Surgió como la Orquesta Progresista, pero el 11 de julio de 1944 cambió de nombre, y fue en 1981 que se declaró Patrimonio Cultural de la Nación, según Decreto 80-91.
La institución se ha dedicado a acercar la música académica a los oídos de los guatemaltecos a través de un amplio repertorio de grandes compositores.
A lo largo de estos años, un sinfín de músicos han ejecutados sus mejores notas en la orquesta, mientras otros siguen dejando huella en el arte nacional. Estos son los rostros con mayor trayectoria en la OSN.
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Robelio Méndez, marimba
Su padre fue quien le enseñó a tocar la marimba y siendo mayor de edad ingresó al Conservatorio Nacional de Música, allí se graduó de marimbista, violinista y pianista.
Fue en 1957 que comenzó a tocar en la OSN, contratado para cubrir una emergencia y lleva allí 60 años. “Es un orgullo enaltecer a la marimba. He visto a tantos compañeros pasar por acá, he visto crecer a otros y he formado a varios”, dice.
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Mario Linares, corno francés
El corno francés es el instrumento que lo ha acompañado desde que tenía 10 años. Han pasado más de cinco décadas y su sonido penetrante y a la vez dulce aún lo cautiva. En la década de 1970 trabajó en la Banda Sinfónica Marcial pero su anhelo era ser miembro de la Orquesta. Tiene 35 años en la institución y además de tocar en los conciertos, actualmente colabora en el archivo. “La música es lo mejor que me ha pasado”, menciona.
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Héctor Castro, violín
Es la cuarta generación de violinistas de su familia y sus hijos son la quinta. “He dedicado más de la mitad de mi vida a la Orquesta Sinfónica. He visto pasar varias generaciones”, menciona el músico de 68 años, quien fue concertino.
Actualmente asiste al encargado del puesto.
Ha sido parte de la orquesta por 39 años y es maestro de violín en el Conservatorio Nacional de Música. “Acá estamos de pie”, indica.
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Mónica Sarmientos, violín
Mónica trae la música en la venas y tiene 26 años en la orquesta. “Es mucho orgullo y es emocionante seguir con la estafeta en ese aspecto familiar”, menciona. Su padre, Jorge Sarmientos, fue director de la Orquesta por 20 años, y durante 16 más fue miembro de la institución, mientras que su hermano, jefe de percusiones.
Su instrumento es el violín, el cual le apasiona y al que llegó luego de intentar aprender piano.
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Mario Oswaldo Cubur, flautín
“Estar en la Orquesta Sinfónica es ser parte de la cultura de Guatemala y eso es un privilegio”, dice el maestro, quien ejecuta el piccolo o flautín desde hace 25 años.
El instrumento lo sedujo por su timbre y tesitura. “Sobresale mucho a la hora de un concierto, es uno de los más agudos”, refiere el maestro de 57 años.
Para él cada concierto es una experiencia gratificante, y hay que estar a la altura y nivel de técnica y ejecución.
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Alfredo Quezada, violín
Es el concertino (primer violinista) de la OSN, a la cual pertenece desde hace 29 años. Este, asegura, es un puesto de mucha responsabilidad y le ha permitido, en ocasiones, dirigir la orquesta.
Toca el violín desde los 7 años, aunque al inicio se sentía atraído por el violonchelo.
Sus abuelos y sus padres le heredaron el amor por la música que se ha convertido “en un modo de vida que da muchas satisfacciones”.
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Karla Magalí Salas, violín
Siempre soñó con trabajar en una Orquesta Sinfónica en el registro de las cuerdas, y hace 25 años lo hizo realidad.
Aprendió a tocar el violín a los 17 años, algo tarde indica, pero “con sacrificios, trabajo y disciplina he avanzado”, dice. Del instrumento le atrajo su timbre, pastosidad, color y el repertorio escrito para este. “Esta orquesta fue creada para llevar al pueblo la música de los grandes maestros, ser parte de ella es un orgullo”, afirma.
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Ricardo Del Carmen, violonchelo
“Es un honor ser parte de la Orquesta. La música es un regalo de Dios y es una de las profesiones más hermosas de la vida”, refiere Del Carmen, quien es violonchelista asistente del principal y debido a su experiencia musical también ha sido director invitado en varios conciertos. Tiene 26 años en la Sinfónica.
Su talento lo comparte con las nuevas generaciones. Es catedrático en el Conservatorio Nacional de Música.
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Carmen Adela Hernández, viola
Viola, un instrumento de cuerdas similar al violín pero de mayor tamaño y sonido más grave, es el que desde los 17 años toca Hernández.
En su época de estudiante surgió la oportunidad de ingresar a la Orquesta, ya pasaron 25 años y asegura que ha tenido grandes vivencias.
“Acá es un trabajo de equipo, cada quien tiene que hacer su parte para que se escuche lo mejor posible. Hacer música es un privilegio”, señala.
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Ramiro Vivar, trombón
Atraído por el sonido grave y agresivo pero a la vez dulce del trombón, Vivar inició sus estudios del instrumento en 1980. Su padre y su hermano eran músicos, así que el arte está en la familia. Ingresó a la orquesta en 1988, hace 29 años, y para él es un “orgullo” estar en una de las instituciones de mayor peso musical del país. También le es grato representar en el extranjero a Guatemala a través de las notas que salen de su trombón.