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Rudy Cottón, artista guatemalteco y director del Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida, explica que Recinos fue un regalo de la naturaleza en Guatemala, con una mente única y con la escultura Música grande también muestra su lado nacionalista.
“No solo utilizó la simbología de la marimba con las baquetas y los convierte en un elemento de resistencia que vuelven a los personajes guerreros y simula un tanque de guerra, además cometió la osadia de usar madera y molderarla haciendo de esto una pieza icónica no solo de Guatemala sino del mundo”, agrega Cottón.
El investigador Esteban Arreola en una tesis publicada en la Universidad de San Carlos analizó la obra a nivel semiótico. Explica que en esta pieza Recinos ofrece una visión personal de la sociedad guatemalteca de los años 60, representada por uno de los más grandes íconos de identidad: La Marimba, símbolo de expresión musical muy propia, así como de la fusión cultural entre pueblos indígenas y de Occidente.
“Siendo una figura en los escenarios festivos, la muestra en esta obra como una comunidad defensora y aguerrida, que convierte los instrumentos en armas para defender su identidad, así como la lucha entre los grupos derechistas e izquierdistas y cuyos sistemas de vida, se ven apoyados sobre los pies de la población indígena. Toda su obra es volumen, y al apreciarla trae a la mente de inmediato la imagen de otro ícono arquitectónico que identifica a Guatemala: El Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, diseñado también por este destacado maestro”, describe Arreola.
Los personajes de la obra sostienen cañones y batones, elementos bélicos y represivos utilizados por las autoridades de entonces para ejercer control en forma violenta hacia los actos subversivos y el alzamiento popular. Los pies de las figuras están revestidos con sandalias.
Lorena Recinos, hija del artista, explica que esta era una de las obras favoritas de su padre. “Representó un reto porque sus amigos le sugirieron que la hiciera de bronce, pero prefirió usar el pino y una base de madera”, también expresa que él estaría complacido de ver su obra otra vez en su esplendor “, explica.
Para salvar la obra
Por el estado de conservación en el que se encuentra la obra se corre el riesgo de su posible pérdida. Se ha llevado dos años de negociaciones para lograr un un convenio público privado entre el Ministerio de Cultura y Deporte y Fundación CREA (Rozas-Botrán) quienes trabajarán en su restauración.
A simple vista no se puede observar los daños, pero ha caído 40 grados y de no intervenirse se corre el riesgo que se desplome, explica Ana Lucía González, directora de CREA.
El proceso llevará cerca de 15 meses en los que la obra no estará disponible al público. Comenzará por una desinfección por los agentes biológicos y luego se seguirá con otros pasos que incluyen recrear piezas que se han perdido y un trabajo profundo en la madera.
El equipo es multidisciplinario y reúne a farmacéuticos, ingenieros químicos, arquitectos, licenciados en arte, restauradores de bienes muebles, por mencionar algunos de los profesionales que intervendrán.
El presidente de CREA José Rozas-Botrán, expresa que a través del rescate de piezas como éstas, se refuerza la identidad guatemalteca y se deja un legado para las futuras generaciones.
Juan Manuel Barrientos, coordinador de laboratorio de escultura de CREA, explica que la obra ha sufrido descuidos y por sus materiales frágiles tiene daño de conservación desde ataques de agentes biológicos y también se ha sufrido de vandalismo porque han robado piezas.
Barrientos explica que tiene polilla y existen áreas que están carcomidas. Los barnices están oxidados y perdieron color y existen contrastes por cuestiones que le afectan como el sol y la humedad que se encuentra en el lugar donde está ubicada.
Para llevarla a su condición original se utilizarán fotografías históricas para ver cada parte de la misma.
“Es importante reconocer que esta obra pertenece a 17 millones de guatemaltecos y por eso es considerada un patrimonio cultural”, agrega Cottón.
Más de Recinos
Uno de los grandes artistas guatemaltecos que dejó una huella impresionante en el arte nacional.
El maestro Recinos nació en mayo de 1928, en la Ciudad de Quetzaltenango y murió el 2 de octubre de 2011. Un autodidacta que a los cinco años dibujaba sobre guerras, soldados y grandes batallas. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Guatemala.
Además era atleta y estudió Ingeniería en la Universidad de San Carlos.
Su primer logro como artista lo obtuvo en 1959, cuando ganó un certamen universitario con su cuadro Indigestión de tamales. En 1962 ganó el premio en el Certamen Nacional Carlos Valenti, con su cuadro La huella de mis antepasados. En 1967 se casó con Elsa y nació su hija Lorena.
Entre sus grandes legados están Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, los murales o difusores acústicos del Conservatorio Nacional de Música, la fuente del Parque de la Industria, los murales ponientes del Crédito Hipotecario Nacional, la Biblioteca Nacional y murales interiores y exteriores del Aeropuerto Internacional La Aurora.
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