Escenario

La tregua de Navidad

Hoy olvidaré la gramática para recordar un suceso ocurrido hace exactamente cien años, cuando buena parte de Europa participaba en la Gran Guerra.

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

El asesinato  del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austrohúngaro, y su esposa, cometido en Sarajevo, capital de Bosnia, el 28 de junio de 1914 por Gavrilo Princip, un joven estudiante que según sus propias palabras quería vengar la opresión que sufrían los serbios, fue la chispa que hizo estallar el polvorín de los Balcanes.

Las Potencias  Centrales, Alemania y Austria-Hungría, a las que luego se habría de unir Turquía, dominada por el imperio otomano, comenzaron inmediatamente los preparativos para la guerra y otro tanto hicieron Francia, Rusia y el Reino Unido aliados con Bosnia y luego Japón.

El 28 de julio Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia, tras que esta rechazara un ultimátum con condiciones humillantes. La carrera de los cuatro jinetes del Apocalipsis había comenzado y arrastraría tras de sí una inmensa cauda de desolación y muerte que costó según cálculos aproximados unas 20 millones de vidas.

En medio de toda esa convulsión, el 24 de diciembre de 1914, hoy hace cien años, los soldados alemanes e ingleses que se enfrentaban en el frente occidental iniciaron un cese al fuego, decoraron sus trincheras con motivos alusivos a la Navidad, se mezclaron amigablemente, compartieron alimentos, se dieron pequeños regalos, entonaron canciones navideñas y hasta permitieron que los soldados heridos y muertos fueran trasladados del bando enemigo al propio. La paz reinó hasta pasado el día 26 y se le bautizó con el nombre de “La tregua de Navidad”. Fue obra de los soldados y los respectivos gobiernos se opusieron a la idea. Parece que durante el resto del tiempo que duró la guerra no volvió a haber ninguna. Los jefes de los ejércitos se encargaron de que el fuego aumentase durante esos días.

El 2 de abril de 1917 el congreso de los EE. UU. aprobó unirse a los aliados y entró a la guerra con una gran ayuda bélica. Guatemala también la declaró, tres días después, sin participación alguna. El 17, Lenin entró a Rusia y la revolución bolchevique triunfó en octubre (noviembre en el calendario ruso). Estalló la guerra civil entre los blancos (moderados) y los rojos de Lenin, Rusia se retiró de la contienda y se firmó la paz de Brest-Litovsk con Alemania en marzo de 1918.

Aun con ese frente menos, las Potencias Centrales sufrían derrota tras derrota y el 5 de octubre de 1918 Alemania pidió el armisticio que se firmó el 11 de ese mismo mes en un vagón de tren, en Compiegne. Poco tiempo antes habían capitulado Austria-Hungría y Turquía. La primera gran conflagración había terminado.

Esa noche, hace cien años, en la que los soldados enemigos confraternizaron nos demuestra que la paz es posible, que unos a otros debemos perdonarnos y saber convivir.

selene1955@yahoo.com

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