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Luis Guillermo Solís: Una radiografía epistémica para Centroamérica

El investigador costarricense habla de los desafíos y las posibilidades de articulación en Centroamérica, ante la “tormenta” sociopolítica que afronta la región.

Luis Guillermo Solís: Una radiografía epistémica para Centroamérica

Luis Guillermo Solís es autor y coautor de 10 libros y 60 artículos especializados en historia, relaciones exteriores y política costarricense y centroamericana. (Foto Prensa Libre: Cortesía Festival Centroamérica Cuenta)

El 26 de mayo concluyó la undécima edición del Festival Centroamérica Cuenta, donde se reunieron las voces de escritores, periodistas, educadores, investigadores y artistas de diferentes partes de Iberoamérica.

El evento, que se realizó este año en Panamá, se ha distinguido en más de una década por dialogar alrededor de la historia hispanoamericana a través de conversatorios, talleres y presentaciones de libros.

En esta ocasión, el festival impulsó Las cuentas de Centroamérica: semblanza de la Centroamérica contemporánea, un libro que recopila ensayos escritos por pensadores, quienes reflexionaron sobre el protagonismo de la violencia, el desarrollo, las mujeres, el agua, la democracia y la dictadura en el istmo centroamericano.

Bajo el encargo del escritor nicaragüense Sergio Ramírez —coordinador de Centroamérica Cuenta y que se encuentra exiliado en España por el régimen de Daniel Ortega—, Las cuentas de Centroamérica nació también de la mano del autor y exmandatario costarricense Luis Guillermo Solís, a quien se le encargó la coordinación del libro.

Solís fue elegido dada su experiencia como historiador, catedrático e investigador en distintas áreas humanísticas. En el presente diálogo conversamos junto al autor a propósito de su labor recopilatoria, así como exploramos sus impresiones y criterios respecto de las fracturas, como la imaginación política en la región centroamericana; esta zona geográfica que parece tan próxima como distante a la vez.

¿De qué manera fue concebida esta primera edición de Las cuentas de Centroamérica? ¿Cuáles fueron algunos de sus retos?

Se concibió como un encuentro de voces de hombres y mujeres en igual número de todos los países de la Centroamérica histórica. La idea era hablar de temas centrales de la agenda regional, escogidos aleatoriamente por mí. Dejamos afuera muchos temas, pero la idea es replicar la experiencia, ojalá cada año, y con coordinadores diferentes. De esa manera, sería un libro lo más actual posible, una “fotografía de la Centroamérica nuestra de hoy”, como decía Sergio —Ramírez—.

Los ensayos son nuevos y cubren desde la libertad de expresión y de prensa hasta otros, como violencia, mujeres y poblaciones indígenas. Hemos tratado de que sea un libro que genere interés por una zona que tiene mucho que decir en estos días; por eso quería que fuera escrito de manera sencilla, para que la gente lo pudiera apreciar sin necesidad de ser especialista.

Esto es algo complicado, cuando algunos de los autores y de las autoras son reconocidos académicos y que en el libro escriben en una forma como no escriben nunca. Otro factor complicado fue que las experiencias personales de algunos de los autores no podían quedarse afuera de sus textos. En el caso de los periodistas agredidos por regímenes autoritarios, era imposible decirles que no incorporaran esas vivencias.

Luis Guillermo Solís: Una radiografía epistémica para Centroamérica
La publicación incluye ensayos inéditos de 11 profesionales estudiosos dentro del istmo centroamericano. (Foto Prensa Libre: Cortesía Festival Centroamérica Cuenta)

¿Cómo se escoge entre tantos especialistas a los más calificados para analizar Centroamérica?

Por mi condición de docente y de investigador, he conocido a mucha gente calificada y fueron estas personas a quienes les pedí opinión. Son personas nativas de la zona, con excepción de dos, quienes miran a Centroamérica desde la Unión Europea y Estados Unidos. A todos les solicitamos que su enfoque nos permitiera que viéramos a la región como una suerte de unidad temática, aunque sabemos que hay grandes diferencias que separan a nuestros países.

