Escenario

Reacción de Ricardo Arjona es fiel al retrato del chapín

Abandonar una entrevista que se centraba en aspectos negativos y críticas fue la decisión que tomó Ricardo Arjona y que le valió numerosos elogios en redes sociales.

Sin duda el artista mostró cierta paciencia e intentó llevar el diálogo por otro rumbo, pero el entrevistador Camilo Egaña insistió, lo cual precipitó la salida del guatemalteco del set durante el corte comercial.

Hacia 1871, el maestro del costumbrismo guatemalteco, el novelista José Milla y Vidaurre, elaboró un retrato del chapín, en el cual destaca su nobleza y bondad, pero también su carácter cuando se quieren aprovechar de su paciencia. “Su buen juicio natural analiza y discute”.

Más adelante dice: “y si encuentra, como sucede con frecuencia, que rindió el homenaje de su fácil admiración a un objeto poco digno, le vuelve la espalda sin ceremonia”, justo lo que hizo Arjona ante la insistencia del entrevistador que calificó de “sospechosa”.

A continuación, si desea leerla, está la descripción completa hecha por José Milla, también conocido por su seudónimo Salomé Jil.

“El chapín es un conjunto de buenas cualidades y defectos, pareciéndose en esto a los demás individuos de la raza humana pero con la diferencia de que sus virtudes y sus faltas tienen cierto carácter peculiar, resultado de circunstancias especiales. Es hospitalario, servicial, piadoso, inteligente; y si bien por lo general no está dotado del talento de la iniciativa, es singularmente apto para imitar lo que otros hayan inventado. Es sufrido y no le falta valor en los peligros”.

“Es novelero y se alucina con facilidad; pero pasadas las primeras impresiones; su buen juicio natural analiza y discute, y si encuentra, como sucede con frecuencia, que rindió el homenaje de su fácil admiración a un objeto poco digno, le vuelve la espalda sin ceremonia y se venga de su propia ligereza en el que ha sido su ídolo de ayer. Es apático y costumbrero; no concurre a las citas, y si lo hace, es siempre tarde; se ocupa de los negocios ajenos un poco más de lo que fuera necesario y tiene una asombrosa facilidad para encontrar el lado ridículo a los hombres y a las cosas.

…Le gustan más los tamales que el vol-au-vent, y prefiere un plato de pipián al más suculento roastbeef. Va siempre a los toros por diciembre, monta a caballo desde mediados de agosto hasta el fin del mes; se extasía viendo arder castillos de pólvora; cree que los pañetes de Quezaltenango y los brichos de Totonicapán pueden competir con los mejores paños franceses y con los galones españoles; y en cuanto a música, no cambiaría los sonecitos de Pascua por todas las óperas de Verdi.

Habla un castellano antiquísimo: vos, habís, tené, andá; y su conversación está salpicada de provincialismos, algunos de ellos tan expresivos como pintorescos. Come a las dos de la tarde: se afeita jueves y domingo, a no ser que tenga catarro, que entonces no lo hace así le maten; ha cumplido cincuenta primaveras y le llaman todavía niño fulano; concurre hace quince años a una tertulia, donde tiene unos amores crónicos que durarán hasta que ella o él bajen a la sepultura. Tales son, con otros que omito, por no alargar más este bosquejo, los rasgos principales que constituyen al chapín legitimo; del cual, como tengo dicho, apenas quedan ya unas pocas muestras.”

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: