El gobierno y la presidencia siempre estuvieron en manos de individuos que no participaron en la Conquista, a excepción de Alvarado, en tanto que los cargos de Cabildo fueron desempeñados por conquistadores, al comienzo, y antiguos pobladores, después.
Los españoles trajeron consigo el peso de una fuerte tradición familiar que se manifiesta en los aspectos económico, social e incluso político. Algunas de estas casas principales alojaban un número alto de personas, hasta alcanzar los 50 o 70 individuos.
El valle de la Ermita o de las Vacas comenzó a poblarse desde 1530 y después de Héctor de Lavarreda —quien trajo el primer ganado vacuno al reino— se asentaron otros españoles en ese lugar, aunque no se confirma que fuera este el primer poblador, expone el historiador Edgar Chután.
En este valle se asentaron familias de linaje conquistador, a las que se les había asignado tierras en las faldas del Cerro del Carmen. Se comenzaron a levantar las casas de habitación de los moradores y formaron lo que se llamó burgo de la ermita, se refiere en la Revista de la Academia Guatemalteca de Estudios Genealógicos, Heráldicos e Históricos. La llegada de mujeres españolas no ocurrió hasta 1539.
La mayor parte de la población estaba formada por encomenderos o por individuos que esperaban serlo y, por supuesto, quienes habían participado en la Conquista pretendían elevarse socialmente, dice Pilar Sanchíz, en su obra Los hidalgos de Guatemala.
Llegan a otros sitios
Estrecha relación tienen las familias españolas de este valle con las que llevaban sus apellidos y que se establecieron en Santa Catarina Pinula, San Miguel Petapa, Valle de las Mesas de Petapa, San Juan Sacatepéquez, San Raimundo de las Casillas y San Agustín de la Real Corona, en el corregimiento de Acasaguastlán —El Progreso—, así como con los Linaez, Alfarol, Alvarado, Balcárcel, Morales y Pérez Dardón.
Los grupos familiares formaron sociedades organizadas por alianzas de parentesco y llegaron a posiciones económicas sociales y políticas claves con base en su estatus y grupo étnico de pertenencia, de acuerdo con su parentesco. Estas redes familiares estuvieron ligadas por cuatro factores: alianzas comerciales, matrimonios, proximidad geográfica y procedencia étnica, socios en diferentes organizaciones gremiales, políticas, educativas y sociales, explica Marta Casaus en su obra Guatemala, linaje y racismo.
En cada siglo el núcleo oligárquico se hegemonizó por una o dos familias: en siglo XVI, los Díaz del Castillo y Pérez Dardón; en el siglo XVII, los Delgado Nájera y en el XVIII y XIX, los Aycinena Urruela y Arzú.
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