Pero su historia se remonta muchos años atrás. La leyenda comienza con el príncipe de Valaquía —sur de Rumania—, Vlad Tepes, hijo del Emperador Dr?acul (1431-1476), que luchó contra las hordas provenientes del imperio Otomano.
El príncipe, cansado del acoso de los invasores, ideó un plan para asustarlos. En todo su territorio plantó estacas en las que ensartó los cuerpos de los otomanos caídos en batalla. De allí su fama de sangriento, situación que Stoker tomó para retratar al Conde Drácula.
El origen
Imaginar al conde Drácula es imposible sin que este habite un lúgubre y oscuro castillo. Pero, si el conde como tal es un ser de ficción, ¿existió su castillo? El príncipe Vlad Tepes sí habitó un castillo y aún se puede visitar.
El castillo Poenari se encuentra en Transilvania, una región centro-noroccidental de Rumania. Esta fortaleza se construyó a comienzos del siglo XIII por gobernantes de Valaquia. Alrededor del siglo XIV, Poenari fue la principal ciudadela de los mandatarios de Besarabia.
En el siglo XV, Vlad III —o Vlad Tepes o Vlad Dracul—, reparó y consolidó la estructura, haciendo de ella su principal baluarte.
A su muerte, el castillo quedó poco a poco en desuso y en el siglo XVII fue totalmente abandonado.
Esta fue una estructura totalmente olvidada y a finales del siglo XIX el castillo casi estaba destruido. En la actualidad está abierto al público, para recordar a quien inspirara la leyenda del Conde Drácula.
El falso castillo
El castillo Bran, como la morada de Drácula, es un invento del antiguo dictador de Rumania, Nicolae Ceaucescu (1918-1989), que quiso explotar esa construcción para los turistas. Se decidió por este monumento porque Poenari (el verdadero sitio) estaba en ruinas.
La morada del Conde
Muchos son los lugares que se atribuyen haber albergado a Vlad Tepes. El castillo Corvin, en Rumania, mantiene la leyenda que fue una fortaleza en la que Tepes estuvo cautivo por John Hunyadi, líder y regente militar de Hungría.