A Fernández se le recuerda como una mujer de carácter fuerte, de decisiones sólida y muy profesional. “Era de carácter fuerte. Para ella no había medias tintas, era blanco o negro; no podía ser gris. Era una mujer que tenía altos valores y a veces la gente no se los tomaba muy bien; entonces decían que tenía un genio de la fregada”, agrega.
Sobre su trabajo como la Bruja del 71, dijo: “¡Jamás! Ella siempre le tuvo muchísimo respeto a don Roberto Gómez Bolaños, a quien nunca defraudo e incluso se ponía tensa para no quedarle mal a él. Y así era feliz. Al principio le costaba hacer reír a los demás, porque era actriz dramática que nada tenía que ver con la comedia”.
Sobre el surgimiento de los personajes se refiere a la buena relación que tenía con Roberto Gómez Bolaños y que necesitaban una contraparte para doña Florinda. “Recuerdo que en una ocasión, mi madre se encontró a Ramón Valdés en la ANDA. Ella le dijo que le preguntara a Chespirito si no tenía algo para ella, y Ramón le empezó a hablar muy bien de ella”, agrega la hija.
Los niños le huían a ver a la Bruja del 71 real. “Aunque los niños en la vida real siempre la imaginaron como una bruja de verdad, y cuando salíamos al supermercado o a pasear al perrito, los chiquitines gritaban: “Ahí viene la Bruja”; y mi madre se empezaba a mortificar. Me comentaba que se sentí¬a triste porque nadie se le quería acercar; Le tenían miedo!”, comenta.
De su vida cotidiana, su hija recuerda: “Desde que se levantaba se la pasaba viendo televisión. Se dormía con la tele prendida, y le encantaba convivir con sus nietas. Fue una mujer feliz”.