Junto a Streep, la heredera al trono de España entregó la insignia al resto de los premiados, entre los que destacan el escritor japonés Haruki Murakami o el atleta keniano Eliud Kipchoge.
Los galardonados, junto a sus acompañantes, desfilaron ante la familia real – los reyes de España, Felipe VI y Letizia, y la infanta Sofía, además de su hermana Leonor.
Durante el evento el discurso de Streep fue una de las partes más emotivas. Esto le valió una gran ovación por los asistentes.
Lo más destacado del discurso
En las redes de RTVE Noticias se publicaron las palabras de la actriz. “”Sus majestades, altezas reales y distinguidos miembros del jurado princesa de Asturias. Estimados compañeros galardonados amigos. Estoy muy feliz de estar aquí esta tarde. De figurar entre los galardonados. En esta hermosa sala, donde si escuchamos podremos oír voces de nuestros héroes del siglo XX y nuestro siglo. Es muy difícil hacerme la idea de que estoy aquí”, dijo para comenzar.
Destacamos aquí tres puntos importante de esta reflexión que por algunos momentos hicieron sonreír a la Princesa Leonor:
La empatía
“El don de la empatía es algo que todos compartimos. La misteriosa capacidad de sentarnos juntos, extraños en un teatro o cine a oscuras, y experimentar los sentimientos de personas que no se parecen a nosotros ni suenan como nosotros, es una capacidad que todos deberíamos llevar dentro de nosotros al volver a la luz del día”, aseguró la actriz.
La intérprete más veces nominada a los Óscar y a los Globo de Oro de la historia reiteró que la empatía es el “corazón palpitante del don del actor”, y es la corriente que lo conecta con un personaje de ficción.
“Es más fácil estar conectado emocionalmente con la vida de personas parecidas a nosotros. Pero siempre me he sentido impulsada también a comprender ese otro instinto, contraintuitivo, que nos lleva a interesarnos por los extraños, esa capacidad imaginativa que tenemos para seguir las historias de personas ajenas a nuestra tribu como si fueran nuestras”, añadió.
Vivir otras vidas
La protagonista de grandes clásicos, como The Bridges of Madison County, o Out of Africa, reconoció que le han criticado por alejarse demasiado de su propia verdad e identidad, tras lo que aseguró que su trabajo consiste en “invadir y encarnar vidas” que no son como la tuya.
En este sentido, comentó que la parte más importante de un actor es hacer que cada vida “sea accesible y sentida por el público que está sentado en un pequeño teatro de Málaga (España) o por ‘streaming’ en cualquier parte del mundo”.
“Una regla que se enseña en las escuelas de arte dramático es que no debes juzgar al personaje que estás interpretando. El compromiso que adquieres cuando te pones en su lugar es mirar el mundo desde el interior de su cabeza”, dijo la actriz en un discurso en el que hizo mención al pintor español Pablo Picasso y a la actriz, también española, Penélope Cruz.
Streep subrayó que, cuando nacemos, “nos identificamos con los demás, sentimos empatía y una humanidad compartida pavorosa”, pero, a medida que crecemos, “nos ponemos a reprimir esos sentimientos” y a “suplantarlos a favor de la autoprotección o de una ideología” y a “desconfiar de los motivos de los demás, que no son como nosotros”.
Un encuentro con Federico Lorca
En la parte final del discurso, la intérprete tuvo un recuerdo para la obra La casa de Bernarda Alba, del español Federico García Lorca, e hizo mención a la frase en la que una de sus protagonistas, Martirio, gritaba: “Pero las cosas se repiten. Yo veo que todo es una terrible repetición”.
“Lorca escribió su apasionada obra dos meses antes de su propio asesinato (de ideas republicanas, fue fusilado en 1936, al comienzo la Guerra Civil española), en vísperas de otro cataclismo. Que pudiera ver desde tan alto, que mirara con tanta distancia los acontecimientos que tanto amenazaban su vida, es extraordinario. Que pudiera expresar, a través de Martirio, una sabiduría que no lo salvaría, pero que sería una advertencia para el futuro, es un regalo para nosotros”, aseguró Meryl Streep.
Streep apuntó que “actuar en una obra como ésta es prestarles a los muertos una voz que los vivos pueden oír”, es el “privilegio” y el “deber” de un actor.