos tomar decisiones como país, tenemos autonomía. Pero no somos independientes desde un punto de vista económico porque dependemos de una comunidad de naciones. Creo que deberíamos apelar al guatemalteco y decirle que, desde nuestro propio territorio, tenemos la capacidad de decisión y podemos optar por decisiones.
Parte de lo que muchos dicen acerca de la dependencia es porque no hemos desarrollado nuestra autoestima como ciudadanos y como país. Si escarbamos en la historia un poco más y nos fijamos en cómo resolvieron ciertos conflictos los antepasados, tendríamos la capacidad de tomar decisiones acertadas o no, a lo largo de la historia. Hay que aprender de eso y no desvalorizarlo.
¿Se hablaría entonces de reconstruir el contexto o que los sujetos se transformen frente al contexto?
MLC: Creo que va a depender de qué tipo de problemática o situación se quiera resolver. Depende mucho de cuál sea la circunstancia para analizarla y así tomar las decisiones. Igual que sucede en relación con una familia, entre mismos miembros o entre dos. Como guatemaltecos no estudiamos nuestra historia y no nos damos cuenta de las veces que hemos logrado resolver situaciones apremiantes.
Libros como este podrían aportar a una revisión de los hechos históricos en Guatemala. ¿Creen que se deban realizar constantes actualizaciones a la información del Currículo Nacional Base, a propósito de hechos contemplados en los Estudios Sociales?
MLC: Creo que el Currículo Nacional Base tiene muy cubiertos los temas que se deben impartir. Más que actualizarlos, implicaría capacitación y actualización de los maestros. Podría haber nuevos conocimientos y datos, pero si los maestros no se actualizan seguirán enseñando lo mismo. Es un tema de actualización magisterial, de buscar y ver lo nuevo. Como maestros deberían tener la obligación moral en beneficio de los estudiantes.
CS: Coincido en que tiene que ver más cómo se aplica a qué se dice del tema. Muchas veces se imparten las superficialidades o se enseñan mecánicamente cosas que la gente olvidará. Otro tema es que muchas veces se enseña la historia como una ideología. Los maestros tratan de convencer a los estudiantes y eso aburre. No solo es filosóficamente equivocado, sino técnicamente inútil. Cuando un joven entiende que lo que se busca es llevarlo a una posición ideológica determinada, repetirá lo que quiere decir el maestro. No podemos convertir el sistema educativo en un sistema de politización.
Carlos Sabino
Carlos Sabino
Con el libro hacemos una especie de apelación a la autoestima del guatemalteco. Antes hubo tiempos difíciles. Así ha sido, es ahora y será siempre.
El libro dice estar planteado desde una visión objetiva y desapasionada. Como especialistas en ciencias sociales, ¿qué consideran provoca que haya libros de historia sesgados por parte de los autores?
MLC: Pienso que hay que contar la historia tal como es; con lo bueno y lo desagradable. Aunque se trate de textos académicos, si no se plasma todo en el libro y tampoco se pone un balance, se puede tergiversar. El libro de historia no debería validar posturas. A veces se considera que los lectores necesitan recibir todo de manera procesada, pero creo que ahí es cuando se puede caer en el error de tergiversación. Si se muestra el panorama tal como es, el lector podrá conocer los distintos puntos antagónicos y quiénes opinaban distinto. Ahí es donde se aprende la lección, al leer las posturas y argumentaciones enfrentadas.
CS: Yo rechazo los calificativos y la actitud despreciativa que tienen algunos autores en sus investigaciones. Para eso, se debe entender antes de juzgar. Se deben ver opiniones en contra, a favor. Como sociólogo trato de encuadrar y perfilar el ambiente de la época, y por eso creo que hay que tomar las cosas que sucedan en el ambiente. Eso puede aportar una visión sociocultural. Para muchos es difícil hacerlo y creo que es el aporte que hicimos con La Independencia y el Centenario. Una mirada desde el siglo XXI.
¿Se trata de un libro digerible para todas las personas?
CS: Tiene un lenguaje sencillo. No está llamado a ningún sector social específico y cualquier persona puede leerlo. No es un libro para la Academia, es para Guatemala. A veces se menosprecia la capacidad de la gente para sacar sus conclusiones. Quien quiera puede hacerlo; el que no, podrá entretenerse. Es un libro ameno que muestra otra perspectiva revisada de la historia en Guatemala.