Escenario

Un edificio efímero

Eran las 16.30 horas del 3 de abril de 1925. La historia del Palacio Centenario, conocido popularmente como Palacio de Cartón, terminó de la misma forma como comenzó: fugazmente.

Después de los terremotos de 1917 y 1918, el Real Palacio —inaugurado en 1787 y en donde se firmó el Acta de Independencia—, al poniente de la plaza, quedó totalmente destruido, a tan solo tres años del primer centenario de la emancipación política.

Por ello, el presidente Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) tenía ambiciosos planes para levantar un nuevo y suntuoso recinto en estilo art nouveau, pero sus pretensiones no se cumplieron luego de ser derrocado.

Como recuerdo, solo quedó la primera piedra que se colocó en 1919 en el predio donde quedaron los restos del palacio.

Ante la carencia de recursos económicos para edificar un palacio formal de gobierno, durante la administración de Carlos Herrera (1920-1921) se erigió en un período de tres meses el Palacio Centenario o de Cartón, una construcción provisional de materiales sencillos, que cumplió únicamente una función protocolaria, nunca fue sede del ejecutivo. Se inauguró el 15 de septiembre de 1921, pero los ministerios y otras dependencias oficiales estaban ubicadas en diferentes sitios citadinos. En ese lugar solo se efectuaban sesiones legislativas.

“Era una estructura de madera y se recubrió de manta y cartón, una especie de arquitectura temporal de la época. Era relativamente pequeño y su estilo era ecléctico”, explica el historiador Haroldo Rodas. “Su esqueleto de madera, rellenado con delgada capa de tela metálica y cemento no ofrecía esperanzas de longevidad… obligando a reparaciones constantes”, se dijo en el editorial de El Imparcial del 7 de abril de 1925. Se afirmó que su construcción costó US$60 mil.

Durante la década de 1920 era evidente el total desinterés hacia la construcción de edificios públicos. “Se necesitaba un edificio visible de gobierno, y eso se llenó con el Palacio de Cartón, que quedo en el olvido entre cenizas”, dice Rodas.

Día de la tragedia

El 3 de abril de 1925, durante el gobierno de José María Orellana (1921-1926), el palacio fue devorado por un incendio, causado por un cortocircuito. Como era natural, este siniestro fue considerado un hecho vandálico y se le atribuyó a estudiantes universitarios que participaban en la Huelga de Dolores.

Junto con el palacio, se convirtieron en cenizas muebles y enseres que los próceres utilizaron para la firma del Acta de Independencia. Las únicas piezas que lograron salvarse, porque fueron trasladadas días antes, corresponden a la colección pictórica de los Próceres, creada por Rafael Beltranena en el siglo XIX; ahora se exhiben en el Museo Nacional de Historia. “Guatemala perdió testimonios de la memoria histórica de Centroamérica”, dice Rodas.

La Colonia Italiana había regalado un reloj que se ubicaba en la Sexta Avenida —hoy Paseo de la Sexta—, entre 6a. y 8a. calles, el cual se detuvo en la hora del incendio. Se cree que compartían la misma conexión eléctrica.

En el lugar donde se construyó el palacio se encuentra actualmente el Parque Centenario, al que se le llamaba de la Fuente Luminosa, la cual fue demolida en 1943 para construir la Concha Acústica.

El edificio estaba asegurado por US$100 mil, contratado por la compañía Commercial Union.

Suntuoso palacio

El sitio donde se encontraba el Ayuntamiento, al norte de la Plaza Central, que también era conocido como Portal del Señor y que había sido derribado antes de los terremotos de 1917 y 1918, fue ocupado por dos pabellones chinos de madera, como obsequio de la Colonia China, para festejar los primeros cien años de vida independiente.

Luego, en ese terreno, durante el gobierno de Jorge Ubico (1931-1944) se construyó el Palacio Nacional —actual Palacio Nacional de la Cultura—, de 1937 a 1943, un lujoso recinto que albergó oficinas gubernamentales.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.

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