El maestro Maugdo Vásquez, coordinador de Artes Visuales de la ESArte, USAC, y quien dirigió a los estudiantes universitarios en este proyecto, explicó que el mural consta de tres partes.
Un ideal
“La pared del lado izquierdo, simboliza un ideal, tiene marcado realismo mágico”, dijo, y agregó: “el centro de interés es una balanza de oro, sostenida por tres atlas de la antigüedad, para recordar el compromiso del político profesional en mantener en todos sus actos una actitud justa.
En el lado izquierdo de la balanza se presentan cuatro mazorcas de maíz, roja, negra, blanca y amarilla, en alusión a los cuatro grupos étnicos que conforman la nación guatemalteca; mayas, mestizos, garífunas y xincas. La balanza está inclinada hacia la derecha en donde se situó la Constitución Política de la República de Guatemala.
En la parte superior se ve una mujer que representa a la madre naturaleza que sopla un halo de vida. Con un mundo al fondo, una mano de piel oscura y otra blanca se entrelazan, para representar la fraternidad entre las naciones y la responsabilidad de la ECP, en la formación de profesionales en el ámbito de las relaciones internacionales.
Tres diosas ancestrales simbolizan la edad, el tiempo y las estaciones del año. Una de ellas es una madre con un niño que sostiene varias mazorcas de maíz, como símbolo de que la naturaleza está en constante cambio y renovación.
El sacrificio
Vásquez, explica la mayor cantidad de imágenes se dibujó al centro del mural que simboliza el sacrificio. En ella se presenta la etapa de sufrimiento y vivencias que afrontó la ECP, la Usac y la sociedad guatemalteca en los años de la cruenta guerra interna en Guatemala, en la que fueron sacrificados muchos de los estudiantes, profesores y líderes sancarlistas.
La parte superior representa el mundo de los espíritus, con las deidades mayas, Yum Kaax, dios del maíz, e Itzamná, dios de la sabiduría. A su lado, la justicia clásica y sus escribientes, que toman nota de los acontecimientos.
Se presentan ocho mártires relacionados con la ECP y Usac, entre ellos: Víctor Rodríguez Jaramillo y su esposa Silvia Azurdia Utrera, Aarón Ochoa Ramírez, Hugo Gramajo López y Carlos Contreras Conde, estudiantes de la Escuela de Ciencia Política, secuestrados y asesinados en 1989. Además Manuel Colom Argueta y Oliverio Castañeda, figuras icónicas de la lucha universitaria.
En medio de ellos, el doctor Jorge Romero Imery, secuestrado y asesinado en marzo de 1981, cuando era director de la ECP. Todos los personajes son presentados como eternos testigos de lo que acontece en la historia de nuestro país y en la la Carolina.
Al centro del mural, se ve una pareja de campesinos de Nebaj, Quiché, como símbolo de los pueblos ixiles en donde hubo acciones y políticas de represión que casi exterminan a esas comunidades.
A un lado, se perfilan personajes monstruosos, que recuerdan las organizaciones represivas de las décadas de 1960 a 1980. Un personaje reptiloide con una mano blanca, representa al oscuro escuadrón de la muerte que se conoció como “la mano blanca”, el cual investigó, planeó y ejecutó secuestros y crímenes en esa época.
En contraparte, estudiantes y profesionales de la Usac y la emblemática Chabela, hacen frente a estas fuerzas oscurantistas. La escena surrealista describe en imágenes el poema “Trenos, al cadáver de un desconocido”, de la escritora guatemalteca Luz Méndez de la Vega.
Otra parte refleja la vida cotidiana del guatemalteco, cumpliendo con sus responsabilidades sociales, el trabajo de cosechar la tierra, la producción de bienes y la emición del voto para elegir a los gobernantes. Complementando la escena se ve una figura que representa la militancia guerrillera, ejerciendo contrapeso a las fuerzas represivas en el conflicto armado interno.
La justicia
La pared número tres o derecha del mural, es una idealización de la justicia. En la parte superior la madre naturaleza presenta a un graduado en la Escuela de Ciencia Política de la Usac, cuya misión es convertirse en un agente de cambio dentro de la sociedad en la que le corresponda trabajar. Ambientan esta escena actividades del qué hacer político, proselitista, profesional, gubernamental y de solidaridad, entre otras.
Figuras que representan una marcha enérgica de los diferentes sectores de la sociedad guatemalteca recuerdan a la población su protagonismo en el destino de la nación.
Finalmente, un personaje dentro de un círculo y una diagonal, hace referencia a “no más guerra, no más armas”. Refuerza la escena una niña mestiza que coloca un clavel blanco en el cañón de un fusil, con el clamor “no más abuso de poder, no a la violencia, sí a la vida digna y a libertad”.