El experimento se basó en la reacción emocional que tenemos las personas cuando olemos el perfume o la colonia de alguien a quien queremos. Así, se intentó comprobar que en los perros se produce el mismo proceso mediante la captura de imágenes del cerebro al ser expuestos a diferentes olores. Teniendo en cuenta que el olfato es quizá el sentido más importante de los perros, la respuesta al olor se preveía aún más importante.
Para el estudio, que ha sido publicado en la revista Behavioural Processes, los investigadores contaron con donantes de olores, ya que las personas no podían estar físicamente en la misma ubicación que los perros para probar las respuestas del cerebro canino a los olores biológicos.
Participaron 12 perros de distintas razas. Los canes olieron hasta 5 aromas diferentes provenientes de perros y humanos (tanto familiares como extraños). Los olores de perro fueron extraídos al frotar una gasa estéril en la zona genital y los olores humanos fueron tomados de las axilas con el mismo procedimiento.
Los resultados mostraron que los cinco olores habían suscitado una respuesta similar en el área del cerebro canino involucrada en la detección de olores, sin embargo, la respuesta cerebral fue mucho más intensa a la vez que unida a una asociación positiva, para los olores de los seres humanos familiares.
Los resultados demuestran que los cerebros de los perros tienen representaciones mentales de nosotros y estas representaciones persisten aún cuando no estamos allí físicamente.