“Siempre fui un buen empleado, a pesar de eso fui despedido dos veces por recorte de personal. La pasé muy mal porque yo era el principal soporte de mi hogar tuve que endeudarme con la tarjeta de crédito y fue un tiempo difícil. Pero en ese momento decidí que no quería volver a ser empleado y sería independiente”, señaló el tatuador.
Barahona contó que tomó un trabajo de medio tiempo en una empresa y el resto del día lo dedicaba a su estudio y fue así como nació Graveyard Tattoo Estudio. Su talento se hizo notorio, empezó a tener muchos clientes y luego decidió dedicarse por completo al tatuaje.
Luego de años de trabajo y formación en el arte del tatuaje por medio de la asistencia a convenciones internacionales, Barahona empezó a participar en Expo Tattoo, organizada por José Farnés, fue ahí en donde Megan Massacre vio su trabajo y lo invitó a mudarse a Nueva York para que trabajara en su estudio.
Actualmente está casado y tiene dos hijos, él y su familia ya se encuentran haciendo los arreglos para su viaje y el artista afirma sentirse feliz de continuar su carrera en Nueva York, ciudad a la que califica como la capital mundial del arte.
Intolerancia
Barahona cuenta que fue uno de los primeros en portar el brazo lleno de tatuajes en el país, lo que ocasionó que la gente sintiera temor de él. “Algunas personas se cruzaban la calle cuando me veían”, dijo.
Sin embargo, el artista se muestra confiado de que con el cambio generacional, la sociedad será más incluyente con las personas que tienen tatuajes, pues muchos de quienes ahora son jóvenes y en el futuro dirigirán al país, portan tatuajes.
Además, Barahona cuenta que esa forma de arte también ha ganado mucho terreno e incluso ha tatuado a autoridades religiosas.
“Tatué a un pastor evangélico, quien tiene una maestría en teología y él opina que el contexto en el que fueron escritas es distinto al actual”, concluyó Barahona.