El papa Francisco anunció este domingo durante la misa final de la JMJ de Lisboa, que reunió a un millón y medio de personas, que la próxima ciudad que acogerá la macrocita católica será Seúl.
La delegación coreana asume que, en un país donde el catolicismo es minoritario y rodeado de otros Estados donde tampoco es la religión principal, no pueden aspirar a reunir a millones de jóvenes en 2027, pero confían en que también sea un éxito.
“Decenas de miles de jóvenes de todo el mundo irán a Seúl”, aseguró el arzobispo, que avanzó que esperan un impacto algo superior al que tuvo la JMJ de Sydney (Australia, 2008), con unas 300 mil personas.
El objetivo es “impulsar conexiones” entre los jóvenes y que “vivan un intercambio de culturas e historias de vida”.
“Es una gran oportunidad para que Corea comparta su cultura y su diversidad con el mundo”, insistió Chung Soon-taek, que señaló que también permitirá a los católicos “desarrollar y alimentar su poder espiritual y madurar a través de su fe”.
La Iglesia surcoreana también espera que tenga un impacto sobre los fieles del país, después de que con la pandemia el número de jóvenes que van a misa haya bajado.
“Esperamos que los preparativos y la propia JMJ sean una gran oportunidad para desarrollar un mayor vínculo entre la juventud”, insistió.
La JMJ de Corea, donde sólo el 10 % de la población es católica, será la segunda que acoge Asia después de la que se celebró en Filipinas en 1995.