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Martín Corleto: educador de nuevas generaciones de músicos en Guatemala

Prepara nuevas generaciones de músicos desde que era muy joven y actualmente es director del Conservatorio Nacional de Música Germán Alcántara.

(Foto Prensa Libre: cortesía Orquesta Sinfónica Nacional)Martín Corleto nació en 1982 y desde su niñez ha estado involucrado en la música. Parte de su formación la tuvo en el Conservatorio Nacional de Música Germán Alcántara. Ha sido invitado a participar en diferentes proyectos dentro y fuera de Guatemala.

En su hoja de vida, Martín Corleto destaca su experiencia dirigiendo orquestas profesionales y juveniles en la región. Ha sido administrador de proyectos del sector público y de algunas organizaciones no gubernamentales. También ha sido promotor de la educación musical como herramienta para el desarrollo comunitario e impulsor de proyectos interculturales.

Entre 2006 y 2019 estuvo a cargo del Centro de Desarrollo Artístico Infantil de San Juan Sacatepéquez, auspiciado por World Vision Guatemala, e implementó el Método Suzuki, del cual fue pionero en el país. También fue director titular de la orquesta sinfónica maya kaq’chiquel de World Vision, Sonidos de Esperanza, y director musical y académico del Centro de Desarrollo Artístico.


¿Cómo es crecer en una familia de artistas?


Mi padre fue Manuel Corleto, dramaturgo, actor y director de teatro; novelista laureado y pintor, y Patricia Orantes Córdova, directora de teatro y destacada actriz.

En casa siempre hubo una guitarra o un teclado, y era fácil para mí y para mis seis hermanos. Ahora ellos son músicos, pintores y hay cineasta. Nuestros patios de juegos fueron los jardines y salones del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. Pero mi influencia vino de la utilería sonora en el taller del maestro Joaquín Orellana, que se encuentra en ese lugar.

Contar con el apoyo de la familia es muy importante y teníamos el soporte de nuestros padres. Mi mamá tuvo una tarea importante y nos llevó a varios lugares en la niñez, como la Universidad Popular, e hicimos un poco de teatro; a la Escuela de Danza y, por último, nos trajo aquí, al Conservatorio Nacional de Música, mi primera casa de estudios en música. En ese entonces mi hermana Gabriela María tenía 10 años y yo, 12. Ambos somos músicos profesionales. Ella está en la Sinfónica Nacional actualmente.


¿Cómo se elige especializarse en un instrumento en el Conservatorio?


El Conservatorio Nacional de Música cuenta con todos los instrumentos orquestales, viento madera, viento metal, de cuerda, percusión, marimba, piano, arpa, canto y ópera. Todos y cada uno de los intérpretes tienen una historia peculiar con su instrumento, desde aquellos que soñaban con el aprendizaje de un instrumento en particular hasta aquellos que sienten que el instrumento los eligió a ellos, o la intervención de un maestro que les motiva a estudiar uno. En mi caso eran los instrumentos que estaban disponibles, así que fue el saxofón y finalmente me quedé del lado del clarinete. También toqué marimba y me he dedicado a la dirección de orquesta.

Elegir un instrumento es como un romance, a veces hay amor a primera vista, otros que se conocieron desde pequeños, y están quienes al principio no se caían bien y más adelante se enamoran.


Usted ha tenido la oportunidad de gozar de becas en el extranjero. ¿Cómo lograr ese proceso?


Antes no existía una oferta amplia para estudiar música, éramos afortunados quienes estudiábamos en el Conservatorio. Actualmente no solo se mantiene el Conservatorio, sino han surgido otros proyectos como escuelas comunitarias, conservatorios en los departamentos y, además, algunas universidades han abierto campo a la formación musical.

En mi caso, casi toda mi formación musical ha sido gratuita. Maestro de Educación Musical por la Escuela Normal de Maestros de Educación Musical, estudiante del Conservatorio Nacional de Música, ambos gratuitos; beca en la Federación Rusa gracias a un convenio de cooperación internacional, gratuito; pude tomar estudios en dirección en EE. UU. con un apoyo económico del Gobierno. Agregaría las oportunidades en diversos proyectos a través de orquestas juveniles, de la Orquesta Sinfónica Nacional y otros, a veces parcialmente financiados. No es fácil, pero sí posible, con orden, formar una carrera profesional en este país.


(Foto Prensa Libre: cortesía Vinicio Quezada)
Martín Corleto, en una sesión con padres de familia de estudiantes del Conservatorio Nacional de Música, en mayo del 2024.

Usted formó parte de un proyecto infantil exitoso en San Juan Sacatepéquez.

Estuve en este proyecto durante 15 años. Es una de las épocas más impactantes de mi vida. La primera persona transformada durante esta experiencia fui yo. Esta comunidad me recibió como un igual y desarrollamos algo importante para los niños y niñas de este lugar. El programa continúa. Ahora se llama Asociación Ri Nab'ey Qach'abal, “Nuestra lengua materna”, y los visito eventualmente. Asistí a su 20 aniversario y vi cerca de 200 estudiantes en el escenario.


¿Qué tan difícil es encontrar instrumentos para la práctica de los estudiantes?


La música es una disciplina onerosa. Tenemos que lidiar con instrumentos que son obras tecnológicas y artesanales; requieren accesorios.

En el caso del Conservatorio, tenemos la disponibilidad de préstamo para los estudiantes cuando reciben sus clases. Pero es necesario que la familia del estudiante haga el esfuerzo por adquirir un instrumento. Las compañías fabricantes de instrumentos tienen una línea escolar, que es más económica.


¿Cuando era estudiante soñó con ser director de esta institución?


Si lo pensé, pero de una forma improbable. Fue algo inesperado, se dio la oportunidad y me sometí al proceso de selección, y aquí estoy desde abril de este año. El Conservatorio Nacional de Música es una institución reconocida que el 6 de agosto cumplió 149 años.


El próximo año será una fecha importante que recordará a su fundador, el maestro italiano Juan Aberle, que en 1875 logra la asignación presupuestaria.


En este camino y viendo el recorrido, ¿qué significa la música para usted?


El poder transformador de la música es innegable. Permitirse uno que esta fuerza toque y mueva al ser humano es especial. Invito a los lectores y a todo público a disfrutar de las artes y también del deporte. Esta hiperconectividad y la tecnología es un peligro que nos desconecta de nuestra parte espiritual. Tratemos como seres humanos de acercarnos al arte y cultivar nuestro espíritu. Apoyemos a los espacios culturales nacionales, paguemos por verlos.

ESCRITO POR:

Ingrid Reyes

Periodista de Prensa Libre especializada en periodismo de bienestar y cultura, con 18 años de experiencia. Premio Periodista Cultural 2023 por el Seminario de Cultura Mexicana y premio ESET región centroamericana al Periodismo en Seguridad Informática 2021.