Según las investigaciones los restos de ADN neandertal estarían asociados a los genes implicados en la diabetes, el lupus, la enfermedad de Crohn e incluso con el hábito de fumar.
Además, las indagaciones apuntan a que el genoma neandertal podría haber ayudado a los humanos modernos a adaptarse a entornos no africanos.
Hace tan solo cuatro años la antropología sorprendía al mundo apuntando que entre el 1 el 4% del genoma humano (2% de sus genes) provienen del hombre de neanderthal, una especie que apareció hace unos 400.000 años y se extinguió hace 30.000.
A finales de 2013 un artículo publicado en Nature iba más allá y tras analizar el genoma del Homo Neanderthalensis, los investigadores comprobaron las cuatro especies humanas que convivían hace unos 50.000 años en el planeta se aparearon entre sí. Ahora estas nuevas investigaciones dan un paso más en la comprensión de nuestro árbol genealógico.
Según la investigación llevada a cabo por un grupo de genetistas de la Escuela Médica de Harvard, Estados Unidos, y publicada en Nature, los restos remanentes de ADN neandertal en los humanos modernos estarían asociados a los genes que afectan a diversas enfermedades, rasgos e incluso conductas.
Como explica David Reich, investigador de la Escuela de Medicina de Harvard y coautor del trabajo publicado en Nature, “ahora podemos estimar la probabilidad de que una determinada variante genética provenga de los neandertales. Podemos empezar a comprender cómo nos ha afectado este ADN heredado”.
Por su parte los investigadores de la Universidad de Washington secuenciaron el genoma completo de 600 personas no africanas de hoy en día y los comparó con el de los neandertales. Tal y como explican en Science, este análisis les ha permitido comprobar que el porcentaje de genes neandertales en cada individuo es pequeño, pero que en total podría haber sobrevivido en los humanos modernos alrededor de un 20% si juntásemos todas las pequeñas partes que hemos heredado las distintas poblaciones del mundo.
“La historia de la evolución humana temprana es fascinante en sí misma, sin embargo, también tiene implicaciones de largo alcance para la comprensión del genoma humano moderno”, explica Irene A. Eckstrand del Instituto Nacional de Ciencias Médicas Generales, que ha financiado parcialmente la investigación. “Cada pedazo de esta historia que descubrimos nos dice más sobre las contribuciones genéticas de nuestros antepasados para la salud humana moderna y las enfermedades”, apunta la investigadora.