En este lugar se observa cómo sería el camino de este insecto, sus recorridos, el impresionante tamaño en su mundo y otras interpretaciones que el público quiera darle.
El nombre del mural es parte de la serie Niño color que Milah lleva algunos años desarrollando y que ha evolucionado. Comenzó desde sus primeros años cuando decidió convertirse en artista. Al principio se dedicaba a propuestas en tinta china, blanco y negro. Luego vino el mundo colorido.
Nació en la ciudad de Guatemala el 24 de septiembre de 1987 y ahora tiene 34 años.
En una entrevista nos comparte que desde su niñez fue muy inquieta y traviesa. Siempre se mantenía haciendo algo y creando juegos. “Desde siempre me ha gustado dibujar. Tengo dibujos que conserva mi abuela que comencé a trazar cuando tenía 4 años, pero ella todavía no me los quiere dar. Mi mente y la imaginación siempre han estado presentes en mi vida”, dice.
¿Cuándo y cómo empieza su viaje autodidacta?
En el 2014 trabajaba en una empresa vendiendo repuestos industriales, era gerente de Ventas. En ese entonces fui a un café, tenía un lapicero y ahí empieza mi carrera en una servilleta. Dibujé una libélula, el animal favorito de mi mamá. Me percaté que al dibujar garabatos, animales y formas, me quedaba perdida en el tiempo.
No dejaba de dibujar, al principio siempre blanco y negro. Decidí renunciar al trabajo y tirarme al agua y ser pintora. Fue un momento de locura, decían, porque yo no estaba preparada académicamente ni conocía las técnicas del arte plástico. Después de ocho años sigo siendo autodidacta, aprendiendo a mi forma, estudiando y leyendo.
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¿Qué le entusiasmaba y qué deseaba en su carrera artística?
Lo que más me entusiasmaba es que no tenía camino, no tenía dirección y no sabía qué iba a pasar. No conocía a nadie del ámbito artístico en Guatemala. Conseguí un trabajo de medio tiempo para poder mantenerme y dibujar todos los días. La gente me comenzó a apoyar y a comprar mis obras hasta que finalmente solo me dediqué a dibujar y pintar. Mi primera residencia artística fue en Cusco, Perú. El Ministerio de Cultura de ese país mandó la carta a la cual apliqué y fui seleccionada para ir con diferentes artistas. Éramos 13, nos unimos con activistas de problemáticas en Cusco para plasmar las ideas y denuncias de estos colectivos.
Participé en una exposición colectiva en Colombia de miniaturas, a donde envié la obra, y en otra en El Salvador. También elaboré un mural en Wynwood Walls Street Art District, en Miami, Estados Unidos.
¿Cuáles han sido sus murales más especiales?
El primero fue el más especial, el de la Mariposa de Milah en Avia, porque fue un reto. No sabía hacer dibujos a escalas mayores, pero comencé a hacerlo y no paré. Cuando terminé quedé conmocionada, no podía creer que lo había logrado.
¿Qué recordará más de la pandemia?
En la pandemia me dediqué a hacer una exposición para galería El Túnel, por primera vez virtual, que se llamó Niños en cuarentena. Recuerdo haber tenido bastante miedo cuando nos encerraron, no sabía qué iba a pasar. Mucha gente estaba sufriendo y eso me mantenía triste, pero no dejé de pintar. Gracias a Dios, después de dos años ya está pasando la pandemia.
¿Podría compartirnos más de Expo Dubai?
Me mandaron un documento para convocatoria de una residencia en el desierto de Liwa. Fui seleccionada con mis demás colegas, Guillermo Canton, Mariana Tenas, Emilie Dubois, Nathalie Siman y otras personas.
Expusimos en la galería Art Hub, en el World Trade Center de Abu Dhabi. De inmediato forjamos un vínculo especial con mis colegas; estábamos emocionados. Nos llevaron a comprar la pintura y nos dieron los lienzos y ahí comenzó la magia. Al principio, como siempre, no tenía idea de qué pintar. Entonces decidí entrar al desierto algunos días para poder inspirarme.
Usted escribió: “El desierto me ha cambiado, mi mente y espíritu están conectados con la belleza que el mundo puede tener para nosotros”.
¿Qué le ha impresionado más de este espacio de arena y soledad?
Yo nunca había estado en un desierto. La arena era dorada y fue impactante ver las dunas, en un silencio total y de una belleza inexplicable. Me conecté conmigo misma, pude tener momentos de reflexión y paz. Encontré inspiración para pintar.
¿Qué piensa de los desiertos y los momentos duros de la vida?
Pienso que son los mejores momentos que puedo tener. El dolor es la piedra angular del crecimiento. A veces hay que quedarse en silencio para encontrarse a uno mismo y a la vez, a Dios. Es necesario en la vida de un artista, desde mi punto de vista, tener momentos de soledad, porque los momentos duros son cuando uno puede tener más creatividad.
¿Cuál es su visión del futuro del arte en Guatemala?
Quisiera hacer más murales en Guatemala, seguir creciendo emocional y mentalmente. Me gustaría mucho que dieran más oportunidades al arte guatemalteco para exponerlo.
¿A quiénes admira en el arte?
Admiro a todo artista que se decide a vivir por el arte.
¿De qué manera describiría su proceso creativo y qué siente al estar en contacto con los colores y las formas?
Mi proceso creativo es muy cambiante, puede ser un día cotidiano o experimentar algo importante. Creo que mi proceso creativo es la vida misma, es mi vida y mi historia.
¿Cómo define su técnica de trabajo?
Tengo varias técnicas. Realizo arte en tinta china, en acrílico, acuarela, óleo y resina. Técnicas experimentales, que todo el tiempo están cambiando y evolucionando.
¿Qué proyecta para el futuro?
Abrir una academia de arte y mandar a artistas a otros países a experimentar residencias.
¿Podría hablarnos del Proyecto Ariadna y cómo está involucrada?
Cada cuatro meses saco un diseño de ropa. El proyecto se llama Milahelp by moon y lo comenzamos con Lisa Pashke para ayudar a una causa.
En la venta hay una porcentaje de donación para ayudar. Proyecto Ariadna está dedicado a ayudar a gente con adicciones, en un centro de rehabilitación de drogas y alcohol.