Los aplausos y los flashes de las cámaras dentro de las pasarelas quedaron suspendidos en 2020; la moda encontró un espacio en la era digital. Prueba de ello fue el reciente Guatemala Fashion Week (GTFW), desarrollado entre el 15 y 21 de este mes. bajo la consigna “la moda no se detiene”.
En su séptima edición, la semana de la moda guatemalteca reunió a 26 marcas con sello nacional e internacional en una fiesta desarrollada completamente en plataformas digitales.
El GTFW 2020 coincidió con uno de los momentos más críticos de la región. Tan solo días después de la llegada de la tormenta Eta y posteriormente Iota, la moda y el glamur se mantuvieron de pie.
Aunque la decisión de llevar a cabo el evento pudo suscitar criticas por la pertinencia de este, Carol Márquez —productora del evento— asegura que, a pesar de las condiciones inusuales y retadoras, el esfuerzo de los diseñadores y artesanos logró hacerse ver.
“Hicimos un llamado a la población para que apoye lo local, así como para recordar que en Guatemala hay talento”, expresa la también mercadóloga.
Márquez explica que noviembre fue el momento adecuado para “resurgir” después de varios meses en los que la pandemia ralentizó los planes de muchas personas, y durante el cual, los artistas y productores dentro del proyecto se mantuvieron resilientes.
Aún a la distancia, el espectáculo debía continuar.
Horizontes multifacéticos
El GTFW propició este año varios espacios para exhibir y dialogar acerca de la moda desde su sitio web, así como en los perfiles de Facebook e Instagram.
Las distintas categorías del evento demostraron que la calidad y la vanguardia pueden hacerse a través de la pantalla. Durante la semana se activaron las plataformas Digital Runway (una pasarela virtual), Fashion Films (donde se divulgaron cortometrajes de algunas marcas) y Handmade Fashion Films (vídeos que mostraron más de cerca la vivencia de artesanos textiles en el país).
En el mismo formato se llevaron a cabo ponencias de personas involucradas en la industrial de la moda. Estas propuestas se vigorizaron con Educación Nuevos Talentos (donde hubo diálogos entre diseñadores y algunas academias como el Intecap, la Universidad Popular y el centro de formación Llatzer), Digital Fashion Talk, (propuesta para abordar dinámicas comerciales de la moda), y, por último, el Showroom Virtual (un acercamiento a aspectos técnicos de las marcas en donde se mostró un catálogo donde figuraron looks y precios).
Este año, a diferencia del 2014 —cuando el GTFW empezó con tan solo 8 marcas de ropa nacional— el evento reunió a artistas del textil de Costa Rica, El Salvador, Panamá, Perú, Colombia y Chile. Otra de las características de espectáculo de este año es que se fijó una mirada hacia los atuendos casuales y el denominado ready to wear (fácil de usar).
Esta disrupción en la semana responde a la consolidación de un gremio artístico textil en busca de nuevas formas de hacer arte en ropa, más allá de los tradicionales trajes de noche.
A decir de Carol Márquez, el séptimo GTFW puso en relieve temáticas abordadas desde la comodidad para el usuario, así como la forma de hacer moda, ya que en la actualidad hay una mayor inclinación por “llevar a lo digital” este tipo de arte. Por si fuera poco, este año el evento se destacó por presentar productos más aterrizados en cuanto al tema de sostenibilidad.
Cuero vegano, petate, bambú y hasta caucho fueron algunos de los materiales más comunes en esta edición que hizo de la conciencia ecológica un nuevo estandarte.
Pareciera que esta dinámica de innovación ha sido la norma en el Guatemala Fashion Week, pero lo cierto es que han sido los retos, las propuestas y la experimentación las rutas que han hecho de este evento un nicho de soñadores.
Márquez, que ha visto crecer aquella utopía del 2014 junto a un equipo de productores, asesores, vestuaristas y artistas, cree que el mayor valor del evento es que distintos artistas finalmente han logrado unirse “en una sola voz”, y que, a la vez, han dejado un precedente nacional, regional e internacional en el mundo de la moda.
De acuerdo con la productora de la semana de la moda guatemalteca, el evento ha logrado alcanzar a una audiencia compuesta por 20 millones de personas.
Historias, confecciones y sensaciones
¿Es posible que las pesadillas guarden un encanto? ¿Cabe la posibilidad de crear un atuendo desde esta premisa? Para la marca guatemalteca Scarabées, esos fueron sus puntos de partida para crear la colección Paréntesis.
Andrea Santos, una de las diseñadoras de esta propuesta, cuenta que la línea de atuendos es una metáfora a las pesadillas que parecieran ser más placenteras que la cruda realidad. Con ese onirismo, la joven y su socia Valeria Marroquín, dieron vida a un cortometraje en el que aparecen distintas piezas de la colección y que debutó en el marco de la plataforma Fashion Films del GTFW.
