Pese a su carácter grotesco, algunas de estas teorías tienen una influencia significativa, a tenor de lo que revelan varios estudios sociológicos.
Hombres lobo, casas encantadas y zombis
En el contexto de la desinformación generada por las vacunas del covid-19, destaca una falsedad viralizada en Bolivia que afirmaba que quienes reciben las inyecciones de estos fármacos se convierten en hombres lobo que devoran seres humanos.
El engaño es uno de tantos que se derivan de la mentira de que estos medicamentos modifican el genoma de los vacunados, desmentida en numerosas ocasiones por autoridades sanitarias, expertos médicos y verificadores.
Otra afirmación increíble popularizada en internet es la de que Nicolas Cage es un vampiro inmortal, después de que así lo afirmase un vendedor de antigüedades que pidió en eBay un millón de dólares por una fotografía de 1870 de un hombre de gran parecido físico con el actor.
El propio Cage negó con humor la teoría en una entrevista en el programa de televisión de David Letterman.
En Facebook o YouTube se encuentran además publicaciones muy difundidas con supuestas evidencias de manifestaciones espectrales.
La percepción de que un lugar puede ser poseído por espíritus del mas allá es la creencia paranormal más extendida entre los ciudadanos de Estados Unidos, según un estudio elaborado en 2018 por la Universidad de Chapman.
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La citada investigación señala que un 58% de los encuestados opina que esa posibilidad es real.
Este análisis de las creencias paranormales se enmarca en una encuesta sobre los temores de los estadounidenses, realizada por la misma Universidad de Chapman, que en su edición de este año señala que el 9.3% del millar de encuestados en todo el país cree en fantasmas y en zombis.
La dificultad de refutar creencias paranormales
Ese amplio respaldo puede deberse a la dificultad de la ciencia para rebatir las hipótesis basadas en fenómenos paranormales.
Definir los límites entre la ciencia y la pseudociencia es un debate filosófico con más de un siglo de antigüedad que se conoce como “el problema de la demarcación”.
En el caso concreto de las explicaciones que recurren a causas paranormales, la complicación estriba en que “demostrar la no existencia de algo” es “imposible” para “la razón”, explica a EFE Miguel Vásquez, profesor de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
Son argumentos vinculados a “formas de creencias” que se sitúan “al margen de la razón”, expone Vásquez.
Por el contrario, el rechazo a la existencia de los fantasmas se debe al “sentido práctico de la vida”, al conocimiento basado en la experiencia de que no son reales, sin necesidad del aval de la ciencia.
“Nadie le pregunta a un físico cuántico si los fantasmas existen en el CERN (laboratorio de la Organización Europea para la Investigación Nuclear), en Suiza”, porque eso equivaldría a hacer “preguntas de filosofía medieval en un acelerador de partículas”, cuyos experimentos cuestan “miles de millones de euros”.
Por su parte, Lars Arthur Tump, investigador del Centro de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Lovaina (Bélgica), abunda en que el hecho de que las afirmaciones sobre fenómenos paranormales no puedan ser refutadas con criterios científicos no significa que sean verdaderas.
En este sentido, Tump cita un pasaje de “El mundo y sus demonios: la ciencia como una luz en la oscuridad”, de Carl Sagan, en el que el conocido astrofísico señala que la “incapacidad para invalidar” una hipótesis “no es en absoluto lo mismo que probarla como cierta”.