El Himno Nacional, la bandera y el escudo de armas, son los símbolos patrios mayores de nuestro país, y como tales se exaltan o glorifican, se saludan e incluso se veneran como valores cívicos sacros”, y agrega que son símbolos menores, la Monja Blanca y la Ceiba Pentandra, flor y árbol nacional respectivamente.
Fervor cívico
Las estrofas del Himno Nacional han llenado de orgullo a diferentes generaciones. Incluso, han habido guatemaltecos que han querido plasmar su fervor patrio a través de documentales, videos o reinterpretaciones especiales de esta composición.
Este es el caso del fotógrafo y cineasta Ricky López Bruni, quien en este año que se cumplen 194 años de la Independencia quiso agasajar a Guatemala con un video especial del país engalanado con los bellos versos del Himno Nacional.
En el audiovisual, López Bruni destaca todas las bellezas de Guatemala que van desde los imponentes volcanes, pasa por las tradiciones del país, y llega la bella e histórica acrópolis de Tikal.
Canto patrio
El 31 de diciembre de 1879, la sociedad literaria El Porvenir, que aglutinaba lo más granado de los escritores de Centro América recibió el encargo de promover un concurso para elegir el himno a la Patria. A juicio del jurado, ninguna de las 16 trabajos presentados mereció el título de himno nacional. “un canto nacional no se improvisa es obra de mucha meditación y ensayo”, citó y agregó que había afectado el hecho que sólo se había dado un mes de plazo para presentar trabajos desde la convocatoria.
De 1879 a 1897, se cantó lo que se denominaba Himno popular, cuya letra fue compuesta por el poeta totonicapense Ramón Pereira Molina, con música de Rafael Alvarez Ovalle, originario de San Juan Comalapa, Chimaltenango. Los primeros versos del canto decían: “Guatemala, en tu limpia bandera, libertad te formó un arrebol: libertad es tu gloria hechicera, y de América libre en el sol.
En 1896 el general Reyna Barrios se interesó porque Guatemala contara con un canto patrio. En las fiestas de la Exposición Centroamericana de ese año, convocó a un certamen para elegir la música y letra del himno nacional. Se presentaron 12 trabajos, de los cuales ganó el presentado con el pseudónimo “anónimo”, según quedó registrado en el acuerdo presidencial del 28 de octubre de 1896, que firmaron Francisco Castañeda, José Leonardo y J.J Palma, miembros del jurado. El autor no se presentó a recibir el galardón ofrecido por el gobierno.
La música que más se ajustó a la letra del himno, fue la misma obra que diez años antes había sido elegida para himno patrio, compuesta por el maestro Rafael Álvarez Ovalle. “Me inspiré en los anhelos de libertad desplegados por la revolución francesa, de la que había leído bastante. Debía ser pues un canto a la libertad, una expresión del pueblo que se emancipaba. No se si pude cumplir cabalmente con mi propósito, de no ser así me salva la sinceridad que puse en el desarrollo de la obra”, relató Alvarez, años más tarde a un reportero del diario El Imparcial.
El Himno Nacional de Guatemala se cantó por primera vez la noche del domingo 14 de marzo de 1897, interpretado por los estudiantes del Conservatorio Nacional de Música, en el escenario del desaparecido Teatro Colón, dirigidos por el maestro Rafael Álvarez Ovalle, autor de la música de este canto patrio.
El general José María Reyna Barrios, en ese momento primer magistrado de la Nación, se puso de pie al escuchar los primeros compases de la canción patriótica y la escuchó con respeto y atención. El acto concluyó con la entrega de una medalla de oro y diploma de la presidencia de la República, a Álvarez Ovalle.
“La patria tenía su canto y el pueblo lo entonó con sus más sinceras voces. Cuando terminó, yo no podía tenerme en pie, tal era la emoción que sentía. Dos buenos amigos igualmente emocionados , llorando, fueron a abrazarme . Esto es algo que nunca he podido olvidar y eso que ya he vivido mucho”, narró Álvarez, al periodista de El Imparcial.
