“Esta sinfonía nace de un pueblo empotrado en el pecho. Muchas de mis obras anteriores se focalizan en nuestra realidad social”, explicó el maestro Orellana. “Estoy muy satisfecho después de la resonancia que tuvo esta obra en Grecia. La Sinfonía nace en Guatemala, es de Guatemala, Y Guatemala dio gran mensaje de su circunstancia social. La Sinfonía es de todos”.
La respuesta que le dio el público, que estuvo formado por 1,400 personas que asistieron a la sala principal del Teatro Nacional, fue una ovación interminable, que se detuvo únicamente por la música. La audiencia reconoció el legado musical y creativo del maestro.
Sinfonía
Los efectos de voces del coro que se entrecruzaban y producían murmullos inconsolables de una multitud atormentada. Sonidos pregrabados que se entremezclaban con el coro que entonaban en idioma maya, junto al coro de niños.
Luego se escucharan los útiles sonoros que emitían sonidos surrealistas
En un momento trepidante se escuchó la voz de Joaquín Orellana declamar un poema a la marimba: Marimbalzada.
Lanza, avanza, penetra, se oía en uno de los versos.
La conjuncion de sonidos era única: marimba, coro, útiles sonoros y orquesta, algo jamás escuchado. No eran melodías lo que transmitían sino sentimientos y emociones que se transformaban en imágenes sonoras.
“Estoy muy impresionado. Acerca al público guatemalteco a algo que no está acostumbrado. Demuestra la capacidad pionera de Joaquín Orellana, aquí y en cualquier parte”, comentó el músico Paulo Alvarado, de Alux Nahual.
“Es fabuloso estar acá, porque muy pocas veces podemos escuchar un concierto de esta calidad nunca antes visto”, dijo la licenciada Ana Lilian Gutiérrez.
“Estamos muy contentos y satisfechos de escuchar a uno de los grandes valores musicales de Guatemala y esta obra es de gran relevancia para el arte nacional”, afirmó Érick Vázquez, músico independiente de Etnofusion.