La Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia abrirá al público del 23 de abril al 27 de noviembre, pero estos días está presentando a los medios de comunicación las distintas propuestas de los más de 200 artistas que exponen en los pabellones nacionales y en los eventos colaterales.
“‘Inclusión’ habla del respeto por las diferencias, aprender que no somos iguales, que somos diferentes, y si mantenemos ese respeto por las diferencias Guatemala va a poder trabajar mucho mejor”, ha explicado a EFE “Chrispapita” (Guatemala, 1982), responsable de la propuesta del pabellón del país para esta edición, que se ubica en la isla de la Giudecca, situada frente a la Plaza de San Marco.
Se trata de una imponente pintura, un acrílico sobre lienzo de 7 metros de ancho por 2,8 metros de alto, que a través del hiperrealismo expone “el engranaje humano e inclusivo como motor del cambio y el progreso en Guatemala”, indica este artista, que estudió odontología y ha sido profesor de anatomía humana.
Con esta obra, el pabellón guatemalteco, comisariado por el ministro de Cultura, Felipe Amado Aguilar Marroquín, defiende el respeto al individuo como parte fundamental de la sociedad.
INCLUSIÓN VS IGUALDAD
El cuadro presenta a catorce personajes, algunos están en el pasado, otros en el presente y otros en el futuro, y cada uno emula un prototipo de persona guatemalteca.
En el centro de la obra, iluminadas, aparecen una madre y una hija, que son una imagen de la esposa y la primogénita de “Chrispapita”, pero que pretender ser una representación de lo más importante que hay en la vida: la familia.
El artista explica que son el presente y que, mientras la madre observa a la niña -su gran preocupación-, la hija mira al espectador porque “la niñez observa todo el tiempo y los adultos tienen la responsabilidad de dar un buen mensaje”.
Rodeándolas se encuentran dos mujeres, que “rinden homenaje a la madre Tierra, a la naturaleza”, y detrás hay dos hombres que son “la protección”.
También evocando el pasado hay un caballero jaguar que, “en la mitología maya, al anochecer se peleaba con los dioses del inframundo para ganarse el derecho de renacer al día siguiente” y simboliza las ganas de “volver a empezar”.
El artista también comentó a Prensa Libre, que los gastos que ha significado presentar el pabellón nacional en Venecia, han sido de su dinero y no de ayuda estatal, además de algunas empresas que creyeron en su potencial y que han contribuido para presentar la obra.
EL FUTURO DE GUATEMALA
Otras cuatro mujeres bailan y son la representación, en el pasado y en el futuro de la alegría de vivir, de que “Guatemala es un territorio en movimiento”.
En el cuadro aparece una mujer con unas uvas que representa el mestizaje de Guatemala con Europa; un hombre con un candelabro, que es el obrero que realiza el trabajo duro cada día; y otros dos personajes con una maleta, uno es un viajero del pasado que lleva “todos los recuerdos, lo que Guatemala ha vivido, las guerras, la discriminación”, y el otro es un empresario joven, decidido, que apuesta por el futuro y “tiene fe en el país”.
“Todos ellos forman Guatemala”, argumenta el artista, quien subraya que hay un decimoquinto personaje, pues la madre, situada en el centro, está embarazada y eso “da continuidad a la obra” y encarna lo que está por venir.
El proyecto cuenta con el aval del Gobierno de Guatemala, a través de sus ministerios de Relaciones Exteriores y de Cultura; y con el respaldo económico de la Asociación Nacional del Café (Anacafe), Ron Botrán, la Cámara de Turismo de Guatemala (Camtur), el Grupo Apolo, Invernowi S.A., la Fundación Paiz, Lua Chips, Saúl, Integra Cancer Institute, Palma Sur, el Museo Ixchel y la Universidad Rafael Landivar.
El pabellón también quiere fomentar el trabajo de artistas emergentes nacionales y tendrá un espacio reservado a seis fotografías de Valeska Meyer, conocida como “Vali”, que forman parte de una serie denominada Santo Tomás.