HORRORES IDIOMÁTICOS Y ALGO MÁS

Los gringos

MARÍA DEL ROSARIO MOLINA

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Por petición de una amiga “gringa”, en este mes de la independencia de EE. UU. reproduzco partes de un artículo que publiqué en 1998.

Varias expediciones españolas exploraron Texas en los siglos XVI y XVII, y a finales de este último se inició la colonización por españoles que llegaban de Nuevo México y franceses procedentes de Luisiana, a quienes opusieron fuerte resistencia las tribus de apaches y comanches que poblaban la región. A principios del XIX, llegaron grandes grupos de colonizadores de la Unión, que superaron en cantidad a los anteriores. En 1823, finalizado el dominio español, Texas pasó a ser estado dependiente de México. Pronto se rebelaron los tejanos y en 1835 y 1836 combatieron contra el mexicano  Antonio López de Santa Ana, bajo el mando del general Houston. Un grupo de combatientes, los rangers, solían cantar  su canción favorita cuando cabalgaban: Green grows the grass in Texas (La hierba crece verde en Texas). Los campesinos mexicanos que los  escuchaban empezaron a llamarlos “gringros”. De gringros, la palabra pasó a gringos, porque era más fácil pronunciarla.

Durante la guerra entre México y Estados Unidos (1846-1848) ciertos grupos de soldados norteamericanos usaban chaquetas verdes y se autonombraban green coats. Los mexicanos tenían gran dificultad en pronunciar couts (los sonidos “ou” y “ts” no existen en el español) y los llamaban grincos, de donde pasó a gringos.

La fiebre del oro hacía que de lugares lejanos llegaran aventureros a California en busca del preciado metal, que en esa región tenía un color verdoso y se encontraba en vetas en el corazón de las minas, en pepitas en los lechos de los ríos, o revuelto con la arena en desiertos como el Mojave. Green gold era la palabra favorita de los mineros y los hispanohablantes, que no podían pronunciarla, decían gringo.

Ninguna de las tres versiones es cierta. Dice don Antonio Batres Jáuregui que ya para 1767 el jesuita Beltrán Terrero y Pando, estudioso de la gramática y la filología, tenía elaborado un diccionario donde reza: “En Málaga apodan así a los extranjeros que hablan con acento y en especial a los irlandeses”. Salvá incluyó el término en un diccionario de 1856 como apodo dado a los extranjeros, y la RAE lo hacía “sinónimo” del griego: Hablar en gringo, hablar en griego.

Puede que el apodo se haya debido a la “Green Eire” (Irlanda) —de verde vegetación y verdes trajes de los elfos y los duendes— puesto que se usaba para nombrar a los nacidos en ese lugar. O quizás a algún green-horn (ingenuo) irlandés le endilgaron la palabra, españolizada, ya usada por Bretón de los Herreros y don Antonio Flores, literatos españoles de la primera mitad del siglo XIX. De lo contrario, de ser mexicana y venir de un green americano, habría tenido que difundirla “Speedy González” que, además, habría necesitado la máquina del tiempo de Wells, para retroceder un siglo.
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