“No podemos ser indiferentes ante las situaciones que pasan a nuestro alrededor en nuestro país. Justamente es decirle a la gente que no está sola: tenemos una canción y te la damos. Tú puedes ser nuestra voz y nosotros ser tu voz”, agrega.
¿Desde cuándo colabora con Raúl Paz?
Desde el año pasado. Ha sido un poco difícil, pero enriquecedor. Lo conocí gracias a un amigo en común. Solo sabía de su trabajo, pero resulta que él ha seguido los pasos de muchos pueblos indígenas.
¿Por qué ha sido difícil?
Por el tema económico. El éxito que he tenido en las redes sociales ha sido espectacular, y siempre lo voy a agradecer. Mi música surge porque quiero compartir una idea, es para que tenga alas propias y se vaya por el mundo, aunque no vayamos con ella. Hasta ahora mi trabajo ha sido independiente y por eso tal vez ha sido difícil compartir muchas canciones en un año.
¿Madura sus temas?
Trato de no obligarme a escribir sobre un tema. Hay diferentes maneras de crear; en mi caso prefiero que las cosas fluyan, porque si quiero compartirle algo a la gente quiero que sea lo que siento yo también, y que me pueda vincular con todos.
¿La canción Entre la gente formará parte de un álbum?
Desde niña soñaba con grabar un disco y este año lo logré. Ha sido muy sacrificado, se llamará Somos. Queremos lanzarlo en Guatemala a finales de febrero o a principios de marzo de 2019.
Veo a mi música como un hilo conductor de la cultura, y la cultura abarca el idioma, la indumentaria y la cosmovisión, desde el punto de vista de los pueblos indígenas.
¿Seguirá cantando en kaqchikel y en español?
¡Exactamente! De hecho, un 90 por ciento de mis canciones tienen una parte escrita en kaqchikel, para ayudar a su recuperación.
Pero es un idioma vivo: se escribe, canta y hay arte en él…
Hay 23 o 24 idiomas en Guatemala, el k’iche’ es el más hablado. Pero hay otros con solo siete personas. Eso quiere decir que los hablantes son cada vez menos, y aunque el k’iche’ y el kaqchikel sean los más fuertes, se están perdiendo porque desde la invasión, hace 526 años, hay una discriminación y un racismo muy fuertes contra los pueblos indígenas.
¿De dónde viene la pasión que le impulsa?
Tengo 25 años. Durante mi vida me he encontrado en situaciones de rechazo por mi cultura, por la manera en que visto, y con el clasismo también. Tuve un pequeño lapso cuando la discriminación me lastimó tanto que me hacía llorar todos los días y empecé a desconocerme como indígena: no quería hablar mi idioma ni usar mi traje. Hasta que pensé: “Esto es como avergonzarme de mi mamá, de mis raíces y de mi cultura”. Y yo no viví tantas cosas como Rigoberta Menchú, Rosalina Tuyuc o mi madre. Ellas trabajaron para que yo no sufriera tanto, y yo quiero hacerlo por los niños y las niñas.
Lo incluye en el álbum…
De hecho, en este álbum hay mucho de lo que he venido componiendo desde el inicio de mi carrera, pero no soy tan explícita. Quería hacer una fusión entre la música tradicional y la popular: el rock, el pop, y el resultado es etno music y world music. Tiene 14 canciones originales. Es una creación colectiva; trabajé con el director musical Gambeat (Jean Michel Dercourt, bajista de la banda de Manu Chao). Al final es como un tejido.
Con su voz melódica, suave y segura, Sara Curruchich conquistó las redes sociales. (Foto Prensa Libre: Juan Diego González)
¿Cuáles instrumentos toca?
Empecé en un grupo de marimba, en donde yo era la única mujer. Toco muy poco el piano. Y la guitarra, la verdad, ha sido mi amiga, mi compañera, mi confidente. Toco también un poco de percusión y de flauta, que he aprendido con amigos y con abuelos de las comunidades. Me parece precioso cantar a cappella.