Santos cuenta que la temática de esta colección resultó ser una coincidencia con el tiempo de pandemia, ya que el concepto detrás de la misma alude a las presiones y el miedo que supone en la vida. Agrega que desde la marca les gusta basarse en corrientes artísticas. En este caso, el surrealismo predominó, y se complementó con detalles del romanticismo y el constructivismo.
Santos cuenta que el proceso de participar en la más reciente edición del GTFW supuso un gran reto por los tiempos y la distancia suscitada por la pandemia. No obstante, la reafirmación del concepto lleno de energía y euforia que realizó junto a su socia, supuso un nuevo capítulo de la marca que inició como un proyecto universitario y que mutó hasta lo que es hoy.
Materia prima
Arte, disrupción y muchos sueños caracterizaron a la alineación de creadores en el séptim Guatemala Fashion Week. Uno de los soñadores dentro del evento fue Alejandro López.
Su participación se dio en el marco de la plataforma Handmade by Agexport, una propuesta en la que la Asociación Guatemalteca de Exportadores expuso el trabajo colaborativo de un grupo de diseñadores de textiles, joyería y accesorios.
Alejandro, quien se integró por primera vez en 2020 a la plataforma GTFW, cuenta que llegar a este lugar consistió en un “hito”, ya que se consumió un anhelo que tenía desde hace años cuando decidió dedicarse al arte del vestuario.
Para esta edición, el diseñador junto a cuatro compañeras propuso la colección Sagradas Emociones, que se basa en la riqueza cultural de Guatemala y la ancestralidad. En las prendas, así como en la joyería y los accesorios, decidieron optar por diseños minimalistas basados en “la mujer artesana guatemalteca”.
Alejandro cuenta que se basaron en esta figura, ya que el trabajo de las mujeres que son tejedoras siempre refleja un estado de animo y conciencia. Entre las emociones que el diseñador evoca en las piezas están el amor, la alegría, el luto y el respeto.
Los colores de la colección oscilan entre azul, blanco, negro y crema. Además, algunos de la accesorios de la serie cuentan con jade, utilizado para evocar el sentimiento de la cultura ancestral en el país.
En cuanto a los materiales de las prendas, estos responden a algodón y textiles de poliéster reciclado que buscan una mayor conciencia de la moda sostenible.
Así como el proyecto de López, Oscar Hernández, diseñador costarricense e integrante de la marca Toribio & Donato, habla de este tipo de materias primas.
Hernández expresa que la industria de la moda tiene la facultad de crear conciencia a propósito de la utilización de productos amigables con el medio ambiente, pero que lo más importante es entender a qué alude una buena sostenibilidad.
La marca que dirige junto a su colega Donato Morales se destacó por presentar este año la colección Hope, basada en materiales como la mezclilla reciclada, el algodón orgánico y el cuero vegano logrado a partir de una especie de nopal mexicano.
A decir de Hernández, se puede contar con productos que sustituyan materiales importados de otros países —muchas veces sintéticos—; sin embargo, es en la investigación y la atención al proceso donde radica la verdadera sostenibilidad de las marcas.
El creador explica que lo anterior consiste en levantar ideas que beneficien tanto a las personas involucradas en el proceso, así como al medioambiente. “Muchas marcas salieron con banderas de sostenibilidad durante el tiempo del covid-19, pero suspendieron a sus trabajadores. Todo debe ir de la mano”, agrega el costarricense.
Nóveles talentos
Durante estos días la emoción también se vivió desde la academia. De esto bien lo saben miembros de la Universidad Popular de Guatemala (UP); institución que fue integró la plataforma Educación Nuevos Talentos por primera vez.
Luego de una convocatoria realizada por las autoridades de la institución a miembros del diplomado en Diseño de Modas, fueron Pilar Elizabeth Cano Guerra, Silvia Arévalo, Sergio Caballeros, Lisa Ávila y Yenifer García los seleccionados para representar a la UP en la semana de la moda. De esa cuenta surgió la colección Atemporal, mediante la cual se realizaron tres atuendos.
Los materiales de confección fueron reutilizados. Destacaron botones de bambú, así como mezclilla del proyecto guatemalteco The New Denim Project.
A decir de Ingrid Mejía, coordinadora de Cultura y Artes de la UP, esta oportunidad supuso un gran reto para los estudiantes quienes lograron hacerse un espacio en el mundo de la moda, luego de un proceso en el que desarrollaron sus piezas a distancia por la pandemia, a la misma vez que llevaban a cabo sus demás cursos.
Además de las piezas, los integrantes del proyecto artístico también desarrollaron junto a productores una pieza para la plataforma Fashion Films.
“Este año fue difícil para todas las escuelas. En nuestro caso, participar de este evento fue una gran oportunidad para dar a conocer el talento y creatividad de los jóvenes.”, comparte Ingrid Mejía.
Así como en los estudiantes de la UP y los demás diseñadores, 2020 demostró al público guatemalteco que los sueños en la moda pueden llegar a ser un motor de esperanza, aún a distancia y durante una pandemia.