“Había llovido al atardecer todos los días de esa semana. Todo el mundo estaba preocupado por el calor, las ‘moscas del amor’, los detalles, si los invitados llegarían todos a tiempo, etc., por no hablar de los truenos y relámpagos que llegaron casi a tiempo cada día a la hora exacta en la que se suponía que iba a empezar la ceremonia de ese sábado”, detalló Jlo en su portal.
Por si fuera poco, la familia estuvo recuperándose de un virus estomacal hasta el final de la semana.
Según la artista, “eso y, junto con algunos contratiempos inesperados, tenía todos los ingredientes para un fin de semana de boda algo especial”.
Y, aunque la situación no pintaba color de rosas, Jennifer López cuenta que lo tomó todo con calma. “La verdad es que no tuve ni una sola duda. Durante toda la semana sentí la tranquila certeza de que estábamos en manos de Dios”.
“Sí, acepto”
Finalmente, ese 20 de agosto el clima fue hermoso, expresó la actriz, y describió cómo los rayos del sol se posaron sobre el río detrás del patio trasero, “como pequeños diamantes bailando”.
Fue mientras caía el sol que López comenzó a bajar unas escaleras que se convertían en el pasillo que la llevaría al altar, “al resto de su vida”, como lo indicó en su relato.
En esta ceremonia que terminó con un “sí, acepto”, participaron los hijos de ambas celebridades y, de acuerdo con la reflexión de Jlo, no solo era una boda entre ella y Affleck: “casamos a estos niños en una nueva familia”.