“Graham, se enamoró de la cultura maya en 1960. Cuando comenzó a visitar los sitios arqueológicos del país se dio cuenta que muchos monumentos tenían inscripciones mayas, pero en esa época todavía no se podían descifrar ya que no habían especialistas en epigrafía, entonces él tuvo la visión de dibujar, tomar fotografías y hacer mapas de los sitos para que sirvieran en las futuras investigaciones y con su labor salvaguardó gran parte de la información de la escritura jeroglífica maya”, comenta el arqueólogo Edwin Román, doctor en Estudios Latinoamericanos.
Indica el arqueólogo que si no existieran registros del trabajo de Graham en la actualidad muchos de los monumentos estarían perdidos, debido a que en esa época muchos sitios ya estaban siendo saqueados.
“Cuando Ian Graham visitó el sitio arqueológico El Zotz en Petén, se dio cuenta de la existencia de un dintel que se encontraba en uno de los templos, lo registró en su diario y años más tarde el dintel fue vendido ilegalmente en Estados Unidos, pero gracias a sus documentos se pudo repatriar y en la actualidad se encuentra en el Museo Nacional de Arqueología y Etnología del país” afirma el director del museo Daniel Aquino.
Algunos aportes en Guatemala
- Casi todos arqueólogos guatemaltecos que han hecho investigaciones en el país han utilizado el material que recopiló durante medio siglo Graham.
- El inglés visitó más de mil sitios arqeológicos en el país.
- Los primeros mapas del sitio el mirador fueron creador por Graham.
- Lideró el proyecto de registro del corpus de inscripciones jeroglíficas mayas.
- Realizó una detallada labor de reconocimiento de sitios arqueológicos.
- Su trabajo de registro ha contribuido a recuperar piezas arqueológicas que pertenecen al patrimonio cultural del país.
Así se enamoró de la cultura maya
Graham cuenta en su autobiografía que un día de 1955, vio un impresionante auto Rolls Royce, que pensó en comprar y llevar a los Estados Unidos para venderlo y al pasar por Texas vio un letrero que decía última gasolinera antes de México, lo que le dio la idea de desviarse y llegó hasta la Ciudad de México, donde visitó el Museo Nacional de Antropología.
En sus relatos cuenta que al entrar a la sala maya le llamó la atención una estela maya en la que aparecía una figura que se encontraba rodeada de símbolos y de inmediato sintió una atracción enorme y buscó más información y se propuso escribir un libro al respecto y así comenzó una larga y apasionada relación con la epigrafía y la iconografía maya, que le acompañaría hasta el final de sus días.
En el sito web La Jornada se menciona que con las ganancias obtenidas por la venta del auto Graham regresó a Inglaterra y buscó más información en el Museo Británico, donde conoció la obra de Alfred P. Maudslay. Convencido de que lo que realmente deseaba era adentrarse en la cultura maya, se hizo del equipo básico y regresó a viajar por México y Guatemala, recorriendo detalladamente Palenque, los sitios del río de la Pasión y muchos del Petén en Guatemala.
Su amistad con la especialista rusa Tatiana Proskouriakoft (1909-1985), del Museo Peabody de la Universidad de Harvard, fue decisiva para que el epigrafista inglés se enfocara en la decodificación de la escritura maya.
A partir de 1958, Graham comenzó la labor sistemática del registro de las inscripciones mayas y planteó que como en el caso de la grafía egipcia, su entendimiento sólo sería posible mediante el registro documental y fotográfico de los monumentos. Registró monumentos con este tipo de escritura en los sitios mayas de Guatemala de Aguateca, Altar de Sacrificios, El Mirador, La Corona, Dos Pilas, Naranjo, en Belice Nim Li Punit y Ucanal y de los mexicanos Yaxchilán, Chichén Itzá, Uxmal, Edzná, Xcalumkin, y El Resbalón.
Graham recibió la Orden del Quetzal de Guatemala, en 2007, y la Medalla INAH en 2008, entre otros reconocimientos.