Los anuncios suelen ser lapidarios: ejecutivo de 25 a 35 años. Llevar el currículum a tal oportunidad es más bien una osadía, pero cuando ladra la jauría de recibos de luz, agua, teléfono, mensualidad de la casa, no queda más que intentar escalar otra vez el muro, en tanto se logra vender esta mesita de centro o este auto a cambio de una comisión. Y créame, señor gerente, que lo venderá y sobrevivirá, con o sin su empresa; pero qué compañía no querría a una persona así, no tanto con diplomas o capacitaciones, sino con una meta definida.
Esta persona es real, y la he visto sufrir y levantarse. Amanecer con la sonrisa y acariciar la cabeza de su hijo con la esperanza de quien está destinado a triunfar. ¿Le gustaría darle una oportunidad sin tanta burocracia?