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Además, ganó otros tres premios: mejor guion, mejor película internacional y mejor dirección, este último para su realizador, Bong Joon-ho.
Sobre su triunfo ya se esperaba mucho, debido a que Parasite (Parásitos, en Latinoamérica) llevaba una racha de éxitos en pasadas ceremonias. En enero se alzó con el galardón a mejor película extranjera en los Globos de Oro, y el año pasado ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes.
Sin embargo, tras lograr su hazaña en los Premios de la Academia de Hollywood y convertirse en la primera cinta surcoreana en ganar como mejor película internacional, el interés por este largometraje ha crecido en las últimas horas en las redes sociales e internet.
Para el análisis
Varios son los elementos que la crítica ha elogiado de Parasite y de su director, un experto en el uso de la comedia oscura para presentar crítica social a través de sus filmes. De hecho, Bong Joon-ho (Memories of Murder, The Host) es uno de los cineastas más reconocidos en Asia y es el favorito de varios realizadores occidentales.
Desde el uso poderoso de la fotografía hasta la fusión de géneros pocos vistos en el cine de Hollywood, Parasite ha cautivado a críticos de todo el mundo, quienes han elogiado la manera en que retrata la desigualdad en Corea del Sur.
Mucho podría decirse sobre qué es lo que exactamente hace grande a este largometraje, pero para explicarlo mejor, Prensa Libre consultó a tres cineastas nacionales, Verónica Riedel (Cápsulas), César Díaz (Nuestras madres) y Julio Hernández (Gasolina, Las Marimbas del Infierno, Cómprame un revólver), quienes comparten su opinión sobre varios aspectos de Parasite.
El guion es muy original
Parasite obtuvo el Óscar a mejor guion original. Se trata, aparentemente, sobre la historia de dos familias, una de clase alta y otra de clase baja, quienes convergen en un punto.
Las personas de escasos recursos trabajan para los adinerados, en un acomodado barrio en Corea del Sur, sin que los millonarios sepan que todos sus empleados son familia. Sin embargo, comienzan a darse sorpresas y giros en la trama que cambian lo que en un momento parece ser una simple comedia con tintes oscuros.
“El guion esta construido de una forma muy exquisita con personajes muy bien dirigidos y con una historia que va tomando fuerza y características sorprendentes con sus puntos de giro originales, hasta llegar a un clímax imprevisto”, opina Riedel.
El director surcoreano busca a través del filme dar un acercamiento muy original “de un retrato importante del ser humano”, agrega la cineasta.
Imágenes con mucho simbolismo
Algo de lo que mucho ha hablado la crítica a lo largo de la temporada de premios es la variedad de veces que Bong Joon-ho utiliza el contraste entre lo alto y lo bajo, y la luz y la oscuridad para representar la desigualdad social.
En la película, por ejemplo, se presenta al principio a sus protagonistas viviendo en un semisótano en un barrio marginal, bajo el suelo. En cambio, la familia adinerada habita una espaciosa mansión en una zona “superior”, a la que hay que subir.
“Todo es simbólico en la película, desde el hecho de que los pobres vivan en un sótano y que para la casa de los ricos hay que subir una cuesta”, dice Díaz.
También se suelen desarrollar situaciones de la familia de clase baja relacionados con espacios de poca luz, como por ejemplo el sótano, mientras que los ricos gozan de planos iluminados, o de actividades al aire libre.
“Todo, todo, todo es simbólico. Los planos, la manera en que está filmado el barrio de ellos y el mundo de los ricos es súper simbólico; los ricos van a estar en una posición visualmente más alta que la gente pobre”, agrega Díaz.
Para el director de Nuestras madres, “la paleta de colores que se utiliza en el mundo pobre es gris, verde; y la de ricos es luminosa. Es una película súper bien pensada y todos los detalles están ahí para contarnos algo, y eso es lo que lo hace un gran director”.
Hernández, por su parte, considera Parasite “una gran película”. “Bong Jon Ho es un autor con una estética particular con la que habla de asuntos sociales que le molestan. Su mayores fortalezas es lo visual e historias que solo podría escribir. Es un cineasta particular. No hace cine sobre cine. Se apropió de las reglas y fórmulas para hacer lo que quiere. Es una película que no necesita el panfleto o que se digan con los diálogos las injusticias. Es sutil y elegante. Además de eso, sus historias son universales”, opina Hernández.
Varios géneros en una misma cinta
En Parasite hay un claro sentido de comedia oscura, sobre todo al inicio. Hay momentos fuera de lo común para reír, de situaciones absurdas y sorpresas que luego nos hacen dudar de si no hay más de un género cinematográfico, algo poco común de ver en el cine comercial.
“Lo que hace grande a Parasite es el cambio de género”, dice Díaz. “Tiene un cambio brutal. Vemos que a la mitad la película se convierte casi en un thriller. Creo que tener el valor de cambiar (de géneros) de esa manera es bien interesante e importante, y por eso es una película grande”.
Durante sus 132 minutos, el largometraje lleva al espectador por un viaje lleno de suspenso, comedia, acción y horror, evocando la sensación de que no nos podemos acomodar porque puede ser que venga de golpe algo totalmente inesperado.
“Parasite logra juntar lo mejor de los estudios. Bong Jon Ho es un tipo que viene de los estudios de Hollywood y que logra tener una película de autor con una reflexión interesante sobre el mundo”.
El hecho de sobresalir en un Hollywood poco incluyente
Desde antes de que fuera nominada a seis premios Óscar, Parasite ya era una gran favorita de la crítica y el público. De hecho, desde el año pasado que ganó la Palma de Oro en Cannes ya arrastraba consigo grandes expectativas.
Gran parte de ese atractivo se debe a que la gente la asoció con la clásica lucha de las películas extranjeras por sobresalir en un circuito comercial en donde se le da prioridad a las grandes producciones de siempre.
— NEON (@neonrated) February 10, 2020
“También emociona que se premie una película de una cinematografía que no es eurocentrista o de corte hollywoodense”, opina Hernández.
“Queda patente que para participar en el Óscar se requiere una infraestructura grande. Corea del Sur es una potencia económica, Parasite es una película cara y gastaron mucho dinero en la campaña del Óscar. El Óscar no es un evento incluyente”, concluye.
Un fiel reflejo de la realidad
Aunque la película tiene elementos exagerados, no deja de ser muy realista, sobre todo porque, al final de cuentas, retrata la desigualdad social que no solo se da en Corea del Sur, sino en la mayoría del mundo. Ese tipo de temáticas universales, combinada con una manera original de narrar una historia, es una combinación ganadora.
Es un filme que, como muchos críticos han dicho, no tacha a ningún a protagonista de bueno o de malo, pues ahonda en lo humano y nos hace reflexionar si lo que somos se deriva de nuestras circunstancias o es por “culpa” de otros.
“Es una mezcla perfecta entre una película de cine de autor con un punto de vista bien definido que tiene q tiene que ver sobre una reflexión sobre la injusticia social y desigualdad, pero con un toque de entretenimiento muy fuerte. Tiene que ver con el director tiene muchos años dándole vueltas a este tema. Creo que la injusticia social es un tema que toca muy profundamente, y además el director sabe contar historias de manera entretenida”, señala Díaz.
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