Escenario

Las confesiones de Doña Cleotilde, la Bruja del 71

Las revelaciones de la actriz española Angelines Fernández (1922-1994) dejan entrever a una mujer comprometida con su trabajo, pero que en ocasiones le daba pesar su papel de la Doña Cleotilde, La Bruja del 71 en el Chavo del 8. 

Por lo menos así lo reveló su hija, en el portal vecindadCH.com, en la que se reprodujo una entrevista. “Al trabajar en las guerrillas de España, mi mamá fue catalogada como antifranquista, entonces ella necesitaba salir de su país natal, considerando que su vida era difícil. Llego a México en 1947, pero nunca fue refugiada. Después vivió en la Habana, en lo que arreglaba sus papeles y regreso para trabajar en las películas de Cantinflas y Arturo de Córdova”.

A Fernández se le recuerda como una mujer de carácter fuerte, de decisiones sólida y muy profesional. “Era de carácter fuerte. Para ella no había medias tintas, era blanco o negro; no podía ser gris. Era una mujer que tenía altos valores y a veces la gente no se los tomaba muy bien; entonces decían que tenía un genio de la fregada”, agrega.

Sobre su trabajo como la Bruja del 71, dijo: “¡Jamás! Ella siempre le tuvo muchísimo respeto a don Roberto Gómez Bolaños, a quien nunca defraudo e incluso se ponía tensa para no quedarle mal a él. Y así era feliz. Al principio le costaba hacer reír a los demás, porque era actriz dramática que nada tenía que ver con la comedia”.

Angelines Fernández (1922-1994)

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Sobre el surgimiento de los personajes se refiere a la buena relación que tenía con Roberto Gómez Bolaños y que necesitaban una contraparte para doña Florinda. “Recuerdo que en una ocasión, mi madre se encontró a Ramón Valdés en la ANDA. Ella le dijo que le preguntara a Chespirito si no tenía algo para ella, y Ramón le empezó a hablar muy bien de ella”, agrega la hija.

Los niños le huían a ver a la Bruja del 71 real. “Aunque los niños en la vida real siempre la imaginaron como una bruja de verdad, y cuando salíamos al supermercado o a pasear al perrito, los chiquitines gritaban: “Ahí viene la Bruja”; y mi madre se empezaba a mortificar. Me comentaba que se sentí¬a triste porque nadie se le quería acercar; Le tenían miedo!”, comenta.


De su vida cotidiana, su hija recuerda: “Desde que se levantaba se la pasaba viendo televisión. Se dormía con la tele prendida, y le encantaba convivir con sus nietas. Fue una mujer feliz”.

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