Hasta ahora, ¿cuál es el hallazgo más significativo que le ha dado el libro?

Tengo 66 años, y 40 de ellos he estado viajando por Centroamérica. Poder haber sido testigo como actor central de muchos de los acontecimientos de nuestra región en los últimos 40 o 50 años, y ver eso reflejado en los textos de jóvenes autores —porque todos son menores que yo— para mí fue muy satisfactorio.

Y también constatar que nuestra región todavía tiene mucho por hacer para poder convertirse en un punto integrado, democrático, plural y respetuoso de los derechos. Uno podría pensar que Centroamérica ya no tiene arreglo; sin embargo, hay destellos de luz en esta obra.

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Un hecho como el acuerdo de Esquipulas es prueba de los esfuerzos de integración por una Centroamérica en paz. ¿Qué une a la región en la actualidad?

Nos une la necesidad de atender como región desafíos como el cambio climático, el crimen organizado, las migraciones o el fenómeno del hambre, que se ha convertido una vez más en una de las realidades cotidianas más complicadas de la zona. Por desgracia, uno de los instrumentos que tendríamos más a la mano para avanzar en la lógica de una Centroamérica diferente es el Sistema de Integración Centroamericana (Sica).

No obstante, el sistema ha venido sufriendo una serie de atrasos en su capacidad de gestión. Nos hemos subsumido en un caos burocrático, que no nos ayuda para nada y nos deja indefensos como un barco sin timonel en medio de una tormenta. Duele, porque en los años noventa veíamos con mucha esperanza una Centroamérica que salía de la guerra y se encaminaba hacia el desarrollo sostenible con la Alianza para el Desarrollo Sostenible, que fue el marco conceptual que se articuló en torno a los planes de paz, y ahora hasta una dictadura tenemos en la zona.

“La capacidad de definir un rumbo o un norte para un Estado es la responsabilidad de un pueblo organizado, educado y consciente de su lugar en la historia”.

Luis Guillermo Solís, historiador, catedrático e investigador de política regional

¿En qué términos sería beneficioso acercar a Centroamérica y por qué insistir en su conexión?

El concepto de conectividad mundial es un factor determinante para el futuro de la región. Temas como la unidad frente a las adversidades climáticas, la amenaza del crimen organizado o el intercambio de conocimiento por vía de nuestras redes de universidades sería mucho menos difícil de atender juntos que separados.

Sigo pensando que la lógica de la integración centroamericana sigue sustentada en una idea sencilla de entender: somos demasiados países, todos muy chiquitos, para competir con éxito en un mundo de relaciones globales, si estamos separados los unos de los otros.

Por lo tanto, nos conviene más buscar esa integración sobre la base de agendas que tenemos que negociar en el marco de un sistema como el Sica, precisamente.

Ha hablado sobre la dictadura en la región. En ocasiones, gobiernos autocráticos se han instalado en el poder por vías democráticas.

La gran oportunidad democrática se nos presentó con Esquipulas, porque pasamos de ser una región en su mayoría gobernada por regímenes militares a una en donde todos los gobiernos, hasta el de Nicaragua —antes de los últimos mandatos de Daniel Ortega—, fueron gobernados por demócratas que surgían en elecciones democráticas, libres y justas. Ahora nos estamos devolviendo a momentos en los cuales prevalecía la violencia y la falta de rendición de cuentas.

Luis Guillermo Solís: Una radiografía epistémica para Centroamérica
Solís junto a Sergio Ramírez durante las últimas jornadas del Festival Centroamérica Cuenta. (Foto Prensa Libre: Cortesía Festival Centroamérica Cuenta)

En uno de los foros sobre Las cuentas de Centroamérica hablaba sobre gobernar y mandar. ¿Cómo diferencia estos conceptos en la región?

