La muestra, que será inaugurada este próximo sábado 3 de febrero a las 11:30 horas en el sexto nivel del Edificio Elma (8ª Calle 6-06 zona 1 capitalina), se podría entender como una exploración atemporal por las hebras multi-materialidades que supo traer a la vida Cabrera.
Un total de 35 piezas narran la exposición que estará en curso hasta finales de mes. Dibujos en cuadernos no antes vistos, una pintura en acuarela, una serie de collages, tres instalaciones sostenidas en madera y varios afiches dan cuenta de un micro paisaje caótico que además de sacudir e inquietar, lleva sin mucho problema a hurgar en los distintos rostros de Guatemala.
Recorrer las tres salas de PuntoDContemporáneo es pasearse también por las indagaciones y las obsesiones que enfrentaban a Cabrera con Guatemala: Desde su interés por las huellas del Ri Laj Mam (Maximón o San Simón), hasta las críticas de la violencia, pasando por su análisis de las formas corporales o las expresiones psicológicas.
“(…) he ejercido una docencia formal o informal, relacionando el arte con todo lo que pueda constituir una aproximación crítica al entendimiento del contexto histórico y sociocultural en general, que la da su consistencia y su razón de ser al arte en sociedades específicas como las nuestras en Latinoamérica“, dijo en 2005 el artista en el llamado Cuestionario para artistas precolombinistas de Centro América.
Cabrera, quien más allá de entenderse solo como un “artista”, podía enunciarse como un humanista crítico interesado en la antropología, la sociología, la docencia, la historia e incluso la historia. Su práctica en estas distintas áreas se ven reflejadas en varias de las imágenes que el artista comenzó a proponer desde 1953, cuando participó en su primera muestra colectiva en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Enap), donde además de haber estudiado, también fungió como maestro.
De acuerdo con Manuel Urbina, director y curador de PuntoDContemporáneo, revisitar las piezas del artista implica abrir una ventana de expectativas generalizadas entre los viejos conocedores de su obra. La nueva exposición de Cabrera sería la tercera consecutiva desde 2022. Ese año se realizó una exhibición en Estados Unidos donde se incluyeron sus obras y en 2023 se mostraron varias de estas en el centro comercial AVIA (Zona 10 capitalina).
Asimismo, el coordinador de la nueva muestra asegura que el evento podría verse como una nueva oportunidad para conectar nuevas generaciones con la mirada disruptiva de Cabrera.
“Para mí es una obra muy vigente. Es importante que los artistas más jóvenes puedan ver esa audacia porque él fue un hombre de ruptura. ¿Te puedes imaginar en los sesenta, ochentas qué habría sido su obra? Para mí es importante seguir expresando sin limitantes y sin censura“, comparte Urbina.
En la serie Refugiados, de la década de 1980, Cabrera propone en lienzos de 50 por 60 centímetros un cúmulo de imágenes al collage compuestas de recortes de revistas, sobres para correspondencia, mapas, salpicaduras de acrílico, dibujos en tinta negra y esténciles.
Las piezas de esta serie, lejos de complacer, sacuden ideas alrededor de la muerte, la complicidad, el abuso de las fuerzas armadas, pero también de la suavidad -presente en un grupo de negativos fotográficos donde aparece el mismo autor conviviendo cotidianamente-.
En su serie de instalaciones hechas a partir de madera y elementos como cuchillos, bolsas, lentes, piedras, entre otros, Cabrera desbordaba sus experiencias materiales.
Para conocer más de las obras de Roberto Cabrera en su nueva exposición, PuntoDContemporáneo puede visitarse martes y jueves de 11 a 13 horas y de 14:30 a 19 horas. Los sábados el espacio está abierto de 11:30 a 17 horas.
Además de la exposición, la mayoría de piezas se encuentran a la venta para coleccionistas.
Otros datos del artista
Roberto Cabrera nació en la ciudad capital en 1939. Sus primeros pasos en el arte se dieron cuando habría alcanzado la adolescencia. En una entrevista con el escritor costarricense Adriano Corrales Arias, el artista habría contado que fue un maestro de la escuela quien logró ver su talento.
En 1953 ingresó a la Enap, pero ya contaba con ciertos conocimientos de color y forma, ya que trabajó como vacacionista y fue aprendiz en un taller de pintura comercial donde estuvo cerca de un año y medio.
Luego de su paso por la Escuela Nacional de Artes Plásticas cursó en la Escuela de Arte y la Escuela de Comercio. A los 18 años años trabajó en un hospital como archivero. Allí se fascinó por las placas radiográficas al conocer qué se escondía en el cuerpo de las personas. Luego de este trabajo logró conseguir una beca en Panamá para aprender sobre cartografía.
También tuvo una conexión familiar e intelectual con Costa Rica, puesto que vivió allí 14 años luego de exiliarse de Guatemala. En el otro país fue colaborador en la Universidad Nacional, la Universidad de Costa Rica y el Instituto Tecnológico de Costa Rica.
Más tarde se convertiría en un inquieto realizador como pensador. Fue coorganizador de grupos como la Asociación de Artes Plásticas y de publicaciones universitarias como Color y forma. También organizó la Asociación CERCA, la ACEIVPA (Asociación Costarricense para el estudio de la Vertiente del Pacífico) y la Asociación Nacional para el Desarrollo y la Promoción de las Culturas Populares (ANACUPO).
Desarrolló su carrera en el medio artístico como pintor, grabador, escultor, investigador y crítico de arte. También fue profesor en la Escuela Preparatoria, la Enap, la Universidad Popular y la Universidad de San Carlos.
En la década de los años sesenta integró el Grupo Vértebra junto a los artistas Marco Augusto Quiroa y Elmar René Rojas.
