Según apunta la organización internacional, la importancia del arte yace en su capacidad de “nutrir la creatividad, la innovación y la diversidad cultural de todos los pueblos del mundo, y desempeña un rol importante en el intercambio de conocimientos y en el fomento del interés y el diálogo”.
La Unesco también insiste en que estas son cualidades que el arte ha tenido y seguirá teniendo. Asimismo, se indica que, al incentivar el desarrollo del arte también se fomentan los medios a través de los cuales poder “lograr un mundo libre y pacífico”.
Sobre el Día Mundial del Arte, la francesa Audrey Azoulay, actual directora de Unesco, ha mencionado que la fecha recordarnos “oportunamente que el arte tiene la capacidad de unirnos y establecer vínculos entre nosotros incluso en las circunstancias más difíciles”.
Podríamos decir, y recordar, que muchas de las expresiones artísticas que surgen alrededor del mundo se vinculan a experiencias individuales y colectivas en las distintas latitudes del mundo y toman formas de enunciación identitarias en respuesta a acontecimientos culturales, políticos y sociales.
El territorio de Guatemala ha sido ejemplo de una basta manifestación artística desde el período prehispánico hasta la contemporaneidad.
Durante décadas, la necesidad de expresión ha sido reflejada como consecuencia de un entendimiento de historias personales o grupales que se trenzan con hechos alrededor de lo que nos afecta como sociedad.
En 1967, el escritor guatemalteco Humberto Alvarado retomó en su libro Preocupaciones el propósito y filosofía detrás del grupo Saker-Ti, una organización civil formada por escritores y jóvenes artistas quienes se habían reunido para generar diálogos sobre el hacer cultural de Guatemala justo después de la Revolución del 44.
A manera de manifiesto, los integrantes de Saker-Ti propusieron una serie de afirmaciones con las que trataban de explicar el valor del artista frente al contexto que habitaban. En la cuarta premisa se establecía que “el arte está sujeto a los principios y a las formas que la sociedad humana crea en cada época”.
Asimismo, desde Saker-Ti afirmaban que el arte es una de las formas de la conciencia social determinado por las condiciones materiales de vida de la sociedad. En ese proceso histórico también guarda un lugar importante la dimensión temporal que implica comprender los hechos del pasado, el presente y el futuro, sugiere Humberto Alvarado en el libro.
A propósito de ese cruce temporal, presentamos siete grupos o colectivos conformados por distintos artistas de Guatemala que han desarrollado propuestas en solitario, pero que al unirse con otros colegas han propuesto desde distintos lenguajes una nueva forma de comprender la historia del país y su múltiple identidad.
1- Nuevo Signo
Formado durante los últimos años de la década de 1960, el grupo se integró de los poetas Julio Fausto Aguilera, Luis Alfredo Arango, Antonio Brañas, Francisco Morales Santos, Roberto Obregón, Delia Quiñónez y José Luis Villatoro, quienes en su mayoría eran originarios de áreas distantes a la capital.
Además de llevar a cabo publicaciones, desarrollaron encuentros culturales como conferencias y recitales que partían del encuentro con la poesía como bálsamo frente a una época de represión donde la libertad de expresión estaba bajo asecho.
Desde Nuevo Siglo se publicó un libro y más de diez ‘plaquettes’, repletos de versos contextuales elaborados por los diferentes miembros.
Siete grupos de arte guatemalteco que han reinterpretado la historia de Guatemala los últimos 60 años
2- Grupo Vértebra
“Vivimos en un tiempo que nos pertenece y el tuero ya no es el rey de los ciegos” y “Queremos estructurar una conciencia” son dos de las frases contenidas en el manifiesto del Grupo Vértebra, un colectivo integrado en la década de 1970 por los artistas Marco Augusto Quiroa, Elmar Rojas y Roberto Cabrera.
A través de sus creaciones, los integrantes buscaban enfatizar un arte que estuviera comprometido con la sociedad y los testimonios propios en el marco de una época violenta.
Mediante pinturas y montajes multidimensionales, los artistas hicieron hincapié en la pluralidad identitaria y racial del país. Además, sus diálogos se nutrieron del intercambio con artistas tanto académicos como autoformados y populares.
3- Pintoras de Comalapa
Desde el siglo XX, el municipio de San Juan Comalapa en Chimaltenango se ha distinguido por preservar una herencia pictórica de reconocimiento internacional. Parte de esa representatividad se logró gracias al grupo de Pintoras kaqchikeles de Comalapa, formado en la década de 1980 por Paula, Estela y Adelina Nicho Cúmez, Angélica y Berta Mux, María Nicolasa Chex y Margarita Roquel.
Las pinturas surrealistas de las comalapenses tuvieron espacio en exposiciones nacionales e internacionales. Parte de la enunciación grupal servía como respuesta a la tradición expositiva que habían adquirido únicamente los hombres artistas en la localidad.
4- Colectivo La Torana
El grupo, formado en el 2000 por cinco estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos de Guatemala –Josué Romero, Marlov Barrios, Plinio Villagrán, Erick Menchú y Norman Morales– propuso entrado el siglo XXI una mirada extendida, humorística y técnica alrededor de temas como la identidad territorial, la migración y la violencia.
A través de un lenguaje contemporáneo, los miembros de La Torana desarrollaron obras conjuntas sobre expresiones como el muralismo, la escultura y la pintura.
5- Grupo Sotz’il
También originado en el año 2000, el grupo de teatro Sotz’il ha desarrollado desde entonces un cuerpo de obra mutante cuya investigación y creación ha fomentado el cruce de la música, la danza y el arte escénico maya.
El propósito detrás de la mencionada construcción escénica ha llevado a que el grupo maya kaqchikel proponga actos donde se reivindican las historias de lucha de los pueblos originarios. Sus presentaciones han sido vistas en distintos departamentos del país, también como en giras a lo largo de México, Estados Unidos, Chile, entre otros.
6- MACÚ
Los fotógrafos Byron Mármol y Juan Brenner dieron vida en 2010 al colectivo MACÚ: una suerte de plataforma dual en la que buscaban identificar elementos que han puesto en evidencia el surrealismo y la naturaleza caótica del contexto que habitan, a través de imágenes en movimiento o fijas.
Una construcción de propuestas fotográficas y audiovisuales que desafiaban “ideas establecidas en temas de clase social, política y arte contemporáneo”, llevó a que los autores produjeran series de imágenes y videoarte que han sido vistas en Guatemala y otras partes del mundo.
7- Marimba Contemporánea de Guatemala
Desde 2015 y hasta la fecha, el proyecto musical Marimba Contemporánea de Guatemala busca generar nuevas formas de exploración musical, mezclando instrumentos como el bajo, el cello y la marimba, para dar como resultado un subgénero que bebe del jazz, el pop y hasta el metal.
El grupo, formado por Rodrigo Maldonado, Hilda López, Daniel Gonzalez, Libertad Sáenz y Herson Choguix, explora ejes como críticas al autoritarismo, la pluralidad y el ejercicio de la libre expresión.