Antes de comenzar el recorrido el Arzobispo Metropolitana, monseñor Gonzalo de Villa, compartió que la salida a las calles de Jesús de la Merced y la Virgen de la Soledad también representan 300 años de historia de Guatemala en la que han acompañado a la población en terremotos, sismos, epidemias y distintos acontecimientos.
“Estamos esperanzados en que esta salida de Jesús nos recuerde lo que ha ocurrido durante siglos y un momento que marque esperanza, alegría…y el deseo de que la figura de Jesús Nazareno de la Merced, al que tanta devoción se le ha tenido en generaciones, marque un momento crucial en el que se agradezca a Dios por esta oportunidad”, expresó.
Para los devotos, sin duda, la procesión también representa un caminar como penitencia al lado de las imágenes en la que las marchas fúnebres les acompañan.
Los músicos que hoy acompañaron a Jesús de la Merced fueron dirigidos por el maestro Erick Portillo quienes transformaron las notas del píccolo, clarinetes, trompetas, tenores, tubas barítonos, trombones de vara, tubas, bombos, platos, redoblantes, timbales, lira y gong en las marchas más representativas de la cultura de Guatemala.
En total fueron 100 músicos pagados y se invitó a los músicos de Guatemala quienes quisieran participar ad honorem para acompañar. Se estima que en total 304 maestros estuvieron unidos en este acontecimiento.
El maestro Portillo ha compartido en entrevistas que la preparación de este acontecimiento comenzó desde noviembre pasado cuando se autorizaron los cortejos procesionales. Durante el recorrido se estima que serán más de 80 marchas las que serán interpretadas.
“Para mi estar aquí es un gran honor porque estoy prestando mis servicios como anunciador de fe e ir anunciando el cadencioso paso de Jesús…”, dice Kevin Antonio Rejopachi, quien participó en este evento tocando el tambor.
En 2017, 256 músicos estuvieron en el recorrido de la imagen durante la celebración de los 300 años de la Consagración. También en esta ocasión muchos de ellos llegaron a donar su talento.
Orlando Coronado, director de Eventos Católicos, durante la transmisión mencionó que es impresionante ver la cantidad de músicos que están unidos en este evento.
Coronado recordó que el día que se cerró el país debido a la pandemia en marzo 2020, ellos estaban en un concierto de marchas fúnebres y en ese momento los músicos lloraron porque no sabían que iban a hacer si se cancelaban las procesiones, “hoy veo a estos músicos y muchos más acercarse a dar gracias por estos dos años que pasaron, aunque algunos ya no están”, expresó.
Las marchas fúnebres son Patrimonio Cultural de la Nación, según acuerdo ministerial 362-2011, “al contribuir al fortalecimiento de la devoción religiosa”.
En la historia
Las marchas fúnebres se remontan a mediados del siglo XIX, cuando el compositor Benedicto Sáenz hijo, quien en 1852 adquirió en un viaje a Europa partituras de la Marcha Fúnebre Número Uno, de Ludwig van Beethoven, y la Marcha fúnebre, de Federico Chopin (1837), las adaptó para la música sacra durante la Semana Santa en Guatemala.
Expertos refieren que la referencia más antigua relacionada con los gastos de la cofradía por el acompañamiento de música fue para Jesús Nazareno de la Merced. Entre 1654 y 1714 aparecen fondos destinados para pagar a los músicos. En 1679 se pagó un miserere. Primero cantaba el coro de la comunidad —frailes—, después se contrató un grupo de músicos, refiere el artículo Carisma, vocación y corazón, música de exteriores, del libro Contemplaciones.
Asimismo, en la historia el Ejército del Reino de Guatemala participaba en procesiones y llevaba a sus músicos que tocaban algunas fanfarrias.
El cronista de la ciudad Miguel Alfredo Álvarez recordó que en 1947 hubo una huelga de músicos en Guatemala porque querían que se aumentara el pago. Pero el Martes Santo de ese año, los músicos acompañaron la procesión de la Reseña de La Merced, la única que fue acompañada ese año.