Álvarez Ovalle, nació el 24 de octubre de 1858 y murió el 26 de diciembre de 1946, a las 6.20 de la mañana. Tenía 29 años de edad cuando compuso la letra del Himno Nacional.
Este triunfo artístico y patriótico le costó sinsabores, a tal punto de generar comentarios que dudaban de su autoría, para reconocer su aporte, se celebró el 15 de septiembre de 1911, un homenaje y se le reconoció oficialmente como autor de la música de nuestro canto patrio.
Se modifica
Desde el gobierno de Manuel Estrada Cabrera existía la idea de modificar la letra del Himno Nacional, pues se justificaba entre otras razones, que la letra ofendía a España, y no reflejaba fielmente el espíritu guatemalteco.
Fue José María Bonilla Ruano, miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua, quien después de un detenido estudio del poema propuso cambios que aprobó el 26 de julio de 1934, el entonces presidente Jorge Ubico, a fin de que la letra del himno nacional “llenara mejor su cometido exponiendo con más lógica y veracidad los sentimientos que debe animar a todo patriota”.
El 3 de agosto de 1935, durante un acto de exaltación del Día de la Raza, se cantó por primera vez el himno modificado. En los primeros versos de la letra original del himno se leía: “Guatemala feliz… ya tus aras/ no ensangrienta feroz el verdugo/ ni hay cobardes que laman el yugo/ ni tiranos que escupan tu faz”. Se modificó a: “¡Guatemala feliz…! que tus aras/ no profane jamás el verdugo/ ni haya esclavos que laman el yugo/ ni tiranos que escupan tu faz”. (Con información del libro: Emblemas nacionales, de María Albertina Gálvez, editorial del Ejército, 1981).
Merece respeto
Por ignorancia muchos ciudadanos asumen actitudes irreverentes en el momento de cantar el Himno Nacional, pero existen decretos y normas claras de cómo comportarnos al entonar nuestro canto patrio.
El acuerdo gubernativo 463-94, del 25 de julio de 1994, firmado por el entonces presidente Ramiro de León Carpio, dispone: “Los actos solemnes de la vida cívica, militar, política, cultural, educativa y deportiva del país deben iniciarse con la interpretación del Himno Nacional. Los asistentes tienen que permanecer de pie. Los ciudadanos civiles deben descubrirse la cabeza y poner la palma de la mano derecha sobre el pecho, en el lado izquierdo.
¿Se aplaude o no?
Prahl comenta que al terminar de cantar el Himno Nacional, no se debe aplaudir, porque no se aplaude a los emblemas, expresiones alegóricas o a ideales abstractos del individuo y de la sociedad. “Se aplaude a un solista, a un director de orquesta, un cantante, un declamador, pero no a un símbolo”, explica.
Las melodías patrióticas y los himnos religiosos no necesitan de aplausos, pues los ideales son intemporales e inmateriales ajenos al elogio o la lisonja ”. Aplaudirle al himno nacional es un acto vacío, innecesario. Sería como aplaudirle a los colores de la bandera nacional o las figuras heráldicas del escudo de armas de la República, a la estatua de la libertad o a la alegoría de la justicia, o en religión como aplaudirle a la cruz, al pez, al áncora, a la palma, al cordero místico, a las imágenes religiosas o al canto gregoriano”, explica el experto.
Pero en los últimos años se ha generalizado la costumbre de que al concluir el canto patrio las personas aplauden. “El himno despierta emociones en los ciudadanos, y el decreto 463-94 (emitido por de León Carpio), no prohíbe expresarlas con aplausos” expresa Oliverio Orozco, embajador y encargado de protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala.
El coronel Abundio Maldonado, exdirector de la Escuela Politécnica, opina que “al final de la canción nacional un aplauso luce, porque sale del corazón con mucho respeto y agrega vivacidad al momento patrio”, pero aclara “los militares nunca aplauden al entonar el canto patrio”.