De esa cuenta, Paolo, quien es catedrático de Urbanismo y Diseño, además de consultor en proyectos de territorio, realizó un anteproyecto urbanístico junto a varios allegados en 2010, con el propósito de levantar y crear una ciclovía que atravesara el norte italiano desde los extremos de Venecia a Torino. En total serían 700 kilómetros de camino.
Así fue como nació Vento, una ruta que desde hace poco más de una década se extiende por paisajes naturales, ciudades urbanizadas, ríos y ciudades que aún preservan su arquitectura antigua en el país mediterráneo. Anualmente, la ruta convoca a 400 mil visitantes sobre ruedas.
La construcción de la ciclovía se ha dado en distintas etapas, y ha supuesto diálogos con representantes gubernamentales de Italia, así como con los vecinos de las distintas localidades por las cuales pasa el camino.
“Cuando presentábamos la idea, la gente no creía que fuera a ser posible. Le dije a mis colegas que no teníamos nada que perder. Tomamos nuestras bicicletas y empezamos a visitar la ruta casi a diario”, relataba Pileri en una de las conferencias dentro de la última edición del Volcano Innovation Summit que se realizó del 10 al 12 de septiembre del presente año en Antigua Guatemala.
El evento reunió durante tres días a más de 80 voces de la innovación en áreas como sostenibilidad, tecnología, marketing y comunicación. Los panelistas ofrecieron sus perspectivas sobre cómo aportar a narrativas que puedan potenciar ideas en la sociedad.
Esto no suena para nada ajeno a Paolo Pileri, quien sostiene que Vento ha sido un producto de la imaginación colectiva, pero, sobre todo, que ha existido por la resiliencia: “Siempre supimos que era una idea muy grande, por esto teníamos que creer en ella hasta al final. No debemos olvidar resistir”, compartió el italiano.
La resistencia sobre pedales parece ser un asunto de mayor interés en el mundo y Guatemala no es la excepción. En el país, varios grupos de ciclistas se han organizado para incentivar recorridos grupales con el propósito de reivindicar nuevas formas de movilidad provechosas para el ecosistema y la salud.
A un océano de distancia, Vento también ha procurado que los ciclistas italianos encuentren un espacio donde reconectar con su esencia humana, y también con la valoración cultural de las distintas comunidades por las cuales pasa la ruta.
Paolo contó cómo la unión del tránsito a lo largo del norte italiano le ha permitido entender a él y muchos otros ciclistas, la diversidad identitaria de los territorios que cruzan. El investigador mencionaba que una de las más grandes novedades de la ruta fue el descubrimiento en el consumo de un mismo tipo de pasta a lo largo de distintas ciudades.
“La gastronomía es otro tipo de conexión con las personas. En la ciclovía hemos descubierto varios platillos locales que nos invitan a reflexionar sobre el respeto que debemos tener por las culturas”, apuntaba el italiano.
Según Paolo, este tipo de nociones han invitado a reflexionar durante los recorridos de Vento las posibilidades de preguntarse por el futuro que se desea desde las maneras de encuentro con otras personas. “Es necesario que nos preguntemos por el tipo de turismo que podría llegar a fomentar proyectos como este”, apuntaba.
Los beneficios de esta propuesta también han ido más allá de lo perceptible. Paolo contaba cómo durante los últimos años, las personas dejan ver un sentido de tranquilidad y paz, luego de permitirse explorar puntos inmersos en la naturaleza. Entre las anécdotas del italiano destacó una en que varias personas le habían comentado que no sabían de la existencia de ciertas localidades.
Pileri contaba que esos efectos también decantaban en la emocionalidad ya que, en su experiencia compartida, ha logrado mantenerse “presente” y “tranquilo” lejos del bullicio que implican las ciudades.
El catedrático en Urbanismo y Diseño insistió en que es necesario comprender que este tipo de propuestas ciclísticas no solo benefician a los amantes de las bicicletas, sino a todas las comunidades, así como al país, dados los encuentros e intercambios económicos que se pueden dar en el camino, gracias al turismo.
Todas las personas ganan en esta experiencia territorial, infiere Paolo: “Si es algo que beneficia a muchos, todos lo cuidarán. Pero si es algo que aporta a una sola persona, sería dificultoso de sostener. Por eso queremos reactivar el turismo del abandono”.
Durante su visita a Guatemala, Paolo mantuvo contacto con los impulsores de Biciruta 502, un proyecto que fomenta la construcción de rutas a lo largo del país para que los ciclistas puedan recorrer de forma más segura el territorio. El italiano destacó que, así como Vento, Biciruta 502 tiene el potencial de generar más involucramiento entre distintos sectores guatemaltecos.