De acuerdo con María Eugenia Gordillo, directora de la Hemeroteca Nacional y quien tuvo contacto con su familia cercana, la muerte de Barnoya fue sin ningún dolor. “Se nos fue por muerte natural, sin ningún dolor, de la mano de su hijo Joaquín Barnoya”. Agregó que será velado en Capillas Las Flores, zona 13, hasta el lunes 8 de noviembre a las 16 horas. Luego será llevado a cremación.
“Chepe, desde la juventud, te recordamos y tengo tu poemario que me dedicaste con todo amor. Mi más sentido pésame para sus hijos y familia”, dijo con pesar.
Uno de los primeros en lamentar la muerte del doctor Barnoya fue Edwin Asturias, extitular de la Coprecovid. “Hasta siempre “Chepe Barnoya” escribió Asturias.
Mónica Sarmientos, violinista y actriz de teatro, también se pronunció respecto a la muerte de “El Sordo” Barnoya. “El doctor tuvo una vida extraordinaria, qué no hizo. Era un personaje fuera de serie, era un ícono en la vida de la Usac. Él tenía muchos admiradores como revolucionario y como persona que dio vida a la Huelga de Dolores”, dijo la artista.
La Santa Hermandad de Nuestra Señora La Huelga de Dolores y el grupo Honorables por Siempre, a los que pertenecía Barnoya escribieron: “Se va el huelguero mayor, el maestro, el escritor, el médico e historiador de la Huelga de Dolores, el heredero del insecto, la Chinche Barnoya, su padre. José Barnoya nos enseñó de ética y academia para ser un buen huelguero, hasta siempre Sordo”.
Acerca de su vida
“Chepe” Barnoya, como era conocido por sus amigos, trabajó durante 20 años en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y como profesor de medicina de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac). Sus estudios de especialidad en urología los realizó en Boston y Nueva York, según el Registro Nacional de las Personas (Renap) en el documento Guatemaltecos que dejan huella.
Era hijo de Margarita García y Joaquín Barnoya, uno de los autores de “La Chalana”, himno huelguero utilizado en la Huelga de Dolores por los estudiantes de la Universidad de San Carlos. Durante sus años de estudiante de medicina en la Usac se opuso al gobierno de Carlos Castillo Armas.
Vivió en una casa frente a la Iglesia de Santa Rosa, zona 1, que fue edificada en 1776. Por muchos años sirvió como Palacio Arzobispal. En 2016 los dueños decidieron hacerla un centro cultural municipal llamado “Casa Barnoya García”.
Su amor a las letras
Además de su profesión como médico, se desarrolló como escritor. Fue reconocido por sus peculiares columnas de opinión en medios como El Imparcial, Siglo XXI y El Periódico. Además, publicó obras de poesía, cuentos, relatos históricos, y novelas, entre ellas: La última navidad y algo más (1967), Primeros pasos de una niña cualquiera (1968), Entre la risa y el llanto (1969), Siempre vivas a la muerte (1981) y Cosas de niños (1970). También se puede mencionar: Letras (1983) y Panzós y unas historias (1984, 1986 y 1990).
Entre sus relatos históricos se encuentra Historia de la Huelga de Dolores (1970) y Amigo mártir (1974) y las novelas Al cruzar la calle (1981) y Los cien años del insecto (1996). En 2004 publicó una selección de sus columnas de opinión, titulada Hablando solo (2004).
“Barnoya roza la genialidad en la mayoría de estos retazos con los cuales pespunta una historia, la de este país, plagada de soledades y lágrimas. Y con esa picardía del que sabe que el arte de escribir consiste en expresar sentimientos sin citarlos por su nombre, pinta al lector un violín y le deja sin moraleja, pero, eso sí, con un sabor a aguarrás que hace arder las encías”, escribió Francisco Pérez de Antón como descripción al libro Últimas Palabras (2011), publicado por F&G Editores.
Reconocimientos
En 1982 José Barnoya García recibió una mención honorífica en el “Certamen Permanente 15 de septiembre” del Ministerio de Cultura y Deporte. Además, en 1988 obtuvo el “Premio de Crónica Inédita” de la Municipalidad de Guatemala por su obra La ciudad que perdió su identidad.