Yo quisiera imaginar una Centroamérica en donde las fuerzas sociales organizadas de la sociedad civil puedan desplazar a los gobiernos que atentan, limitan o impiden el desarrollo de estructuras gubernamentales plurales, de elecciones libres y de economías justas.

Pero es muy complicado, porque requiere lograr articulaciones políticas entre sectores de la sociedad civil y del sector económico que estén dispuestos a enfrentarse en su momento a cuotas de altísima represión y violencia, como lo hemos visto en el caso de Nicaragua, donde incluso la oposición política del régimen ha sido expulsada.

Sigo pensando que mandar —la capacidad de definir un rumbo o un norte para un Estado— es la responsabilidad de un pueblo organizado, educado y consciente de su lugar en la historia. Y gobierna el que tenga la mayoría de un proceso electoral.

Ese gobierno es uno temporal, que está acotado. El problema es que hoy lo que estamos viendo es un clamor por la mano dura, otra vez. Es un clamor por la autocracia en muchos países, y ahí es donde se está dando el parto democrático.

"¿Qué es Centroamérica en el siglo XXI?” es la pregunta con la que da inicio la primera serie de libros Las cuentas de Centroamérica. El mismo es coordinado por Luis Guillermo Solís, quien ha sido profesor e investigador Fulbright en la Universidad de Míchigan y en la Universidad Internacional de Florida, en la cual fue director del Centro Kimberly Green para América Latina y el Caribe. Del 2014 al 2018, Solís fue mandatario de Costa Rica. También fue director de la Oficina de la Secretaría General Iberoamericana para Centroamérica y Haití.

Las comunidades indígenas suelen operar desde una articulación y organización política más allá de los Estados. ¿Qué lecciones se pueden aprender de esto?

Respeto mucho la capacidad que tienen tanto los pueblos indígenas como los afrocaribeños de nuestra región en la administración de sus territorios, en los que todavía persisten grandes amenazas. En materia de medioambiente y resolución pacífica de controversias, el nivel comunitario es una experiencia fantástica y necesaria. Hay toda una reformulación que se puede hacer a partir de esa incorporación de los pueblos.

A mí me encanta el análisis de desarrollo a partir del concepto de cuenca hidrográfica. Creo que siendo Centroamérica una en donde hay muchas cuencas, se nos permitiría un entendimiento mejor de cómo se podría organizar la región, que en algunos casos supera el 35 por ciento del territorio nacional de los Estados.

Me parece que puede haber mucho de valor en considerar estas nuevas formas de entendimiento político que surge de las estructuras indígenas que, en algunos casos, ya no son posibles de recuperar, porque vivimos en otro mundo, como bien describió Severo Martínez Peláez.

En otro de los paneles de Las cuentas de Centroamérica, la abogada y escritora panameña Olga de Obaldía manifestó que la esperanza y el optimismo son un deber ético de la sociedad. ¿Cómo sitúa estas ideas en la región?

Veo en la migración un buen ejemplo de ello. La gente que emigra no se va porque le guste, sino por condiciones adversas, económicas y sociales en sus países de origen a otros en donde la recepción no es para nada amistosa. A pesar de eso, muestran resiliencia al miedo y la parálisis. Su objetivo es buscar horizontes de mayor equidad, justicia y prosperidad para ellos y sus familias.

El llamado que hizo doña Olga creo que es central en estos días en que nos vemos tan acosados por el temor. Este temor es lo que nos paraliza, nos hace que nos mantengamos no diría pasivos sino, en algunos casos, hasta conformistas con el estado de las cosas.
Me parece que esas son dos obligaciones que tenemos quienes vivimos en democracia y también son una oportunidad para Centroamérica de vivir en mejores condiciones en el futuro.

Para alcanzarlo quizás habría que empezar por hablar. ¿Qué opina?

Así es. Por eso es que estos espacios, como el Festival Centroamérica Cuenta son tan importantes, porque ahí se puede hablar de todo, no hay límites que impongan la represión o el miedo. El encuentro de artistas y de personas que estén dispuestas a considerar estas diferentes perspectivas es esencial.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.