Este culto comenzó en 1529 en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, actual Antigua Guatemala, y se consumó en la Nueva Guatemala de la Asunción, con la apertura en 1808, del templo de Santo Domingo.
La escultura de la Madre de Dios recibe la visita de fieles que ante su altar elevan oraciones y piden o agradecen favores concedidos, que incluye la tradición de rezar el santo Rosario, confesarse, participar en la misa y comulgar.
La sagrada imagen que fue tallada en madera y fundida en plata en 1,580, brilla al centro de un retablo que se inauguró el 15 de mayo de 1960, refiere el arquitecto Mario Maldonado, gestor técnico del Patronato del Convento de Santo Domingo. El altar de 8 metros de ancho por 15 de altura, refleja detalles arquitectónicos propios del templo dominico.
Está compuesto por tres cuerpos o zonas horizontales y tres ejes verticales llamados calles. En el centro del primer cuerpo se ubica el sagrario, que guarda la hostia consagrada, y en los extremos, dos puertas que se usaban para llegar al coro bajo del templo y que actualmente conectan con el graderío hacia el camarín de la Virgen.
(Foto Prensa Libre: Edwin Castro)
En la segunda parte, se ubica un baldaquino que resguarda la custodia de Santo Tomás de Aquino, de 1.80 metros de altura, considerada una de las joyas de orfebrería guatemalteca más importante. En ella se expone todo este mes el Santísimo Sacramento, que se cubre durante las misas. A los costados se ubican imágenes de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de predicadores que en el 2016 cumplirá 800 años de fundación, y san Vicente Ferrer.
A la altura del del tercer cuerpo, en el centro del retablo, se encuentra la hornacina que guarda la imagen de Nuestra Señora del Rosario, decorada en la orilla con rosas rojas y hojas verdes talladas en madera. A los costados, los también santos dominicos, Alberto Magno y Tomás de Aquino, doctor de la iglesia.
En la parte superior se observa un medallón de la Santísima Trinidad, con la cita en latín: “Gloria al padre, al hijo y al espíritu santo”. El remate del altar lo componen dos figuras de ángeles niños que sostienen un emblema que recuerda que la basílica está dedicada a una advocación mariana.
(Foto Prensa Libre: Edwin Castro)
No es el primero
El retablo que ahora vemos no es el original del templo Santo Domingo, edificio inaugurado el 5 de noviembre de 1808 y elevado a la categoría de basílica en 1970, por el Papa Paulo Sexto. El primer altar era una integración de elementos del arte colonial y neoclásico, con cristales que reflejaban la luz de las velas, según documentos históricos.
El segundo, también se diseñó en estilo neoclásico, en madera, y uno más integró un baldaquino de mármol, del cual algunas piezas están actualmente en el santuario de Guadalupe, de la capital.
(Foto Prensa Libre: Edwin Castro)
Antiguo
La práctica de rezar el Rosario se originó del contacto que tuvo Santo Domingo de Guzmán con los musulmanes, en el sur de España, quienes habían adaptado de habitantes de la India un sistema de oración con cuentas que repetían de manera continua, para favorecer la concentración. “El religioso desarrolló esta idea hasta convertirla en un elemento importante de la práctica religiosa católica, en la que se exalta a la Virgen María y se reflexiona en la vida de Jesucristo”, explica el doctor en historia Aníbal Chajón.
El papa Pío V instituyó la celebración a la Virgen del Rosario el 7 de octubre de 1571, después de la victoria de la batalla de Lepanto —en la que una coalición cristiana del Reino de España, Estados Pontificios y otros países vencieron a los turcos otomanos. Esta victoria se atribuyó a que los soldados rezaron El Rosario antes del enfrentamiento bélico.
La Virgen del Rosario ostenta los títulos de Reina, Madre y Patrona de Guatemala desde 1934, el título de Alcaldesa Perpetua de la capital desde 1992.
(Foto Prensa Libre: Edwin Castro)
La imagen de la Virgen del Rosario
Una parte de la actual Guatemala, fue evangelizada por la Orden de los Dominicos, por lo que el culto a la Virgen del Rosario se difundió y se concentró en el Convento de Santo Domingo, establecido en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, hoy Antigua Guatemala, en donde se veneraba una talla en madera, de autor desconocido.
“Hubo una escultura en madera, que se conoció como Nuestra Señora de la Antigua y después como La Domina, la cual en el siglo XVI fue considerada como la mejor de su tiempo en las Indias”, refiere el historiador de arte Guillermo
“El apoyo que los dominicos recibían de las autoridades españolas durante la Colonia, les confirió riquezas considerables, por lo que tuvieron los medios económicos para hacer una escultura de plata de la virgen de gran tamaño”, comenta Chajón, y agrega, “como la plata es frágil debieron haber empleado una colosal cantidad de este metal, para evitar que se abollara.
Fray Lope de Montoya (1534-1593) encargó en 1580 a los orfebres Nicolás Almaina, Pedro de Bozarráez y Lorenzo de Medina la fundición en vacío de la imagen, refiere Josefina Alonso de Rodríguez en su obra El arte de la platería en la Capitanía General de Guatemala. La imagen de madera sirvió de modelo para hacer la de plata.
El arquitecto Maldonado, afirma que la imagen, de 1.55 metros de altura, está bien proporcionada. “Sus ojos expresivos, boca pequeña y nariz recta son elementos que refieren un estilo renacentista”, explica. Según Chajón, la escultura de la Virgen es neoclásica, y el Niño Jesús es barroco, debido a que se representó inquieto y en movimiento.
Al infante antes se le vestía, pero se percataron de que era mejor que luciera la belleza de sus grabados. El cuerpo de la Virgen tiene la forma de un vestido cónico largo, bastante sobrio, dice Chajón. Las manos y la cabeza están encarnadas en policromía sobre la plata, afirma Maldonado.
(Foto Prensa Libre: Edwin Castro)